En el primer mes de vendimia se han recolectado 125.000 kilos de uva
Recogida de uva en Fuencaliente. DO La Palma. Archivo.
La Palma sigue vendimiando. Los viticultores continúan recogiendo el fruto del trabajo realizado, la preciada uva con la que luego se hará el vino, y la previsión es que la producción supere la del año pasado porque el nacimiento ha sido mayor.
En el primer mes de vendimia, que comenzó el 17 de septiembre en la subzona del Hoyo de Mazo, se han recolectado cerca de 125.000 kilos de uva, de los que el 65% corresponde a uva de variedades blancas frente al 35% que es de uvas de variedades tintas, según los datos hechos públicos por el Consejo Regulador de Vinos de La Palma que entiende que esta diferencia de producción se irá igualando a medida que avance la campaña, dado que las variedades tintas maduran más tarde.
Las temperaturas muy suaves de los meses de julio, agosto y lo que va de septiembre, han favorecido una lenta maduración.
Hasta el momento solo han iniciado la recolección el 50% de las bodegas acogidas a la Denominación de Origen de Vinos La Palma (en total hay 18 bodegas y 1.100 viticultores), situadas en su totalidad en la subzona Hoyo de Mazo y Fuencaliente.
La vendimia comenzó con quince días de retraso en relación a la campaña del pasado año, en la que se recolectaron alrededor de 945.000 kilos.
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“La Palma sigue vendimiando. Los viticultores continúan recogiendo el fruto del trabajo realizado, la preciada uva con la que luego se hará el vino, y la previsión es que la producción supere la del año pasado porque el nacimiento ha sido mayor.”
“Hasta el momento solo han iniciado la recolección el 50% de las bodegas acogidas a la Denominación de Origen de Vinos La Palma (en total hay 18 bodegas y 1.100 viticultores), situadas en su totalidad en la subzona Hoyo de Mazo y Fuencaliente.
La vendimia comenzó con quince días de retraso en relación a la campaña del pasado año, en la que se recolectaron alrededor de 945.000 kilos.”
Es bueno ver cómo se intenta infundir ánimos, esperanza a los viticultores, pero no nos engañemos, las cuantías, pese a ese buen hacer de éstos, cada año bajan y se abandonan mayor número pe parcelas, donde una gran mayoría no encuentran rentabilidad alguna, más bien al contrario y sabemos que cuando algo no es rentable se le busca solución o bien en última instancia se abandona.
Que se agoten las reservas antes de las siguientes cosechas no es bueno. No habrán excedentes, y a menos irán. Al viticultor, no se le puede tratar como lo han hecho muchas de ellas (Bodegas) hasta ahora, pagar muy tarde, mal y a plazos, es decir, “a goteos”.
Se importan caldos de Latinoamérica, (también Sudáfrica) donde al igual que en España el cultivo está industrializado y el costo de la mano de obra, como sabemos, es ínfima y se abaratan costes.
Aquí, donde las labores de un viticultor, requieren casi nueve meses de intensa labor, ya que los cultivos están en zonas donde la mecanización es casi imposible, además por la manera y tradición de llevarlo, de tal forma que, los azotes de la climatología no los arruine; transformándose en un trabajo propio de esclavos de galeras, hace que no sea rentable en casi muchos, o todos, sus diferentes aspectos. Se salvan de esta afirmación algunos cultivos que, si bien están muy avanzados, modernizados, tampoco rentabilizan su inversión, ni como la misma, ni como ingreso económico amortizable. Y cuando un cultivo, mercado o patrimonio no renta se tiende a eliminar, lo contrario, es decir, mantenerlo, es por pura tradición, confundiéndose con un supuesto hobby e interés propio. Hay viticultores que sacarles de su sistema empírico de cultivo y obtención de su vino “para casa” sería como condenarlos a un supuesto y ficticio fracaso. Tampoco es eso, y son los menos.
De otra parte, continúa existiendo el empecinamiento de intentar mantener el conservadurismo de los varietales, mal llamados autóctonos, (con prohibición expresa de aceptar los foráneos). Algunos de cierta calidad y otros hartos conocidos que no dan más de sí. Habría que tomárselo con absoluta seriedad en el empeño de reflotar lo que antaño era un cultivo más próspero que ahora. Dudosa batalla perdida y cada vez con menos “infantes”.
Difícilmente se puede competir con vinos de calidad, con cuerpo, crianzas y reservas importados de zonas con ganada y merecida fama y sobradamente conocidos. (Se moleste quien se moleste). Pero no, sigamos mirándonos el ombligo, ya que tenemos los mejores vinos, se afirma, que no se cuestionan los gustos, sino razones contundentes que desmontan toda la pseudoreputación. Si; se habrán ganado medallas, pero todo ello es muy cuestionable, y al viticultor no le son de ningún tipo de ayuda, pues la relación final de su amada “vitis vinífera” con la Bodega, y el terreno económico sigue igual, es decir, muy mal. Por tanto, se crea, se genera desmotivación, desinterés y pérdida total de credibilidad por mejorar y continuar trabajando.
Basta darse una vuelta por cualquier hipermercado y ver el precio que compite con el propio, y huelga el comentario posterior, este debe ser íntimo…, sin exclamaciones.
Este sector está dejado de la mano, y es el mismo viticultor quien se subvenciona al final su propio cultivo, las limosnas externas no son ninguna motivación, y al que le es, su cultivo está ruinoso, y su objetivo conocido: la picaresca. Mala praxis es la picaresca de la subvención. Muchos son los viticultores que ya han optado por el abandono de sus parcelas, sin solución de continuidad. Cederla de manera gratuita, por su fruto y beneficio, nadie quiere este cultivo, por mucho que el Consejo Regulador y las propias Bodegas intenten infundir ánimo, empleando planes de sostenimiento de los mismos; siempre agradecido, pero aquí se deben aplicar la máxima: “Hechos son amores y no buenas razones”. Las Bodegas deben pensar que el viticultor es un lacayo suyo, la herramienta intermedia que hace que la pompa y fausto con sus correspondientes premios y medallas sean propiedad de la Bodega de turno. En tanto el viticultor, aún pasado más de un año, no han recibido el importe de su sacrificado y duro trabajo.
Hubo cierto momento en que los políticos de turno, con los viticultores se “empeñaron” dando ciertas filípicas y haciendo ver que estaban en ello, en protegerlo y sacarlo adelante, reflotarlo, mediante varias estrategias, pero todo quedó en un fracasado intento de buenas voluntades, más bien empatías preelectorales, y captar algún que otro voto descarriado.
Un año como este, más duro y desmotivado aún. El seguro y la climatología adversa, pues tampoco compensará, de reconocerse; y por mucha selección que se lleve a cabo, una gran parte de la cosecha, efectivamente está inservible.
Si, este sector no debe notarse en las urnas. ¡That is the question! Las competencias se hacen notar, al final…, todos al hipermercado.
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