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Ermita de Nuestra Señora del Carmen-Santa Cruz de La Palma, una bella construcción sin servicio de agua potable ni aseo

La Ermita de Nuestra Señora de El Carmen de Santa Cruz de La Palma es un pintoresco enclave de nuestro entorno local situada al norte de la población, que enriquece el paisaje y el patrimonio desde el siglo XVIII cuando un hacendado local, presbítero y médico, el padre Isidoro Ferrera Arteaga la construye en su finca en la primera mitad del siglo, y que más tarde pasará al culto público hacia 1777.

Es una ermita abierta al servicio religioso el cual se celebra una vez al mes por el párroco de Nuestra Señora de La Encarnación, y al que acuden un nutrido grupo de fieles cristianos que disfrutan del paraje con ese matiz bucólico que reúne en un mismo lugar, espiritualidad, recogimiento y naturaleza que permite por unos momentos abstraernos del bullicio del tráfico y las prisas de la vida diaria. Tiene un fácil acceso y aunque de pequeño aforo, cuenta con valiosas piezas de arte sacro que dignifican el lugar y nos sumergen en un clima de tranquila quietud y reconfortante silencio, y donde se celebra cada mes de julio su festividad con recorrido procesional incluido.

Y es una verdadera lástima que una proporcionada y bella construcción que ennoblece nuestro patrimonio no cuente con algo tan básico como es un servicio de agua potable y aseo que permita al local y al foráneo tener cubiertas sus necesidades naturales y fisiológicas que cualquier otro edificio público ofrece; y aquí es donde hay que poner la crítica, pues tanto las entidades locales como el mismo obispado no han sabido ofrecer y dignificar esta ermita en pleno siglo XXI dotándola de tal elemental servicio. Todo esto y más aún en un año lustral en el que se esperan tantos miles de visitantes, no hace más que opacar esa imagen de alto nivel cultural que desde alguna poltrona política se quiere dar hacia el resto de la isla y al exterior.

Y me consta que tal equipamiento ha sido solicitado por algún ciudadano y vecino a los políticos locales e insulares, pero sin resultado alguno.

En definitiva, señoras y señores ¿qué imagen queremos dar al exterior?, aquella de dignidad y capitalidad de una ciudad pequeña, pero moderna y vanguardista o la de un pueblucho de mala muerte.

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