La festividad del Día de la Cruz se celebra prácticamente en toda la isla, aunque sin duda es en los municipios de Breña Alta, Breña Baja y Mazo, además de en Santa Cruz de La Palma, donde tiene un mayor arraigo y popularidad, y prueba de ello son las numerosas personas que se acercan cada 3 mayo hasta estas localidades para ver in situ las cruces enramadas por los vecinos con gran laboriosidad y buena mano. El trabajo de semanas se expone ante los ojos de cientos de curiosos que, en coche o a pie, acuden fieles a esta cita en torno a la Santa Cruz, que se engalana con las mejores joyas, telas y flores.
Además del enrame, otro aspecto que resulta llamativo de esta celebración es ver cómo los cruceros custodian cada de una de las cruces enramadas, dado que muchas de ellas llevan joyas familiares de alto valor económico y sentimental. Una escena que se repite cada año y no por ello pasa desapercibida para el visitante porque no son uno, ni dos, los que vigilan a la cruz, sino bastantes más. Es otra de las caras de la fiesta, la que va después de haber terminado el trabajo que luego hay que proteger.
También resulta interesante el enrame del recorrido, con fallas y banderas, que guía al visitante en el camino a cada cruz y la actividad que se genera en los kioscos instalados como ocurre en Breña Alta, donde los churros nunca faltan ni tampoco la carne. La temperatura fresquita sin duda ayuda a difrutar de una fiesta que se vive con intensidad y devoción, en la que los cruceros buscan la inspiración de muchos lados; así, la Cruz de la Pavona ha tenido como inspiración o relato este año los plátanos, un cultivo muy importante para La Palma, y la de La Piedad a Cenicienta, el cuento que niños y grandes conocen, por poner solo dos ejemplos.
La tradición sigue viva y algunas voces están pidiendo unir esfuerzos entre municipios para hacer más grande esta celebración religiosa que ensalza el símbolo cristiano, la cruz.
