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La Virgen de las Nieves regresó a su Santuario acompañada por una multitud

  • Miles de personas mostraron su devoción y afecto a la Patrona de la Isla
  • El alcalde pidió a la Patrona que nos dejara su espíritu conciliador
  • González Taño pidió ayuda la Virgen para superar esta etapa difícil

Mucha gente, miles de personas, acompañaron ayer, 5 de agosto, festivo en toda la Isla, a la Virgen de las Nieves en la procesión de retorno al Real Santuario Insular, con la que ha concluido la 67 edición de la Bajada. El pueblo, una vez más, no falló y le mostró a la Patrona a pie, con muletas, o en silla de ruedas, su devoción y cariño incondicional en todo el recorrido en el que fue agasajada con flores, loas y ofrendas musicales. Todo en su honor.

Sobre las 08:20 de la mañana la Virgen, que llevaba en esta ocasión un vestido verde, salía de la parroquia matriz de El Salvador en medio de los aplausos de la gente y de la música, el himno nacional, tocado de forma magistral por la Banda de Música San Miguel, y unos pocos minutos más tarde comenzaba la procesión. A la altura del Ayuntamiento los custodios giraron varias veces a la Virgen para que los muchos fieles allí congregados la pudieran ver y luego la comitiva reanudó la marcha, calle Real arriba, seguida por una gran marea humana. El fervor se palpaba en el gentío que en todo momento acompañó a la Patrona en el recorrido por las calles capitalinas en la que se respiraba un ambiente festivo y de devoción. 

En su lento avance, la Virgen de las Nieves, que era admirada desde ventanas, balcones y azoteas, desde donde los vecinos lanzaban pétalos de flores a su paso, llegó a la urbanización Benahoare y allí fue agasajada con ángeles que le tiraron flores, con una hermosa Loa de despedida del año 1765, con una ofrenda musical y con unas palabras del alcalde, Juan Ramón Felipe, que se despedía así de la Patrona hasta su próxima visita a la ciudad, en el año 2015. En su breve intervención, el alcalde pidió a la Patrona que dejara al menos entre nosotros el espíritu de tu Bajada. "El espíritu que en cada lustro nos hace olvidar las diferencias y nos anima a trabajar en común; que nos ayuda a superar las adversidades; que extrae lo mejor de nosotros mismos y lo pone al servicio de los otros; el espíritu que hace posible lo imposible".

"En estos tiempos duros, -prosiguió el alcalde-, en estos tiempos difíciles, deja también, Madre, entre nosotros, el consuelo de tu alegría. No permitas que el pueblo de La Palma sucumba al desaliento, no nos dejes abatir por la melancolía". Santa Cruz de La Palma, dijo Juan Felipe, te despide hoy con el corazón conmovido, pero con la esperanza de quien tiene la certeza del reencuentro.

Posteriormente, la Virgen, portada por los esforzados custodios, reanudaba su marcha barranco de las Nieves arriba hasta llegar a la altura de la Cueva del Roque, donde los benahoaritas y castellanos volvieron a escenificar en la "alegoría" de la Conquista la lucha por imponerse, hasta que Ella medió y pudo proseguir su marcha. La investigadora María Victoria Hernández narra este especial momento así: "Por el camino, una voz interrumpe el sosiego procesional de los miles de devotos congregados. Las miradas se dirigen hacia una gruta de amplia abertura. Retumbado por el eco del barranco se escucha: Atrás, atrás, no prosigáis subiendo ese sendero. Retornad a la orilla". La respuesta de la tropa castellana es convincente:"Miradle, éste es el pueblo palmero, los hijos de La Palma, que guardan la fe del castellano, del guanche, la virtud". Refieren a la Virgen "que algún día los guiará a la gloria la voz de Tanausú". La comitiva, que en sus hombros carga a la  Virgen de las Nieves, se dispone a continuar al grito de "Paso al pueblo palmense". Las llamadas de los bucios que convocan a los aborígenes no impiden que la imagen continúe su retorno al templo".

Y, en efecto, terminada la representación bajo un sol de justicia, la imagen continuó su marcha hacia el Santuario pero no sin antes hacer otra parada más arriba ya que los vecinos del Roque recrearon un cuadro plástico en el que este año se cantó un emocionante Ave María. Y a partir de ahí continuó la ascensión no exenta de dificultad porque el calor apretaba y la Virgen y las andas de viaje pesan (más de quinientos kilos, aunque dicen que en la subida pesa menos que en la bajada porque la Virgen quiere llegar pronto a casa). Y precisamente en ese tramo final de subida del barranco, donde las fuerzas de los custodios que cargan la imagen empiezan a flaquear y la pendiente es más pendiente, las palabras de aliento de los fieles no cesan y los vivas a la Virgen tampoco.

"Vamos, vamos, que tenemos que llegar a las doce", decía uno de los custodios, y eran las doce menos cuarto y faltaba un trecho largo, pero sobre las doce y siete minutos aproximadamente la Virgen portada a hombros por los custodios hacia su entrada en la plaza del Santuario entre aplausos, vivas y pétalos de flores y con el acompañamiento musical de la Banda de Música San Miguel y el sonido de los bucios. En la plaza no cabía un alma más.

A continuación, tras la tradicional ofrenda floral de los guanches, y la interpretación del Himno Nacional, la imagen de la Virgen entró en el Santuario. Trasladada de las andas de viaje a las de baldaquino, dio comienzo  la eucaristía presidida por el obispo, Bernardo Álvarez y concelebrada, entre otros sacerdotes palmeros, por el Obispo emérito Damián Iguacen y los dos vicarios generales de las diócesis.

Álvarez, tras agradecer la presencia de las autoridades eclesiásticas y civiles, y saludar a todos los fieles, recordó el lema que ha acompañado todo el sentir de esta Bajada de la Virgen 2010: "María causa de nuestra alegría". Pidió la intercesión de la Virgen para que permanezcamos en la voluntad de Dios y así mantenernos firmes en la auténtica alegría.

Al recordar el río humano que ha acompañado a la Virgen, invitó a experimentar el orgullo de ser y sentirnos creyentes, "en una isla en la que muchos se preocupan por transmitir la fe. Orgullosos de ser agua viva. Torrentes de agua viva para dar vida al mundo, para ir sembrando esperanza, para ir mostrando el amor de Dios al mundo". Para ello, Álvarez pidió a la Virgen que "nos ayude a encontrarnos con Cristo resucitado la fuente de la verdadera alegría, y convertirnos así en testigos de su amor misericordioso".

Tras la homilía, la presidenta del Cabildo, Guadalupe González, realizó la ofrenda a la Patrona, en la que habló de esperanza, ilusión y fortaleza para salir adelante en medio de las dificultades. "En estos momentos de dificultad, Señora, has sido una luz en el camino, has sido, Virgen de Las Nieves, la causa de nuestra alegría. Nos has devuelto, Madre, el orgullo y la ilusión de ser palmero, nos has recordado que este pueblo fuerte y unido que te ama, sabrá salir adelante. Has brindado una sonrisa a los que la precisaban, has consolado como nunca a los que por razones de salud o laborales más lo necesitan".

"Te rogamos hoy, Madre de todas las Madres, por tus hijos los palmeros, por lo de aquí o en cualquier lugar del mundo están sufriendo, por los que han venido a verte y por aquellos que por algún impedimento no han podido venir".

"Te ofrecemos Señora de Las Nieves, dijo la presidenta, nuestro esfuerzo diario, ayúdanos a superar esta etapa difícil, danos sabiduría para encontrar el camino correcto, paz de espíritu para ayudar a nuestros semejantes".

Como ofrenda material, la presidenta entregó para el Museo del Santuario un cuadro de Hugo Pitti en el que se ve a la Virgen de las Nieves en su sillón de viaje y a los Enanos que la rodean de manera graciosa. En palabras de la presidenta del Cabildo "los Enanos que danzan cada cinco años en tu honor representan en este cuadro al pueblo que te ama. Danzantes anónimos como nosotros te visten y engalanan para bajar a vernos. Esperamos que este cuadro te recuerde en estos cinco años cuanto te queremos".

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