Imagen del proyecto del Telescopio Gigante Europeo.
Después de que se haya conocido que finalmente la Fuente Europea de Neutrones por Espalación (ESS) no se construirá en Bilbao, sino en la ciudad sueca de Lund, a orillas del Báltico, España afronta la recta final para hacerse con el segundo de los proyectos de gran ciencia a los que aspiraba: El Telescopio Gigante Europeo o el Telescopio Europeo Extremadamente Grande (E-ELT), promovido por el Observatorio Europeo Austral.
De hecho, con la pérdida del proyecto de Bilbao se abren nuevas expectativas dado que se especulaba con el hecho de que España optara con más ahínco por el programa de neutrones que por el telescopio que se instalaría en el Observatorio del Roque de los Muchachos.
¿Pero son ciertas estas expectativas? ¿Hay un compromiso firme por parte de las administraciones, instituciones como el Instituto de Astrofísica de Canarias? ¿La sociedad, a través de sus organismos representativos, se han volcado en apoyar que el supertelescopio venga a La Palma?
Hasta ahora, por lo que se puede entresacar de las declaraciones públicas consultadas, el respaldo es tibio y el compromiso no pasa de meros buenos gestos sin que, de momento, se haya hablado de una apuesta presupuestaria, por ejemplo.
Entre las ventajas de realizar este proyecto en La Palma, frente a su competidor Chile, se ahorrarían más del 15% del presupuesto estimado para su ejecución, unos 1.000 millones de euros. El comité evaluador para la ubicación de este telescopio emitirá un informe confidencial dirigido al Consejo de la organización en diciembre de este año, al que meses más tarde, entre mayo y junio de 2010, le sucederá la votación de los 13 países europeos que integran el European Southern Observatory (ESO).
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