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Conmemoración

El Teneguía cumple cuarenta años de su erupción

  • Juan José Santos: “Fue un volcán excepcional y único”
  • Díaz Lorenzo: “Los bares no daban avío a vender comida, dulces y vasos de vino”.
  • María Victoria Hernández: “Nunca olvidaré el ruido antes de los temblores"”

La erupción del volcán Teneguía en el año 1971 acaparó la atención mundial. Foto del Instituto Geográfico Nacional.

Un día como hoy, 26 de octubre, hace cuarenta años entraba en erupción el volcán Teneguía, en Fuencaliente, y con él todas las miradas del mundo se concentraron en esta pequeña isla del Atlántico durante los 24 días que estuvo activo, del 26 de octubre al 18 de noviembre de 1971, arrojando toneladas de lava al mar ante las miradas de asombro de cientos de curiosos que pudieron ver en directo el espectáculo natural a menos de un kilómetro de distancia.

El Teneguía, que hasta la reciente crisis sísmica de El Hierro, era el volcán más joven de España, hizo crecer la Isla varias cientos de hectáreas y desde entonces se ha convertido en un reclamo turístico de primer orden recibiendo la visita anual de más de 100.000 visitantes.

El conocido fotógrafo Juan José Santos, natural de Fuencaliente, tenía 22 años cuando estalló el volcán y lo recuerda con intensidad, como si hubiera ocurrido ayer. "Estuve a todas horas muy cerca del volcán, hice fotos, aunque me queda la pena de no haber grabado las imágenes en vídeo por la falta de medios, me queda esa pena, pero fue algo intenso".

Santos cree que el Teneguía ha significado muchísimo para el pueblo y para la Isla y piensa que una erupción volcánica, en contra de lo que mucha gente cree, trae más beneficios que perjuicios siempre que no haga daño. "En Hawaii la gente convive con los volcanes y aquí quizás nos meten demasiado miedo, pese a que estamos donde estamos y pese a que somos unas de las zonas más activas del mundo y tenemos que convivir con ello", dijo.

Para Juan José Santos, el Teneguía fue un volcán "excepcional y único" por la época en la que salió, que no se restringía tanto el acceso como está ocurriendo ahora en El Hierro, y por el lugar, porque "no hay un sito mejor para poderlo ver, a menos de un kilómetro de distancia". De hecho, en las fotos de la época se puede ver a la gente sentada en la montaña viendo el volcán horas y horas durante los días que estuvo activo, que fueron muchos, apuntó.

Otro fuencalentero que también guarda en la memoria la erupción del que hasta hace pocos días era el último volcán que había entrado en erupción es nuestro país, es el Cronista Oficial de Fuencaliente, Juan Carlos Díaz Lorenzo, que tenía entonces 12 añitos. "Cuando comenzó la erupción del volcán Teneguía, mi familia estaba en Tenerife -había comenzado el curso escolar, yo tenía entonces 12 años- y recuerdo que seguíamos con mucha atención las noticias de TeleCanarias, con imágenes en blanco y negro y las crónicas que publicaba El Día y La Tarde. Ese mismo día, recuerdo ver a don Juan Torres, maestro nacional, hablando por la tele de la gran preocupación latente porque no se sabía por dónde iba a reventar el volcán. Poco después llegó la confirmación de la noticia, de que había sido por debajo del volcán de San Antonio. Aquello fue un alivio, pues familiares míos habían participado en cuadrillas que vigilaban el monte siguiendo las indicaciones de las autoridades, para que avisaran a toda prisa por si salía humo blanco o gases del terreno".

"Mi familia en Fuencaliente -recordó- se fue unos días a Santa Cruz de La Palma, a casa de unos familiares, aunque regresaban todos los días para ver el volcán y atender el ganado y las huertas. Cuando llegamos a Fuencaliente, a los pocos días, después de superar las dificultades del transporte marítimo, pues Trasmediterránea mantuvo el mismo servicio, el espectáculo fue indescriptible. Miles de personas acudían al pueblo, hasta la montaña de Las Tablas, un mirador natural desde el que podíamos ver un volcán turístico, ya que hubo días que visitaron el pueblo más de 15.000 personas".

Díaz Lorenzo explicó que los científicos -José María Fuster, Telesforo Bravo, Agustín Hernández-Pacheco y un joven Juan Carlos Carracedo, entre otros- y las autoridades tenían su cuartel general en el ayuntamiento, mientras que los periodistas -Domingo Acosta Pérez, Juan Francisco Pérez, Luis Ortega Abraham, Angel Tristán Pimienta y los cámaras (entre ellos Javier Cobiella) y los fotógrafos, hicieron lo propio en el Bar Parada, desde donde daban sus crónicas por teléfono.
Los bares, dice, no daban avío a vender comida, dulces y vasos de vino. La Guardia Civil estableció un firme control y se organizó el tráfico en sentido de las aguas del reloj, de Santa Cruz de La Palma, a Fuencaliente y regreso por el túnel de la Cumbre.

En su relato, Juan Carlos Díaz Lorenzo nos comentó que sus padres estaban aparentemente tranquilos, "dentro de lo que cabe, y como ellos otros contemporáneos suyos, porque habían vivido el volcán de San Juan (1949), siendo unos muchachos". Pero, adviertió, "a todos nos impresionó, y mucho, hasta el punto de que el volcán Teneguía fue un tema recurrente durante muchísimo tiempo, además de ir a verlo, ya apagado, y en estado de fumarolas, cada vez que íbamos a Fuencaliente y cuando ya se puso, hasta el mismo cráter".

Recordó también las llamadas de teléfono -por conferencia, que decían entonces- de los parientes que vivían en Venezuela, "más preocupados que nosotros por algunas noticias alarmistas que había publicado la prensa venezolana".

Desde entonces y, sobre todo, en los últimos años, subrayó Díaz Lorenzo, el volcán Teneguía, lo mismo que el volcán San Antonio, es el principal atractivo turístico de Fuencaliente. "El que los senderistas tengan sus caminos organizados ha contribuido, y mucho, a que se hable más y más de Fuencaliente y a que seamos más conocidos. El Centro de Visitantes de los Volcanes es otro de los instrumentos valiosos y, aún siendo aceptable, sería susceptible de una ampliación y mejora, incorporando más documentos y testimonios", señaló el cronista.

"La ruta de los volcanes, que es uno de los grandes atractivos de nuestra Isla, tiene en los volcanes de Fuencaliente uno de sus máximos exponentes", afirmó el cronista oficial que expone que bien puede completarse el recorrido con una actuación en el faro de Punta Fuencaliente, que respetó la corriente de uno de los brazos de la lava, cuando ya se temía lo peor, y la Fuente Santa, "si es que algún día se decide hacer algo que realmente beneficie a Fuencaliente y a toda la Isla", indicó Juan Carlos Díaz Lorenzo.
 
Quien también vivió inicialmente con temor y luego con emoción el volcán fue la investigadora y consejera del Cabildo, María Victoria Hernández, que tiene todavía grabado en la memoria el "ruido impresionante" que se producía antes de cada temblor y antes de que el volcán explotara. "Si hay algo que nunca olvidaré es el ruido; milésimas de segundo antes de temblar las cosas se oía un ruido impresionante. Ese ruido lo tengo metido dentro de mí porque te daba tiempo de decir que venía otro temblor".

La investigadora palmera dijo que cuando explotó el volcán fue algo positivo, desde Los Llanos se veía el resplandor, pero que sin embargo los previos fueron dolorosos por el miedo que había. "La gente en Los Llanos con los temblores nos echábamos a la calle y nos reuníamos en las plazas, los bares abrían a las dos o las tres de la mañana para tomar café y aquello era un desfile de trajes de pijamas, de batas, y cuando amanecía nos íbamos para casa. Durante el día la sensación de miedo se disipaba pero era angustioso porque en la radio no había información".

Otro hecho que destacó María Victoria es que, pese a las limitaciones de medios que había, las cosas se hicieron con tino porque recuerda que ella iba de Los Llanos a Fuencaliente y tenía que regresar por la cumbre, porque no podía volver para atrás ya que el tráfico se orientó en la dirección de las agujas del reloj para evitar desgracias. Y funcionó.

"Yo creo que fue un atractivo científico y un espectáculo grandioso de la naturaleza. Y la prueba es que se hicieron vuelos especiales a La Palma y alguno no aterrizo, soportando importantes turbulencia, para ver el volcán desde el aire", comentó María Victoria Hernández, para la que "ver un volcán activo es impresionante y ver nacer la tierra también". "Yo que lo viví, lo puedo decir, allí no había nada, era un llano. Lo increíble es ver nacer la tierra, aquello era un parto y ahora, 40 años después, la vegetación ya está poblando esa tierra".

 

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