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El Cabildo también pide que la Bajada sea declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad

  • El pleno aprobó una declaración institucional en tal sentido

Bajada de la Virgen de 2010. Foto de Saúl Santos.

El Pleno del Cabildo palmero ha aprobado por unanimidad una declaración institucional en la que también pide que la Bajada de la Virgen de las Nieves sea declarada como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.  De este modo, respalda la propuesta que el Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma realizó en tal sentido ante la Dirección General de Cooperación y Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias para que a su vez se eleve al Comité para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco.

En la declaración institucional aprobada de forma unánime, -en base a un exhaustivo informe realizado por el investigador Víctor Hernández Correa y el Cronista Oifical de de Santa Cruz de La Palma, Manuel Poggio, sobre los valores de las fiestas lustrales para ser declaradas patrimonio inmaterial de la humanidad-, se destaca que "la Bajada de la Virgen de las Nieves se ha erigido como una de las convocatorias festivas históricas más originales de cuantas se celebran en España". "El reconocimiento de sus singularidades ha sido puesto de relieve por la crítica en numerosas ocasiones, así como por la prensa (nacional e internacional) y diversos organismos e instituciones a través de la concesión de distinciones, como la declaración en 1965 de Fiesta de Interés Turístico Nacional o la concesión, en 2007, del Premio Internacional del Centro para la Conservación del Patrimonio".

La Bajada de la Virgen de las Nieves constituye una de las citas álgidas del calendario festivo de Santa Cruz de La Palma dentro del ámbito de celebraciones de carácter extraordinario. Según la conocemos hoy como fiesta de periodicidad lustral, la Bajada fue fundada en 1676 por el obispo de Canarias Bartolomé García Ximénez durante su visita pastoral a La Palma. En su estancia, habiendo sido informado "de la especial devoción que hay en esta isla con la santa imagen de Nuestra Señora de las Nieves, patrona de toda ella, de cuyo patrocinio se vale en todas sus necesidades", García Ximénez autorizó su traslado desde su santuario hasta la parroquia matriz de El Salvador, que hizo coincidir con la celebración de la octava de la Purificación (2 de febrero), que en Canarias se presentaba bajo la advocación de la patrona de la diócesis, Nuestra Señora de Candelaria, por quien el prelado sentía abierta predilección. En aquella ocasión la visita mariana tenía como objetivo impetrar la intercesión de la Virgen como motivo de los meses invernales de aguda sequía que venían asolando los campos insulares. La "solemnidad" de la fiesta y la "decencia del culto" -según consta en el documento fundacional- convencieron al obispo de la idoneidad de perpetuar la Bajada de la Virgen en lapso quinquenal, haciéndola coincidir, en adelante, con la octava de Candelaria, fijándose su primera convocatoria en 1680.

En sus ya sesenta y siete ediciones, desde la primera en 1680 hasta la más reciente de 2010, la Bajada lustral de Nuestra Señora de las Nieves se ha ido enriqueciendo sucesivamente con distintos números, muchos de ellos exclusivos, que han contribuido a la configuración de su programa tradicional. Tras sus primeras convocatorias, marcadas por un carácter netamente religioso (con procesión de bajada y subida, misa en la mañana, rezo de Vísperas y del Nombre de María y sermones durante las ocho jornadas de estancia en la parroquial de El Salvador), la celebración fue sumando enseguida otros actos paralelos dentro de la órbita de exaltación mariológica, que cristalizaron en un vasto diseño de naturaleza barroca en el que se funden varias artes: "la tradicional fabricación de arcos de triunfo y alfombras florales efímeros, el teatro -en forma de loa y auto mariano con personajes alegóricos, diálogo (perpetuándose el que enfrenta a un castillo, trasunto de la isla y la ciudad, con una nave, símbolo mariano)-, los espectáculos coreográficos -con danzas de mascarones (con variante de danza coreada, siendo la más genuina la conocida danza de enanos) y danzas coreadas infantiles-, y la poesía mural, además de desfiles y romerías, pasando obligadamente por las funciones lumínicas y sonoras (fuegos labrados en la noche y salvas de cañones ejecutadas desde el Castillo y la Nave de la Virgen y desde los buques fondeados en la bahía).

A caballo entre la fiesta cortesana, determinada por la naturaleza culta de sus temas y por la función diferenciada entre actuantes y espectadores, y la fiesta popular, en la que gentes de toda clase y condición participan activamente en la organización y el goce, la Bajada de la Virgen de las Nieves conforma "uno de los ejemplares más preciados del conjunto de bienes inmateriales de España en virtud de la calidad y variedad de sus distintos números así como de los valores religiosos, estéticos, etnográficos, literarios, musicales y escénicos que reúne, y que, a la postre, han de considerarse expresión culminante de lo que podemos denominar cultura palmera".

La Bajada de la Virgen de las Nieves, celebrada con periodicidad quinquenal en Santa Cruz de La Palma, se inscribe en el capítulo de fiestas religiosas y marianas. Su contexto primigenio unió la conmemoración de la feria de la Purificación (el 2 de febrero) a la advocación insular de Las Nieves, nacida, según la tradición de la Iglesia Católica, en Roma a raíz de una nevada que cubrió el monte Esquilino en verano y sirvió de señal para la erección del primer santuario de su nombre.

Paralelamente, en La Palma, la Virgen de las Nieves cuenta con una amplia trayectoria de intervenciones tenidas por milagrosas en las que las precipitaciones de nieve también se han considerado lemas del favor mariano.

"Pese a los cambios experimentados en su fijación en el calendario, la fiesta no ha perdido ni su periodicidad lustral ni mucho menos su marca local. A través del teatro y de los espectáculos pirotécnicos -primero- y con la incorporación de las romerías, danzas y desfiles -después-, poco a poco, fue tomando forma un programa que ha de considerarse una de las manifestaciones más originales y de mayor antigüedad de cuantas integran el patrimonio inmaterial español", indican Víctor Hernández Correa y Manuel Poggio, destacando que "junto al medido ceremonial, el acervo puesto de manifiesto en la originalidad, la riqueza literario-musical o efímera, el simbolismo de todos los eventos de la Bajada tradicional, en especial, de sus loas y carros, diálogos entre el castillo y la nave, desfiles de Pandorgas y danzas de Mascarones, Enanos y Acróbatas, es otro de los extraordinarios bienes que concurren en esta fiesta sin parangón en la cultura cristiana".

 

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