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José Rodríguez Escudero

Presentación de la restauración del “Sillón de viaje” y del “Sol de la Virgen”

  • El Santuario recupera dos importantes símbolos heredados de la piedad popular

Presentación de la restauración del “Sillón de viaje” y del “Sol de la Virgen”.

Juan Pinto de Guisla informaba en sus célebres crónicas sobre la gran falta de lluvia que sufría La Palma en el año 1676, que había traído el hambre y la muerte a los campos y a la ciudad.

Se encontraba de visita pastoral en La Palma, al recaudo de las amenazas de los piratas, el Obispo de Canarias Bartolomé García Jiménez (1618-1690) quien, informado de la gran devoción de los palmeros por su Patrona, dispuso que se llevase cada cinco años desde su santuario a la ciudad.

Así, el ciclo lustral se inició en 1680. Desde entonces lo ha hecho ininterrumpidamente hasta nuestros días, en aquellos años acabados en «cero» y «cinco».
Sin embargo, también ha sido trasladada en procesión a la capital palmera en rogativas y celebraciones especiales, rompiendo con aquella secuencia lustral. Sirva como ejemplos: en 1630, 1631, 1632 y 1676 por una pertinaz sequía; en 1646 por la erupción del volcán San Martín; en 1659 por una plaga de langosta; en 1678 por el volcán de San Antonio; en 1768 por una epidemia de fiebre catarral; en 1852 por el cólera de Gran Canaria; en 1949 por el volcán de San Juan; en 1966 por la clausura de la Misión Popular en La Palma; en 1993 por el 500 aniversario de la fundación de Santa Cruz de La Palma…

La Bajada de la Patrona tenía lugar en la madrugada del día primero de febrero hasta que 1850 se trasladó a la tarde del sábado anterior al segundo domingo de Pascua de Resurrección. Un nuevo cambio se produjo debido a otras razones de índole humana, social, climática, etc. Luego se trasladó al mes de junio en 1925, atendiendo a un requerimiento hecho por los universitarios palmeros y, finalmente en 1975 se corrió unas fechas para coincidir la Semana Grande con la mitad de julio y concretar la estancia de la Virgen en la ciudad a tres semanas.
La Virgen era trasladada en trono decente, desde su primera procesión, cargada siempre sobre los hombros y bajo la mayor protección y seguridad posible. Para estos traslados fue creado el conocido como "sillón de viaje".
Son varias las denominaciones que los documentos recogen sobre el sillón de viaje, siendo las más utilizadas las de andas de viaje, urna de viaje, andas de cristales o de vidrieras, etc.

El sillón de viaje de Nuestra Señora de las Nieves se trata de una urna acristalada y decorada que hasta la década de los años 70 del s. XX servía para hacer estos solemnes traslados de la venerada imagen. Dentro de esta magnífica pieza, la "Morenita" fue transportada entre diciembre de 1964 hasta enero de 1965 en peregrinación por todos los municipios de La Palma para recaudar fondos para el Seminario Diocesano.

En el año 1733 se manda construir el sillón de viaje gracias a las limosnas que envío el ilustre y refinado II marqués de la Villa de San Andrés y vizconde de Buen Paso, Cristóbal del Hoyo-Solórzano y Sotomayor, con un costo de 1.442 reales.

Estas andas, que ahora se presentan restauradas, obedecen a la influencia de dos tipologías de artilugios de transporte que aparecerán durante el siglo XVII y que florecerán en la siguiente centuria: las sillas de manos y las andas de baldaquino.

Es en este contexto en el que se traslada su uso a la Virgen de las Nieves en el viaje quinquenal que realiza desde su Santuario a la ciudad, protegiendo la imagen con vitrales que son incorporados desde su creación en 1733.

El sillón de viaje obedece a una segunda tipología: las andas de baldaquino. Éstas surgen en España durante el periodo Barroco, incrementándose durante el siglo XVIII. Por tanto, ambos artilugios mencionados son coetáneas, teniendo como principal función la de portar y dignificar la imagen mariana durante sus procesiones y trayectos.
Así pues, estas andas, con algunas variantes, corresponden también a la tipología del baldaquino, teniendo la particularidad de no tener sol, cerrarse en sus laterales con vitrales, y poseer dos posiciones para los varales, en función de si va a mano (la posición original) o a hombro de los cargadores. Estas especificidades son las que la convierten en singular y única, un modelo híbrido entre las dos tipologías descritas.

El sillón de viaje es de línea sencilla, destacando en su ejecución los pilares de líneas rectas con decoración vegetal tallada en el vértice exterior. Su basamento, de base cuadrangular, se resuelve a base de molduras, combinándose boceles, talones y cavetos. El arquitrabe se resuelve utilizando modillones o ménsulas con talla decorativa que sustentan la cornisa. El techo o dosel tiene forma de cúpula rematada con una corona imperial, teniendo la particularidad de dejar el diámetro que abarca la corona hueco para propiciar el paso de la luz, a través de un cristal que tiene un grabado al parecer "al ácido" que representa al Espíritu Santo. El interior de esta cúpula se encuentra forrado con terciopelo de seda de tono púrpura y decorado con nervios tallados, con decoración vegetal y dorados.

No presenta su policromía original, ya que la actual, de gusto neoclasicista se debe a la intervención que realizó el artista palmero Aurelio Carmona López (1826-1901), para la Bajada de 1870 consistente en pintar y dorar íntegramente el sillón de viaje. De la policromía original quedan algunos vestigios ocultos bajo los herrajes y se resuelve ésta a base de ornamentos vegetales, flores y hojas, sobre fondo neutro.

La plata de la mandorla o sol que nimba la venerada imagen la donó María de Las Nieves Pinto y Vélez de Ontanilla, y la hechura y dorado se pagó con dinero propio del Santuario. Consta en 29 de diciembre de 1768 y se realizó en Tenerife. Se compone de un óvalo dorado y repujado del que cuelgan doce estrellas , seis en cada lado, y una paloma de plata (representando al Espíritu Santo), que pende sobre la corona de la Virgen, balanceándose con el movimiento del trono.

Los datos de las intervenciones en el sol de oro coinciden con los años de Bajada: 1890, 1895, 1930, 1970 y 2015.
El rector del Santuario y anfitrión del acto, Antonio Hernández, agradeció la asistencia a todos los presentes que llenaban el recinto y presentó a las personas que actuaron en el mismo, con el siguiente formato de la conferencia:

José Guillermo Rodríguez Escudero (investigador histórico) y los restauradores: Pablo Torres Luis, Luis Mora Moreno y Leticia Perera González (Estudio 5).

1- José Rodríguez Escudero – ESTUDIO HISTÓRICO
2- Pablo Cristóbal Torres Luis – DESCRIPCIÓN Y CRONOLOGÍA DEL SILLÓN DEL VIAJE
3- Luis Mora – CRITERIOS DE INTERVENCIÓN, ESTADO DE CONSERVACIÓNY RESTAURACIÓN.

El gran ausente fue Alejandro Martín Perera (Licenciado en Historia, Másteres en Gestión Cultural y Gestión del Patrimonio desde el Municipio, autor de muchos de los textos leídos durante el acto).

Con la restauración de estas dos magníficas e históricas piezas: sillón de viaje y mandarla (sol) de oro, el tesoro del Real Santuario recupera dos importantes símbolos heredados de la piedad popular. Enhorabuena a quienes han tenido la brillante idea y la han materializado.

 

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