Espadaña de la parroquia de san Mauro (Horacio Concepción)
El inspirador de esta historia es don Mauro Sosa Martín (Puntagorda 1944), su interés por conocer el origen de la denominada campanita de alzar, único idiófono ubicado en la espadaña de la arcaica parroquia de Puntagorda, es la raíz de esta investigación. Tras una interesante y amena conversación con don Mauro, este nos explicó que después de ser retirada de la parroquia, la enigmática campana estuvo ubicada en la ermita que de forma temporal se localizó en la actual biblioteca municipal; allí colocada sobre unas maderas se la hacía sonar. La campanita de alzar se fragmentó al caérsele el badajo, y se abandonó en la sacristía del nuevo templo que en 1960 se abrió al culto en el núcleo del Pino de la Virgen. La campana fue sustituida por otra que según palabras de don Mauro: «era de menor calidad porque sonaba peor». Por iniciativa de don Mauro se restaura la campana que vuelve a su primigenio lugar, la espadaña de la pretérita parroquia, para presidir la inauguración de la misma en agosto de 2002 tras la finalización de las obras de rehabilitación.
Las campanas manifiestan la fusión entre lo divino y lo humano a través de su tañido, el cual santificaba en tiempos pasados el trascurrir de la vida diaria. Las campanas resultaban imprescindibles para la existencia en ciudades y campos: convocaban y aleccionaban a los feligreses al culto (desde el siglo V), diferenciaban las fiestas más solemnes de las inferiores en rito, lo festivo de lo fúnebre, las horas más señaladas del día, los peligros de incendios, temporales y un largo etcétera de situaciones especiales. Además los campanarios eran utilizados como atalayas para la vigilancia por parte de las autoridades militares y municipales, aprovechando su situación estratégica y dominio de los horizontes. Las campanas nos revelan por tradición inscripciones con dedicatorias invocando a: la divinidad, los santos, advocaciones protectoras, nombres de beneficiados, mayordomos, fundidores, etc. El tañer de sus toques resultaba de vital reparación si se llegaban a inutilizar, generando una serie complejos protocolos para su restauración[1]. Campanas y campanillas han sido utilizadas desde la antigüedad, con independencia de las creencias religiosas, como talismán con poderes para alejar todo tipo de males y espíritus: «es símbolo de la incorruptibilidad y de la inmortalidad, así como de la justicia inflexible; la bóveda del cielo es de bronce porque como el metal es impenetrable[2]». Son un instrumento de percusión, las más antiguas datan de 1500 años a.C.[3] y las destinadas a usos litúrgicos deben ser bendecidas obligatoriamente.
La Palma, en el siglo XVI, importaba grandes cantidades de metal el cual era demandado para la elaboración o arreglo de herramientas, objetos de adorno, utensilios diversos, armas, campanas, etc., siendo artesanos los que lo transformaban dándole la forma y utilidad necesaria[4]. Aunque en los principales centros urbanos de las islas, como Santa Cruz de La Palma, desde muy pronto hubo fundidores, campaneros y caldereros[5] dedicados a fabricar campanas, Flandes fue durante todo el siglo XVI el principal proveedor de campanas de bronce, debido a su gran tradición metalúrgica. La importación de piezas de fundición fabricadas en las metalurgias de Amberes, Malinas, Namur o Lieja, fue una constante en Canarias a lo largo de los siglos XVI y XVII; armas y sobre todo campanas eran el principal objeto de este comercio[6].
En Canarias los templos religiosos en las zonas rurales se desarrollaron con características más o menos diferenciadas, en base a las condiciones del medio físico, los materiales y la cultura de cada isla. La Palma posee una tipología bien diferenciada respecto a las demás islas: «fachada en hastial con puerta principal, balcón para tocar las campanas desde el coro alto y espadaña en el vértice superior, todo en el mismo eje vertical[7]», como es el caso de san Mauro o Amaro -como así la fundaron los primeros colonos portugueses arribados a Puntagorda[8]-. En el siglo XVII, servían como improvisados campanarios en los pueblos de la isla pinos robustos arraigados en las proximidades de las parroquias, o como en el caso de san Mauro las campanas se colgaban en una rústica estructura formada por tres palos altos de tea que se levantaban junto a la puerta principal[9]. En el año de 1610 la parroquia de Puntagorda fue inspeccionada por Gaspar Rodríguez del Castillo, visitador y vicario general del Obispado, quien encargó una campana que se colocó en el humilde campanario, perdurando esta estructura al menos hasta 1789 cuando se ordenó hacer una espadaña de argamasa sobre la sacristía[10]. En 1879 la actual espadaña de san Mauro fue reformada por el maestro Mariano González Henríquez, para colocar dos campanas venidas de Londres por encargo del párroco Eleuterio Hernández Guerra[11].
La campanita de alzar tiene su germen en don Ventura Salazar de Frías y Ríos (1601-1664). Ventura Salazar nació en la hacienda de sus padres en El Sauzal (Tenerife), sirvió varios años en las Reales Galeras contra los turcos, siendo dos veces herido y cautivo en Argel, además de en los ejércitos de Flandes donde tomó parte en el asedio a Breda, hecho histórico reflejado en la famosa obra de don Diego Velázquez Las Lanzas o La Rendición de Breda (1634-1635)[12]. Ventura Salazar pasó a La Palma como maestre de campo (grado superior de las milicias que equivalía al de capitán[13]); fue además capitán de las fortalezas de La Palma, castellano de la de Santa Catalina, gobernador de las armas, etc. Ventura Salazar contrajo dos matrimonios: el primero en El Sauzal con doña Juana de Llanes[14], y el segundo en Santa Cruz de La Palma el 2 de agosto de 1630 con doña Leonor de Sotomayor Topete y Van Dalle. Ventura Salazar reedificó en Santa Cruz de La Palma la casa de sus suegros, conocida desde entonces como Palacio de Salazar, gastando en ello más de siete mil ducados (según hizo constar en su testamento otorgado el 4 de Abril de 1656), donde falleció el 28 de mayo de 1664[15].
Don Cristóbal Salazar de Frías y Ríos (1603–1677)[16] en 1664, al morir su hermano Ventura Salazar, encarga la fundición de una campana para su donación a la parroquia de san Amaro, circunstancia ligada a la promoción social de la familia Salazar de Frías, que destacaba por numerosas mandas y limosnas para obras piadosas, cofradías o iglesias, dotación de patronatos, etc.[17]. Cristóbal de Frías eligió Puntagorda para tal ofrenda debido a la gran devoción que su santo patrón poseía, fervor que perduró desde el siglo XVI hasta principios del XX[18]. Según los nombres tradicionales la campanita de alzar, atendiendo a su peso y volumen, está clasificada dentro de las denominadas pascualejas[19], y la misma nos desvela: el nombre de su benefactor, Cristóbal de Frías, su cargo militar, maestre de campo, año en la que fue fundida, 1664, y una cruz de calvario formada por moldes cuadrados.
Además de la campanita de alzar, otro tesoro de la parroquia de Puntagorda es la campanilla de altar. Esta última, usada para tañer a sanctus (acto de la consagración), data de mediados del siglo XVI, es de bronce fundido y es una obra atribuida a Jan van den Eynde (1515-1556); gran maestro establecido en Amberes desde 1545 donde fue nombrado proveedor oficial para todos los objetos de metal fundido[20]. Esta campanilla nos revela en la parte media de su falda el hecho de la Anunciación, con las figuras de la Virgen y el arcángel san Gabriel, además de un jarrón de exuberantes azucenas gallonado con dos asas, y unas grotescas figuras de perfil ceñidas por encima y por debajo con inscripciones de caracteres góticos[21].
Los feligreses que estaban en los campos al oír sonar la campanita de alzar detenían su faena, se descubrían la cabeza, y quedaban silenciosos en actitud reflexiva, embargados con la interpretación del distante sonido metálico de las campanas de san Amaro, sabiendo que se encontraban bajo su protección.
Horacio Concepción García
[Sociedad de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Canarias]
[1] Primeramente agradezco la colaboración prestada en la realización de este trabajo por doña Coromoto Martín Rocha. Campo Jesús, Luis del. «Algunos aspectos del tocar de las campanas». En: Cuadernos de etnología y etnografía de Navarra, año 20, nº 52. 1988, pp. 165-178.
[2] Chevalier, J. y Gheerbrant, A. Diccionario de símbolos. [Barcelona]: Ed. Herder, 1986, pp. 198-199.
[3] González Lapuente, Alberto. Diccionario de la música. Alianza Editorial, p. 95.
[4] Garrido Abolafia, Manuel. «Primeros oficios y ocupaciones artesanas de Santa Cruz de La Palma. Oficios relacionados con los metales, piedra y barro». En: Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma nº 2. [La Palma]: Sociedad de Estudios Generales de la Isla de La Palma, 2006, p. 64.
[5] Artesanos que elaboraban una gran variedad de enseres, tanto para la economía doméstica: cubos, almireces, utilería de cocina, etc., como para la industrial: grandes calderas de cobre, como las utilizadas en los ingenios de azúcar, campanas, etc.
[6] Pérez Morera, Jesús, Rodríguez Morales, Carlos. «Arte en Canarias del gótico al manierismo». En: Historia cultural del arte en Canarias. [Islas Canarias]: Gobierno de Canarias, 2008, v. 2, p. 214.
[7] Pérez Morera, Jesús, Rodríguez Morales, Carlos. «Arte en Canarias del gótico al manierismo»… op. cit., v. 2, p. 131.
[8] Concepción García, Horacio. «El Gran Cometa sobre Puntagorda». http://elapuron.com/noticias/cultura/14977/el-gran-cometa-sobre-puntagorda/
[9] Pérez Caamaño, Francisco (Dir.). Puntagorda: Memorias de un olvido. [Santa Cruz de Tenerife]: Ayuntamiento de Puntagorda, 2007, p. 313.
[10] Concepción García, Horacio. Familias y genealogías de Puntagorda a través de las dispensas matrimoniales de la parroquia de San Amaro, [Trabajo en preparación].
[11] Pérez Caamaño, Francisco (Dir.). Puntagorda: Memorias de un olvido… op. cit., p. 314.
[12] Ossuna Benítez y Lugo, Manuel de. «Historia genealógica de la Casa de Salazar de Frías». En: Revista de Historia año 1. [San Cristóbal de La Laguna-Tenerife]: 1924, v. 1, p. 38.
[13] Lorenzo Rodríguez, Juan Bautista. Noticias para la historia de La Palma. Instituto de Estudios Canarios. [La Laguna-Santa Cruz de La Palma]: Cabildo de La Palma, 1975-2000, v.1, p.154.
[14] Martín Pérez, Francisco Javier. Tabla de parentescos de don Fernando de Castilla, Regidor de La Palma (S. XVI). http://castilla.maxerco.es/
[15] Fernández de Béthencourt, Francisco. Nobiliario de Canarias. [San Cristóbal de La Laguna]: Juan Régulo Pérez, 1952-1967, v. 4, pp. 100-102.
[16] Ibídem, pp. 96-97.
[17] Guerra de Armas, José L. «El esplendor de la fe». En: La huella y la senda, Catálogo Exposición. [Las Palmas de Gran Canaria]: Vice-consejería de Cultura y Deportes: Diócesis de Canarias, VI Centenario, 2003, p. 346.
Núñez Pestano, Juan Ramón, Viña Brito, Ana del Carmen, Hernández González, Carmen Luz, Alfaro Hardisson, Emilio, Fernández Rodríguez, María Lourdes, Larraz Mora, Alejandro, Hernández Hernández, María Rosa. Catálogo de documentos del Concejo de La Palma (1501 – 1812). Fontes Rervm Canariarvm XXXIX. [San Cristóbal de La Laguna-Isla de Tenerife]: Instituto de Estudios Canarios, 1999, v. 2, p. 393.
[18] APP. [Archivo Parroquial de San Amaro, Puntagorda]. Libro de Visitas, visita de don Domingo Alfaro de Franchy, 1778, f. 60.
[19] Alonso Ponga, José Luis, Sánchez del Barrio, Antonio. «La Campana. Patrimonio Sonoro y Lenguaje Tradicional». En: La Colección Quintana en Urueña. [Urueña]: TF. Med!a, 1997, p. 42.
[20] Lavandera López, José. «La aventura cristiana». En: La huella y la senda, Catálogo Exposición. [Las Palmas de Gran Canaria]: Vice-consejería de Cultura y Deportes: Diócesis de Canarias, VI Centenario, 2003, p. 256.
APP., Libro de I de fábrica, visita de don Juan Salvago, inventario, 1/09/ 1574.
[21] Concepción García, Horacio. Familias y genealogías de Puntagorda a través de las dispensas matrimoniales de la parroquia de San Amaro… op. cit.
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HoracioC
Muchas gracias por la amabilidad de sus comentarios.
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JoseTano
Gracias don Horacio Concepción por ayudarnos a conocer el patrimonio de nuestra isla.
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Pintao
Un detalle más que denota la gran influencia portuguesa que existió en el norte de La Palma es sin duda la pervivencia del nombre de "San Amaro" de la antigua parroquia de Puntagorda.
Era el nombre por el que las personas de edad, allá por los años cincuenta, todavía utilizaban. Digo esto porque era el nombre que utilizaba mi abuela en Barlovento para hablar como de un lugar mítico (San Amaro), objeto de "promesas" por causas que tuvieran una gran relevancia.
Un caso caso que tengo en la memoria, se trataba de que mi abuela había de rendir visita a San Amaro para pagar la promesa por un hijo que volvía sano y salvo de Venezuela.
Y vaya si tenía relevancia el asunto, pues se trataba de visitar San Amaro en la costa de Puntagorda, partiendo de Barlovento, después de haber atravesado La Cumbre.
Siempre había alguna familia amiga en Puntagorda, donde pasar la noche antes de volver por el mismo camino, y en este caso con algo de higos y almendras en la "faldriquera".
Era bastante más dura la ida que que vuelta, pues el camino de El Corral de la Piedra a Los Andenes era un verdadero "reventón".
La subida al Cerro de La Cumbre desde Puntagorda se me antoja que era mucho más apacible.
La razón última por la qué le inspiraba más confianza San Amaro que La Virgen del Rosario que la tenía a mano en Barlovento, es un asunto que seguro tiene su razonamiento, pero que yo aun hoy no me lo puedo explicar.
Por otro lado, me parece que esa pequeña campana que solía haber en los campanarios y que recibía el nombre de "campana de alzar", era debido a que si el cura oficiante contaba con ayuda de sacristán al mismo tiempo que el monaguillo hacía sonar la esquila al momento del "alzamiento" en la consagración, el sacristán replicaba con la campanita en cuestión, comunicando a los parroquianos la solemnidad del momento.
Se leen con mucho interés sus artículos, Don Horacio, pues estas cosas de la intrahistoria de los pueblos no sólo son parte de nuestra cultura, sino de nuestros recuerdos y sentimientos.
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