Mary Nieves Hernández, una palmera que vive en Venezuela. Archivo.
Mujer
hoy invoco tu nombre con fervor
colocando en tus manos mi poema.
A ti, que por la vida vas, casi sin vida
A ti, que te han dejado sin palabras,
sin sonrisas
A ti mujer
que llevas en el alma
un fajo de ilusiones diluidas.
A ti
que pintas con afán cada mañana
albergando en tu seno
un silenciado clamor
un escondido lamento,
una callada campana
Sutil aroma ondea tus andares,
suavidad de colinas te perfila,
hay música en tus entrañas
y en tu triste mirada el eco de tu herida.
No dejes la lucha, mujer
una lluvia de hojas verdes te acaricia
esa lluvia que aupa tus anhelos.
De tus manos brota
la magia de los telares,
el místico sentir del artesano.
No te calles mujer, alza tu voz,
el vuelo de tu alma te hará libre
Levántate mujer y mira lejos…
Verás el horizonte ¡cómo brilla!
Se acabará tu noche
y llegará tu día.
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