Homenaje a Candelaria Manso, doña Lala, en el Teatro Circo de Marte capitalino el pasado jueves, con motivo del Día Internacional de la Mujer.
El Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma rindió el pasado jueves en el Teatro Circo de Marte un emotivo homenaje a Juana Candelaria Manso Piñero, con motivo del Día Internacional de la Mujer. Un homenaje que coincide con el 25 aniversario de la puesta en marcha del servicio de ayuda a domicilio del Ayuntamiento capitalino, que fue pionero en la Isla y cuya primera auxiliar fue precisamente "doña Lala", como se conoce popularmente a la homenajeada, una persona que, dijo el alcalde, Sergio Matos, "dignificó el auxilio humanitario". "El amor por su trabajo y su extraordinaria humildad son los dos pilares sobre los que D.ª Lala ha conducido su tarea con una envidiable vocación de entrega. Esa vocación, convertida en profesión por propia voluntad, hace de ella un modelo con el que guiar nuestros pasos en el presente".
"Por todo ello, manifestó el alcalde, le ofrecemos este reconocimiento, Doña Lala, porque es el claro ejemplo a seguir por todos nosotros y que su labor solidaria, justa y de avance social será siempre un punto de referencia en nuestro compromiso para con la mujer".
Discurso íntegro del alcalde
"Dignísimas autoridades, Sras. y Sres.:
La celebración del Día Internacional de la Mujer supone, antes que nada, el reconocimiento implícito de que a lo largo de nuestra historia, incluso de la más reciente, la mujer ha sido casi siempre la protagonista del segundo plano. Y ello, no porque pueda calificarse de menor importancia la presencia femenina en prácticamente todas las esferas de nuestra vida pública y privada. En este sentido, la jornada de hoy se ha convertido en los últimos años en un pretexto desde el que tratar de subsanar abiertamente esa deuda que nuestra ciudad y sus habitantes mantienen todavía con tantos nombres de mujer que han marcado una época.
La protagonista de esta tarde es D.ª Juana Candelaria Manso Piñero, a quien cariñosamente conocen sus allegados, y ella misma se da a conocer, con el nombre de Lala. A ella adeuda Santa Cruz de La Palma varios años de trabajo al frente de una de las tareas más antiguas de cuantas se relacionan con ese servicio público que hoy, por ley, vienen a cumplir las Administraciones Locales, la Ayuda a Domicilio, una de las bases reconocidas internacionalmente del llamado Bienestar Social.
En este sentido, lo curioso es que la labor de D.ª Candelaria, una labor que ella y quienes vinieron después convirtieron en oficio, tiene su origen en el nacimiento mismo de la Concejalía de Bienestar Social del Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma que hoy conocemos. Me van a permitir, pues, que brevemente resuma cómo se forjó esta Concejalía y cómo D.ª Candelaria formó parte de ese proyecto administrativo que quienes se dedican profesionalmente a él han convertido en una de las facetas más solidarias, justas y humanitarias que lleva a cabo a diario el equipo humano de este Ayuntamiento.
Fue durante la primera legislatura de la Democracia cuando la antigua Beneficencia, surgida en nuestra ciudad a finales del siglo XVIII por iniciativa del Padre Manuel Díaz, comenzó a tomar una novedosa dimensión que dejaba a un lado el concepto de caridad para entrar de lleno en el terreno, poco abonado entonces, de los derechos adquiridos.
A raíz del movimiento Psicología como Servicio Público, nacido en Cataluña y extendido poco a poco por toda la geografía nacional, los entonces concejales del Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma D. Enrique Arroyo Ramos, D. Luis Martín Herrera y D. Ramón Ramos Pérez, y, muy especialmente, por el empeño de su alcalde, D. Antonio San Juan Hernández, se crea en enero de 1981 el Gabinete Psicopedagógico, que se convirtió de inmediato en el segundo de los de su género fundado en Canarias. Tres psicólogos y un pedagogo, Eulogio Otero Videira, Juan Jesús Arteaga Lorenzo, José Manuel Díaz Calero y Javier Neris Paz y como psicólogo colaborador José Carlos Bravo Sánchez, comenzaron su tarea realizando unos estudios de campo pioneros hasta aquel entonces en La Palma, a través de los distintos colegios del municipio. Desde este centro de trabajo se daba por vez primera una atención profesional, científica y humana a la población infantil de esta ciudad.
Admitido el éxito del Gabinete, casi inmediatamente Antonio San Juan Hernández y su grupo apuestan por la creación del Patronato Municipal del Gabinete Psicopedagógico y Social de Santa Cruz de La Palma. Ya en la segunda legislatura democrática, Antonio San Juan atrae la atención y el interés de una nueva protagonista, Angustias Rodríguez García, responsable de la todavía incipiente Concejalía de Servicio Sociales. Su formación académica y profesional como Asistente Social colegiada y experta en el mundo infantil marcó para siempre un hito en la historia de los derechos sociales en Santa Cruz de La Palma. Angustias Rodríguez señala un momento de gran intensidad gracias a su propia personalidad, a su alegría, a su tesón y a su entusiasmo, ese que logró despertar, en quienes la rodearon, un novedoso interés por el servicio social público. Se pasa entonces del viejo concepto de la caridad, del que depende en gran medida la voluntad de quienes la practican, a la confirmación de un derecho fundamental que garantiza la dignidad de la persona, tanto del individuo que ejerce ese derecho como del que lo recibe.
Angustias Rodríguez, conocedora del medio en que se movía y que hacía amar la profesión, logra un paso más en su proyecto, convocando por primera vez en la isla, oposiciones a una plaza municipal de Asistencia Social. Es entonces cuando entra en acción María Inés González Gutiérrez, apenas una joven de 22 años, que había finalizado sus estudios universitarios y que en aquel venerable año de 1985 comienza su trabajo mediante un análisis de campo de la población de mayores de Santa Cruz de La Palma.
Puesto en marcha el denominado entonces Departamento de Asistencia Social, Santa Cruz de La Palma consigue dos años después, en enero de 1987, avanzar un estadio más abriendo, también de manera pionera en La Palma, el programa de Servicio de Ayuda a Domicilio, con el que, por fin, se respondía a la atención profesional en su propio hogar a las personas mayores con merma de sus facultades y se apoyaba a las familias en su medio habitual, impidiendo de este modo el ingreso de los mayores en los centros residenciales.
Con la aprobación de la Ley de Servicios Sociales del Gobierno de Canarias, donde se regularon cuestiones como la Ayuda a Domicilio, el Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, pionero en esta y otras iniciativas, llegaba con la tarea hecha.
Y es en ese momento cuando ocupa la única plaza de Asistencia Municipal a Domicilio existente en la isla Dña. Candelaria Manso (Lala), en cuyo contrato figuraba entonces como cargo y función «Atención a los ancianos y desamparados». En enero de 1987, D.ª Lala inicia un proceso de cambio de mentalidad, de evolución en la concepción de «la señora que viene a limpiar, a bañar y a hacer de comer», y dignifica el auxilio humanitario desde el convencimiento, la formación y la experiencia, y, sobre todo, desde la solidez de una vocación personal sustentada en el amor al trabajo, que explica que, como una «rueda de fuego», fuera capaz de moverse a pie en unos pocos minutos de un extremo a otro de la ciudad.
D.ª Candelaria nace en Santa Cruz de La Palma en una fecha que a ella no le gusta recordar porque desvela los escondrijos de su edad y que nosotros obviaremos. Hija de una ama de casa y de un agricultor, cuarta entre ocho hermanos, su infancia y su juventud transcurrieron, primero, en la calle Dr. Santos Abreu y, luego, en Calcinas. Con estudios realizados en academias de enseñanza primaria, taquigrafía y mecanografía, a los 18 años empieza a trabajar y a contribuir a la economía doméstica hasta que cumple los 25. Entonces se traslada a Madrid e ingresa como novicia en la Compañía Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Luego es destinada a Tarragona, al Convento de Alixar, donde sirvió como maestra infantil. De nuevo en La Palma con ocasión de la enfermedad de sus padres, tras el fallecimiento de éstos recibe un nuevo destino en el Hospital de San Martín de Las Palmas de Gran Canaria y, después, otra vez en Santa Cruz de La Palma, en el Hospital de Nuestra Señora de los Dolores. Retirada de la vida religiosa, su labor de asistencia a enfermos y a mayores continúa en su estado seglar, iniciando entonces su puesto como responsable de Auxiliar de Ayuda a Domicilio en el Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma.
El amor por su trabajo y su extraordinaria humildad son los dos pilares sobre los que D.ª Lala ha conducido su tarea con una envidiable vocación de entrega. Esa vocación, convertida en profesión por propia voluntad, hace de ella un modelo con el que guiar nuestros pasos en el presente.
Por todo ello, y con motivo de este día de celebración desde el Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma le ofrecemos este reconocimiento, Doña Lala, porque es el claro ejemplo a seguir por todos nosotros y que su labor solidaria, justa y de avance social será siempre un punto de referencia en nuestro compromiso para con la mujer".
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