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Opinión
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LP-2 pal carajo

Hay una canción muy famosa de Joana Santos que, visto lo visto, la verdad es que es perfecta para describir las sensaciones de impotencia tan grandes que tantos y tantos palmeros tenemos con respecto a la política. La canción dice así:

Ya te olvidé
Te juro que
Fuiste mi error
Coge y arranca pal carajo
Que ya te olvidé, cabrón

¿Cómo no vamos a querer olvidar y mandar pal carajo a todos los políticos de nuestra tierra?

Llevamos cuatro años, hablando claro, muy jodidos.

Pero mientras, algunos han cobrado indemnizaciones. Y no sabemos siquiera quiénes han sido.

Otros han ganado dinero a espuertas. En obras, rehabilitaciones e inventos sin sentido ni planificación alguna.

Incluso hay quienes han conseguido adjudicaciones a diestro y siniestro para engordar sus carteras amparados en el recurso de la urgencia.

¿Pero qué hemos recogido nosotros en este tiempo? -la gente humilde de esta isla-.

Nosotros no hemos recogido nada.

Lo único que hemos pillado a diestro y siniestro han sido faltas de respeto a nuestra dignidad. Faltas absolutas de respeto llenas de carreteras olvidadas como la LP-2, tuberías de agua abandonadas por falta de voluntad para rehabilitarlas, falsas promesas incumplidas de recuperación de vías y otras obras muy necesarias. Y en el colmo de los colmos intentos de apropiarse de nuestras propiedades con declaraciones malintencionadas de espacios naturales. Y tantas y tantas cosas más.

Lo único que recogemos una y otra vez los humildes es la falta de respeto absoluta por parte de la clase política insular y canaria hacia nosotros.

Y ahora en el colmo de los colmos nos quieren meter un túnel en la LP-2.

Quieren perforarnos el último ano que nos quedaba, el de la esperanza de que todo mejoraría.

Pero la verdad es que siempre les hemos importado un carajo. Son los ricos los únicos que les importan. Los hoteles, las empresas, los terratenientes…

Para ellos habrá las carreteras y obras que hagan falta. Y si no hacen falta, también las habrá. Como el túnel de El Remo a La Zamora. Todo sea por los hoteles, las empresas y los terratenientes.

Así que visto lo visto solo me queda decirles algo alto y claro, para al menos quedarme con mi consciencia tranquila. Para que al menos alguien pueda escucharlo.

Aunque me quedaré, eso sí, con la esperanza soterrada en la incomprensión de ver cómo nos tratan.

Así que, como diría Joana Santos: “señores políticos, váyanse todos pal carajo”.

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