La Virgen alcanza la Nave en medio de una gran marea humana. Foto de Saúl Santos.
La Virgen de las Nieves se despide hoy jueves de la ciudad hasta dentro de cinco años y regresa a su Santuario en el Monte. Foto de Saúl Santos.
Los mayordomos colocan a la Virgen de las Nieves en su trono instalado en la parroquia matriz de El Salvador. Foto de Saúl Santos. Bajada de 2010.
La Virgen de las Nieves, en el interior de la parroquia matriz de El Salvador. Foto de Saúl Santos.
El alcalde, Juan Ramón Felipe, junto al presidente del Gobierno canario, la presidenta del Cabildo y el clero, a la llegada de la Virgen a la parroquia matriz de El Salvador. Foto de Saúl Santos.
Loa a la Virgen de las Nieves a su llegada la plaza de España interpretada por la Orquesta de Cámara y Coros de la Bajada de la Virgen. Foto de Saúl Santos.
Detalle de la llegada de la Virgen de las Nieves a la plaza de España. Foto de Saúl Santos. Bajada de 2010.
Loa de recibimiento a la Virgen de las Nieves a su llegada a la plaza de España, llena de gente. Foto de Saúl Santos.
La Virgen de las Nieves hace su entrada en la plaza de España, donde la aguarda también numeroso público. Foto de Saúl Santos.
La Virgen de las Nieves, en el centro de la ciudad. Foto de Saúl Santos. Archivo.
Bajada de la Virgen de 2010. Foto de Saúl Santos.
La Virgen de las Nieves, a punto de llegar a plaza de España, acompañada por el clero, autoridades y cientos de fieles. Foto de Saúl Santos.
Los mayordomos que cargan a la Virgen. Foto de Saúl Santos.
La Virgen en su entrada tirunfal a Santa Cruz de La Palma acompañada por una maera humana. Foto de Saúl Santos.
Entrañabe imagen tomada por Saúl Santos de una abuela con su nieta al paso de la Virgen de las Nieves por las calles de Santa Cruz de La Palma. Foto de Saúl Santos.
Dos mujeres tiran flores a la Virgen de las Nieves desde un balcón. Foto de Saúl Santos.
Preparan el incienso para la Virgen de las Nieves. Foto de Saúl Santos.
Tripulación del Barco de la Virgen. Foto de Saúl Santos.
Salvas en honor a la Virgen durante la representación del Diálogo entre el Castillo y la Nave. Foto de Saúl Santos.
El Barco la Virgen, que alberga el Museo Naval, rodeado de una gran marea humana y de la Virgen de las Nieves en la Bajada de la Virgen de 2010. Foto de archivo de Saúl Santos.
La Virgen alcanza la Nave en medio de una gran marea humana. Foto de Saúl Santos.
La Virgen se dirige en procesión, acompañada por las autoridades y el clero, hacia el Barco para hacer su entrada en la ciudad. Foto de Saúl Santos.
La Virgen de las Nieves a su paso por delante del Castillo. Foto de Saúl Santos.
Pólvora en honor a la Virgen. Foto de Saúl Santos.
La Virgen de las Nieves su paso por delante del Castillo. Foto de Saúl Santos.
También por mar, el Ejército acompañó a la Virgen. Foto de Saúl Santos.
La vela que alumbraba a la Virgen. Foto de Saúl Santos.
Salida de la Virgen de las Nieves de la iglesia dfe Encarnación. Foto de Saúl Santos. Archivo.
Salida de la Virgen de las Nieves de la parroquia de la Encarnación donde pasó la noche. Foto de Saúl Santos.
Desfile militar en honor a la Virgen de las Nieves, en la plaza de la Encarnación, esta mañana. Foto de Saúl Santos.
La Virgen de las Nieves realizó ayer su entrada "triunfal" en la ciudad acompañada del clero, de las autoridades municipales, insulares y regionales, y de miles de fieles que demostraron una vez más su incondicional amor a la Patrona, que ya descansa en la parroquia matriz de El Salvador, donde permanecerá hasta el 5 de agosto.
Un lustro más, uno de los momentos más bonitos de esta jornada festiva y calurosa se produjo durante la representación del Diálogo del Castillo y la Nave, al paso de la procesión por el barranco de nuestra señora de las Nieves, obra original del poeta y dramaturgo palmero Antonio Rodríguez López, que representa un homenaje al pasado naval de la Isla y al patronazgo marinero de la Patrona palmera. Una gran marea humana rodeó el Barco, que parecía que realmente estaba en el mar, para presenciar este delicioso acto.
El Diálogo representa un intercambio de réplicas dramatizadas entre el Castillo, que en lo alto del risco defiende la Isla del embate de los piratas, y la pacífica Nave, enclavada en el fondo del barranco, que simula acercarse a la orilla insular portando un misterio en su interior.
Las palabras amenazantes de la fortaleza («No prosigas tu rápido camino / sin decirme tu nombre y tu destino») y las respuestas tranquilizadoras del navío («Tu furia enfrena») resuenan en el ambiente, pero finalmente los marinos anuncian, por medio de su vocero, que transportan a la sagrada persona de María; es entonces cuando el Castillo transforma sus amenazas en palabras de bienvenida («¡Salve Nave feliz! Surque tu quilla / el mar que baña la palmesana orilla») y sus cañonazos en «salvas de amor y pleitesía» y éstos, a su vez, hallan eco en la artillería del barco.
Un momento espectacular, tras el cual la procesión prosiguió su marcha y la Virgen hizo su entrada en la calle Real recibiendo los aplausos de la multitud que se agolpaba en las aceras, vivas y flores que le tiraban desde balcones y ventanas. Todos querían ver a la Virgen y acompañarla en su recorrido por las principales calles de la ciudad. Y así fue, porque durante todo el recorrido la Virgen contó con el calor de un pueblo que la venera.
A su llegada a la altura del ayuntamiento, la Virgen fue recibida también con aplausos y vivas y la emoción se reflejó en el rostro de mucha gente. "Qué preciosa está la Virgen", decía una mujer muy emocionada. Unos minutos después, la Patrona era subida hasta la plaza de España donde se produjo otro de los momentos importantes con la representación de la Loa de recibimiento, con letra del dramaturgo romántico Antonio Rodríguez López (1836-1091) y música del también palmero Alejandro Henríquez (1848-1895), interpretada de forma brillante por la orquesta Cámara y coros de la Bajada de la Virgen.
Posteriormente, tuvo lugar la entrada de la Virgen en la parroquia matriz de el Salvador, llena hasta hasta la bandera, quedando instalada en su trono bajado en romería el 4 de julio y la misa pontifical presidida por el arzobispo emérito de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo. Con él concelebraron el obispo, Bernardo Álvarez, y el arzobispo emérito de Zaragoza, Elías Yanes. En el templo se encontraban también las primeras autoridades autonómicas, insulares y locales, encabezadas por el representante del Rey, el presidente del Gobierno canario, Paulino Rivero.
En su homilía, el cardenal Amigo comenzó destacando la letra de los Enanos "del mester de juglaría, guardamos la tradición, versos de la devoción, trova de la cortesía que tiene su inspiración, su razón y su alegría en la hermosa advocación de la Virgen de María". Amigo destacó que es una hermosa manera de sintetizar esta Bajada: Tradición, devoción, cortesía, razón, alegría.
Para el cardenal, "La Palma no es sólo una isla donde se ha nacido, sino que también es una forma de ser, una cultura, una tradición, un espíritu". En esta cultura – indicó- el protagonista es Jesucristo, que nos ha querido dejar esta devoción tan grande a su madre bendita, a quien en La Palma invocamos como Virgen de Las Nieves. Por eso – señaló- "la verdadera devoción a la Virgen María es el encuentro con Jesucristo". Nosotros, "somos su voz, pero sólo Jesucristo es la Palabra, y esa Palabra se hizo hombre en las entrañas de la Virgen María".
En otro momento, Carlos Amigo recordó la importancia de aquellos que ejercen la caridad política, la caridad intelectual, la caridad social. "Cuestiones todas que en estas fiestas que estamos celebrando se armonizan bellamente". El cardenal recordó a los antepasados, los cuales nos podrían recordar que "esto lo más grande que nos han dejado".
Algunos, prosiguió el cardenal, "podrían decir que somos hipócritas" porque en estos días miramos mucho a Dios y a la Virgen, pero durante el resto del año no lo hacemos. Pero, en verdad, es en jornadas como éstas de la Bajada de la Virgen, cuando somos más auténticos, ya que vivimos intensamente el amor a Dios y a la Virgen, la vida familiar, la alegría, y otros valores fundamentales de la vida humana". "Ello es así -concluyó el cardenal – porque lo nuestro no es el mal, la injusticia, el odio…lo nuestro es el amor, la paz, la armonía, la alegría y María que es la "causa de nuestra alegría". Al final de la Misa se impartió la bendición papal.
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