Mary Nieves Hernández, una palmera que vive en Venezuela. Archivo.
Cómo olvidar
las despeinadas nubes de aquel cielo,
el nacarado brillo de aquel mar,
las cristalinas aguas de su orilla
donde las algas despliegan su cantar
Cómo olvidar el sol que al ocultarse
dejó en mis ojos un rubio carmesí,
perfiles matizados, arreboles sin fin,
la noche hecha de pétalos
la luna sobre el Teide,
las estrellas rompiendo los laureles…
Aquel azul tempranero…
¡nunca he visto otro igual!
El aromático café con los amigos
el olor a pan caliente
a hierbabuena, a tomillo,
aquel geranio siempre florecido…
Cómo olvidar
la casa en que nací
las voces de mi madre,
las flores que saludan,
el gemido en los pinares
la herida de sus troncos
la sangre en las raíces,
en sus párpados verdes
latiendo el renacer.
Cómo olvidar aquellos horizontes
rebosantes copas de infinitud silente
donde los siglos cuelgan sus auroras
y el padre sol cada mañana
su alegre carcajada asoma
¡Cómo olvidarte tierra!
Cómo olvidar aquella luz primera,
las caricias, los besos maternales…
Cómo olvidar la arena de tu frente
la savia de tu piel,
los sueños que me diste,
el vuelo que alcancé
Dígame usted ¿cómo olvidar?
Marynieves Hernández y H.
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