Crédito Ángel G. Medina- La Indiana.
Saida Santana, autora, protagonista y codirectora de este monólogo teatral, basado en hechos reales, aterriza en La Palma para dar vida a su bisabuela “La Indiana”, tras su paso por Nueva York, Madrid y Canarias. Esta obra narra la lucha de una mujer canaria emigrante a Cuba a principios del siglo XX. Santana se pone en la piel de su bisabuela, Antonia Alemán, para reivindicar su independencia y libertad como campesina en un mundo de hombres.
“Y qué mejor escenario que el Festival de la Palabra al que he sido invitada. Esta décima edición me llevará a la Villa de Garafía a reivindicar la palabra que ellos defienden como un eje fundamental de la cultura de los pueblos. En un monólogo la palabra se hace especialmente importante y en la vida de La Indiana la palabra será el legado de libertad que ella deje a generaciones posteriores”, explica Santana.
La artista grancanaria tras varios meses de rodaje como personaje fijo en la nueva serie original de Antena 3, La Encrucijada, vuelve a las tablas con su historia más personal. “Me encanta poder hacer este paréntesis en medio del rodaje, para cambiar el código más íntimo del audiovisual por un código más abierto como es el teatral y en la isla de La Palma donde la conexión con los indianos es muy profunda”, cuenta Saida Santana.
Codirigida esta versión de La Indiana junto a Paulina Gálvez, creadora del diseño de iluminación y con la creación sonora de Vicente Sanz de León, La Indiana podrá disfrutarse por primera vez en Garafía dentro de la programación de la 10 edición del Festival de la Palabra, en la Casa de la Cultura de Santo Domingo el día 27 de septiembre a las 20.30horas con entrada gratuita y admisión solo a mayores de 13 años.
“Este monólogo está basado en la vida de mi bisabuela, Antonia Alemán Navarro, La Indiana, una mujer libre e íntegra”, explica Santana, “una campesina canaria que emigró a Cuba en busca de un futuro mejor y retornó una década después, rota de dolor con cinco hijos y sin marido. Ella reivindicó su independencia y libertad como campesina en un mundo de hombres. Se negó a casarse de nuevo, y no solo sacó adelante sus más de 3 fanegadas de tierra, la ganadería y a sus cinco hijos, sino que comercializó y distribuyó en Canarias la semilla del rábano, lo que ayudó a salir de la pobreza a muchas familias, ganándose así el respeto de los agricultores de la época quienes la apodaron, Antoñita La Indiana”.
A lo largo de 60 minutos Saida Santana hace un viaje emocional y espacial por los momentos clave en la vida de La Indiana: una desoladora despedida de sus padres en el Puerto de la Luz, la alegría y el flirteo con su amado Juan en la descamisada del millo, divertidas conversaciones con su hermano en la tierra de Hoya de Parrado que les vio nacer, o el viaje en tren desde La Habana a Jagüey Grande, en Cuba. A los momentos luminosos se unen otros más oscuros: la muerte de su marido y un viaje de vuelta en tercera clase, sola y con cinco hijos en el vapor Balmes, el reencuentro con sus padres marcados por el tiempo y su lucha por ser respetada como agricultora y ganadera en un mundo de hombres.
En el proceso de documentación Santana ha contado con sus recuerdos de La Indiana, que murió cuando ella tenía 6 años, y los testimonios directos de su padre, Juan Santana Alemán, quien se crió con ella y recibió toda su sabiduría y legado de libertad.
“Todo lo que relato es cierto. Mi padre me ha ayudado mucho rescatando fechas, vivencias y documentos, de archivos y de su memoria. Compartir con él este proceso de reconstrucción de la memoria familiar ha sido un gran regalo para mí”, explica Santana, quien añade que solo se ha permitido alguna licencia poética que no afecta en absoluto la verdad del relato. La escritura además ha contado con la supervisión dramatúrgica del dramaturgo y director Fernando Calzadilla. El texto teatral ha contado con la ayuda a creación de textos teatrales 2020 de la Comunidad de Madrid.
Además, para llevar a cabo este proyecto Saida Santana obtuvo en el 2018 una residencia de investigación en el Centro de Estudios Canarias-América del Hunter College de la Universidad de la Ciudad de Nueva York y el Centro Cultural Cubano de Nueva York. Bajo la tutela de la doctora María Hernández Ojeda, cofundadora del CECA, Santana entrevistó a diversos cubanos descendientes de canarios. Además fue producido audiovisualmente en pandemia con la financiación del Centro Cultural Cubano de Nueva York, quien lo exhibió en streaming en la clausura de su 19 Congreso anual, “España en Cuba: un ir y venir”.
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GALVA
Sí…
También tenía vecinas a las que les pasó eso, con sus maridos, en Venezuela.
De crio no me daba mucha cuenta; pero ya más talludito, algunas cosas no me encajaban, y mi madre me contaba esas historias de emigrantes que no volvieron, y dejaron familias atrás…
Pero es que mis abuelas, y muchas señoras de esa época que conocí, de sumisas, ni un pelo.
Ni uno.
Y ahora erre que erre que si vivían dentro de un burka.
Las que conocí, la mayoria , nada de eso….
Menudas ” abuelas ” conocí yo; con más voluntad que sus nietas progres. Había un problema; Pues a agarrar el toro por los cuernos. Nada de llantinas, ni derrotismo.
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manolosan
Mmmm, ud. tuvo suerte Galva. Y sé de mujeres que se quedaron aquí y bien que sufrieron (y trabajaron eso sí), sacando a la familia pa’lante solas (vecinas de mi abuela p. e.) porque el Don encontró “otra” allende los mares… Su bisabuelo, chapeau. Lo que pasa es que ahora están rebuscando historias que se acoplen a sus idearios. Si dentro de X años hay un cambio, pasará lo mismo.
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GALVA
Pues la mia , por via paterna, arrendo una Finca azucarera en Camaguey, y con lo que le saco compro platanera en Tazacorte.
Mi bisabuelo sabía que ella era la empresaria y la apoyó, pero no se metía en lo que no se le daba.
Menos ” literatura feminista ” , que el sometimiento era de la que de dejaba someter.
Vamos…En la huerta se aprovecha mejor el tiempo.
Y encima con dinero público.
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