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Sociedad
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80 años del inicio de la Semana Roja, que frenó en La Palma 7 días el golpe de Estado de Franco

63 residentes en la Isla fueron asesinados, la mayoría de ellos de forma clandestina, por la represión franquista

Los restos de los siete asesinados durante la Guerra Civil recibieron digna sepultura en el cementerio de Fuencaliente, municipio donde fueron hallados tres cuartos siglos después en dos fosas comunes.

“Básicamente, el consenso entre republicanos, socialistas y comunistas fue el instrumento que la sociedad de izquierdas opuso al golpe de Estado. La consistencia de esta alianza permitió contener el pronunciamiento militar y mantener La Palma obediente al Gobierno de la República”. Con estas palabras explica el historiador palmero Salvador González Vázquez la resistencia que ofreció la Isla al golpe de Estado de Franco, que pudo prologar durante siete días, la llamada Semana Roja, la legitimidad democrática hasta la llegada del cañonero Canalejas, el 25 de julio de 1936, que convirtió a la Isla en “retaguardia del bando franquista”.

Hoy, que se cumplen 80 años del golpe de Estado de Franco, parece oportuno rescatar la memoria de aquella sociedad que supo mantener, de forma pacífica y sin derramamiento de sangre, la legalidad constitucional y el orden público, frente a la imposición de la política del terror que que trajo el bando franquista al poner a La Palma bajo su mando.

El investigador Alfredo Mederos señala también a la tradición liberal palmera como uno de los factores que permitió mantener dicha legalidad durante la Semana Roja. El catedrático de Química estima que solo en la isla de La Palma fueron asesinados por motivos políticos alrededor de medio centenar de personas, muchas de las cuales todavía siguen enterrados en lugares desconocidos, sin haber podido tener ni tan siquiera la oportunidad de poder haber sido enterrados de forma digna por sus seres queridos. A éstos hay que añadir aquellos que fueron procesados y ajusticiados fuera de la Isla, como el caso del dirigente comunista José Miguel Pérez, o los que fallecieron en prisión, como el político republicano Alonso Pérez Díaz.

González Vázquez, en su libro sobre el fenómeno de los alzados, como fueron denominadas aquellas personas que se escondieron en los montes de La Palma tratando de escapar de la persecución franquista, cifra en 63 el total de ejecuciones de residentes de La Palma durante la Guerra Civil. De ellos, 51 fueron dados por desaparecidos, eufemismo para calificar a los asesinados de forma clandestina, y 12 fusilados tras un consejo de guerra.

Llama la atención el historiador de Tazacorte sobre el hecho de que 24 de estos desaparecidos eran alzados y otros 15 formaban parte de las redes de apoyo a estas personas, por el simple hecho de llevarles provisiones a los que estaban escondidos en el monte.

Uno de los casos más significativos fue el de los llamados “Trece de Fuencaliente”. Un grupo de alzados, formado por dirigentes de la Federación de Trabajadores y proveedores del pueblo de Puntallana, como los describe González Vázquez, que “fueron caputurados en enero de 1937, en las faldas del Pico de Las Nieves”. Y que tras permanecer varios días encarcelados, fueron conducidos a Fuencaliente para ejecutarlos clandestinamente.

La Guerra Civil también se cobró la vida de muchos jóvenes que fueron movilizados, la mayoría de ellos de forma no voluntaria, por el ejército de Franco. Mederos estima que aproximadamente 300 palmeros fallecieron en el frente, de los 6.000 que fueron llamados a filas.

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