Mercedes Coello, diputada nacional y portavoz del PSC en el Cabildo Insular de La Palma.
Estos últimos días se ha producido a nivel de los medios un debate que no por antiguo es sorpresivo. Sorpresivo, porque alguien nos tendrá que explicar en qué ha variado el tema en cuestión en estos momentos para que lo haga de máxima audiencia.
De verdad que cuando escucho a algunos políticos me da la impresión de que más que personas; de mujeres, que en muchos casos han llegado a nuestro país engañadas por las mafias, que les prometían un trabajo y que cuando llegaron aquí se encontraron con que eran sistemáticamente prostituidas para pagar una deuda (de transporte y alimentación), en contra de su voluntad, más parece que estuviéramos hablando de mobiliario urbano que afea nuestras calles y parques.
Es muy cierto que en muchas de nuestras ciudades existe un problema de orden público, cuando invaden las calles (sobre todo las más céntricas), porque de alguna manera que podemos entender que los vecinos se quejen de los ruidos, y del espectáculo que trae consigo; pero hay que decir que esto es un tema puntual comparado con la gran cantidad de clubs de alterne que están distribuidos por todas nuestra geografía.
La Legislatura pasada se creó en el Congreso de los Diputados una subcomisión, en el seno de la Comisión de Igualdad para el estudio de la prostitución, donde acudieron y comparecieron tanto expertos en la materia, como ong, así como las propias asociaciones de mujeres prostituidas.
Si algunos creen que el ejercicio de la prostitución es un trabajo como otro cualquiera, que debería de contribuir a la seguridad social y estar incluidas en el mercado laboral, yo les digo que esto no es en absoluto tan sencillo. Ni siquiera desde el punto de vista de los derechos humanos, e igualmente desde una óptica progresista, teniendo en cuenta que se trata de mujeres traídas desde los países más deprimidos al primer mundo, para ser tratadas como simple objeto sexual.
Estamos hablando de un problema tan antiguo como la vida misma, el cual se basa en la consideración de que las mujeres como seres humanos son inferiores a los hombres y por ello puede ser utilizado como mercancía para traficar con ella.
Habitamos en un estado de derecho, la propia Constitución Española reconoce que: "todos los españoles son iguales ante la ley, sin diferencia de sexo, religión, o ideología", me pregunto cuántos de nosotros entendemos lo que significan estas palabras, y cuántos entienden que se trata de una entelequia.
Si lo consideramos un trabajo más, quiere esto decir que nuestras hijas podrían perder el desempleo al recibir una oferta laboral de este tipo, porque es que las leyes son como son, y no como nos convienen; o es que estos puestos de trabajo sólo se le ofertarían a "algunas", volviendo a discriminar entonces
Entonces estaríamos pensando en esta actividad como trabajo sólo para "las otras", no para las mujeres de nuestro entorno.
A mí personalmente, no me parece un trabajo. Estamos acostumbrados a decir frases del tipo: "el trabajo dignifica a el hombre", explíqueme qué es lo que entienden ustedes como "dignidad", o es que la dignidad como muchos otros adjetivos tiene una connotación sólo masculina. Porque les aseguro que esta profesión tiene muy poco de digna, no por el hecho en si, sino por todo lo que le rodea.
Casualmente detrás de esta profesión hay señores con mucho dinero que están relacionados con todo tipo de delitos, como son el tráfico de seres humanos, delitos contra la salud pública y otros que sería mejor ni nombrar.
Algún día deberíamos de tener la valentía de hablar no sólo de su regulación, de sus recovecos pero sobre todo de los usuarios de estos servicios; yo como mujer les invito a tener una pequeña reflexión al respecto, muchas veces me he preguntado en público y en privado, qué es lo que lleva a estos señores a acudir a estos servicios, de verdad que me resulta difícil de entender. Será una demostración de poder, la educación, la facilidad de encuentros sexuales sin complicaciones, no lo sé, y reconozco que me causa cierto desconcierto.
Lo que sí es cierto es que no es tan fácil como para intentar solucionarlo de la noche a la mañana; sé porque lo he estudiado que en países donde está regulado, no están plenamente convencidos de haberlo hecho bien.
En todo caso, cualquier situación tanto personal, como laboral que esté basada en una relación de dominio, al menos es de dudosa justificación.
Nos queda un trabajo por hacer, pero desde mi humilde opinión no es sólo normativo, sino también y sobre todo cultural, educativo, y porque no humanitario.
Mercedes Coello Fernández-Trujillo (Diputada Socialista por la Provincia de S/C de Tenerife)
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