Hasta que despiertas, y miras de reojo, al otro lado de la cama, ese pequeño rincón de recuerdos que la niñez, la adolescencia y la vida os dejaron. Envuelto en lágrimas, en una nube de hielo, que busca viajar para sentir otra vez el último beso. Recordando una ruta, un sendero de montes y curva. que acaban con su calor, al sur.
No duerme contigo, pero sueñas con ella. Sueñas con aquella mirada azul, vestida de un verde intenso, que te pide que te quedes; y que si te vas, vuelvas. Sueñas, sabiendo que no puedes olvidar con otras, lo que un día selló en tu corazón un volcán activo de recuerdos que, aun sin lava, no deja de latir. Sueñas una puesta de sol al cobijo de su sonrisa. Sueñas.
La abandonaste sin miedo. Por un futuro mejor bañado en esperanzas y aquellos recuerdos que acortan distancias. Que dan sentido a un amor lejano que atiende al corazón y no entiende de cobardes.
Y algún día, tras alzar la vista, y ver por fin esa lágrima que, al ritmo de las olas, sólo entienden los reencuentros, os encontraréis. Os encontraréis, porque sigues amando a La Palma. Pero ella, a ti también.
Carlos Fernández Gómez, alumno de 4º Grado en Periodismo de la Universidad Carlos III de Madrid.
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