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El tesoro mató al cachalote: Cómo el cotizadísimo ámbar gris puede derivar en septicemia

Archivo. Un equipo de la unidad de anatomía patológica veterinaria forense de la ULPGC trabajó en la necropsia del cachalote. Luis G Morera.

Cuando los veterinarios de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) comenzaron a examinar a un cachalote muerto sobre la misma playa de La Palma donde varó, ninguno podía pensar que iban a tener en sus manos un tesoro de medio millón de euros, una piedra de ámbar gris de 9,5 kilos de peso que se rifarían, si los dejasen, muchos fabricantes de perfumes.

Y menos aún imaginar que iban a documentar, probablemente por primera vez, que al mayor depredador de los océanos -en este caso un macho de 13 metros de longitud- lo puede matar una obstrucción intestinal provocada por un ‘coprolito’.

Ese es el término usado en la literatura científica para describir las piedras de ámbar gris. Hay otra descripción más prosaica, pero igual de precisa de esa carísima sustancia: una bola de restos fecales solidificados, que es de lo que está formada, por más que pueda emplearse para elaborar fragancias sublimes.

La revista ‘Frontiers in Veterinary Science’ publica esta semana los resultados de la necropsia que el equipo de especialistas en cetáceos de la ULPGC dirigido por el catedrático Antonio Fernández hizo al cachalote que apareció varado en la playa de Los Nogales, en el nordeste de La Palma, el 21 de mayo de 2023.

El caso fue noticia de difusión internacional desde que se hizo público que el animal tenía en el intestino una piedra de ámbar gris de casi diez kilos, porque esa sustancia llega a cotizarse en los mercados de la industria del perfume hasta 70.000 euros el kilo.

Como recuerdan los autores de este trabajo, que las piedras de ámbar gris proceden de los cachalotes es algo que se sabe desde hace siglos y también es de conocimiento general que son muy raras, porque en realidad solo las desarrolla uno de cada cien ejemplares.

Normalmente, el ámbar gris aparece flotando en el mar o depositado sobre la costa, si la marea o el viento lo empujan a tierra. Por eso solía asumirse que ese tipo de piedras intestinales no suponen un problema para los cachalotes, que las excretan.

Sin embargo, el ejemplar que examinó el equipo del Instituto de Sanidad Animal de la ULPGC, una de las referencias sobre cetáceos en el Atlántico, murió por una septicemia (una infección generalizada) que se ha podido asociar, directamente, a la bola de ámbar gris.

Esa piedra de excrementos de 50 centímetros de diámetro le provocó un megacolon tóxico, una inflamación intestinal que pueden sufrir también los humanos y que, en determinadas circunstancias, resulta muy peligrosa. En el caso de este cachalote, derivó en que las bacterias intestinales proliferaran sin control, se expandieran fuera del aparato digestivo y terminaran causando una septicemia.

Esta es la segunda vez que se documenta en cetáceos una septicemia por una bacteria concreta presente en el intestino de los animales marinos (Edwarsiella tarda), pero nunca hasta ahora se había asociado a obstrucciones del aparato digestivo por piedras de ámbar gris.

Los autores de esta investigación consideran que su trabajo ha “arrojado luz” sobre las potenciales complicaciones que pueden provocar los coprolitos en los cetáceos que los sufren.

“Y también añade más explicaciones sobre por qué en muchos casos estas piedras de ámbar gris se encuentran flotando en el mar. De hecho, esto sucedería cuando el animal aún puede expulsarlos y no están obstruidos en el colon distal”, detallan.

En los últimos 25 años, este equipo veterinario de la ULPGC ha realizado más de 1.200 necropsias a cetáceos varados en el entorno de Canarias, lo que le ha convertido en centro de referencia para la Organización Mundial de Sanidad Animal en mamíferos marinos.

Entre ellos, han examinado 50 cadáveres de cachalotes; nunca ninguno con la sorpresa del ejemplar de la playa de Los Nogales.

Sus responsables comprometieron en su momento a donar al Cabildo de La Palma la piedra de ámbar cuando terminasen sus estudios (ahora están inmersos en el análisis de su composición química), para que este organismo público haga con ella lo que estime oportuno, sin descartar que la venda para una causa benéfica.

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