Francisco Pulido, profesor de Secundaria.
He escuchado a muchos palmeros y palmeras decir, con cierta amargura, que "los palmeros tenemos lo que nos merecemos". Esta expresión, que indica resignación pero al mismo tiempo rabia, adquirió notoriedad cuando tuvieron lugar las mociones de censura en el Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane y en el Cabildo. Los argumentos, para tal afirmación, estaban motivados porque, ciertamente, los políticos que están en ambas instituciones fueron votados y elegidos por el pueblo palmero. Pero realmente, ¿nos merecemos los palmeros esta clase política?
Siempre se ha dicho que las instituciones reflejan el pulso de la sociedad. Y en una sociedad democrática, aquellas deben responder a las necesidades de la sociedad. Pero las impresiones que tenemos aquellas personas, como yo mismo, que hemos pasado a ser observadores del juego político (ya pasó el tiempo de las urnas), es que la clase política ha convertido a nuestras instituciones en un galimatías de poder y contrapoder, de ambición y mentiras. Bajo el pretexto de la censura de una política errática, la impresión que tenemos es que ha llegado el momento de "quítate tú para ponerme yo". La moción de censura en el Cabildo, aún siendo legítima, no ha dejado de ser un acto más de la escena del circo político en que se ha convertido la política palmera.
Para una persona como yo, que ha participado en varios procesos electorales y que ha creído durante mucho tiempo en las virtudes de nuestra democracia y en la libertad que nos ofrece el poder elegir el mejor destino para nuestra tierra, no puedo dejar de contemplar lamentablemente cómo se va cayendo nuestra fe y nuestra confianza en esta limítadísima democracia. El Cabildo y el Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane, pero aún muchas más instituciones se han convertido en el escenario donde se resuelven ecuaciones, creadas por el pueblo y el sistema electoral, pero mal resueltas por nuestros hipotéticos representantes políticos.
Las mociones de censura en Los Llanos de Aridane y en el Cabildo de La Palma son legítimas, sin dudarlo, tal y como se ha articulado la legislación electoral. Pero a mi modo de ver no hacen sino llenar de dudas la credibilidad de la clase política. Como afirman muchos, los palmeros tenemos los que nos merecemos y tenemos los políticos que hemos elegido. Y a lo mejor, como así ha sido, son muchos los palmeros los que se han alegrado de que cayera Noelia y Guadalupe porque, en el fondo, nos estaban llevando por políticas ineficaces, ineficientes y baldías. Y puedo entender que ni Noelia ni Guadalupe fueran personas competentes para seguir con la responsabilidad.
Pero si analizamos la ecuación en ambas instituciones, nos damos cuenta de que en las mismas estaban o han estado los socialistas. De hecho, eran parte del grupo de gobierno. Pero uno no sabe cuántas incógnitas tiene esta ecuación. Guadalupe "elimina" a sus socios socialistas y, éstos, molestos no han dudado en usar otra regla para resolver la ecuación. Y en Los Llanos, la minoría se convierte en la solución de la ecuación y decide cambiar el algoritmo. Si entienden ente juego de palabras con el álgebra, tengo la impresión de que le han robado la calculadora a los políticos por lo que ya no le salían las cuentas.
Si apelamos a las normas de nuestra democracia, muchos dirían que tenemos instituciones democráticas y censuras legítimas. Tenemos la clase política que la gran mayoría de palmeros y palmeras han elegido. Y ha salido la ecuación que el pueblo y el sistema ha querido. Y así ha funcionado la aritmética electoral. El escrutinio terminó y el pueblo ya no cuenta, ni siquiera las asambleas de los partidos. Hemos viciado el sistema y hemos dejado que el poder se convirtiera en la ambición más deseada y, con el tiempo, en el sillón más codiciado.
La política es como un teatro. Hemos elegido a los actores, y no los que hayamos querido, sino los que las élites de los partidos han decidido. Los actores actúan, y en política también. Se han escenificados las mociones de censura, que, vuelvo a repetir, son legítimas. Las mociones han evidenciado que en la isla no cuentan las ideologías ni las ideas, sino las personas. Y los socialistas palmeros lo han demostrado, renegando del carnet y de la ideología. Y alguno podrá decir que no soy sincero. Pues en cierta manera, he sido un político. Mi única militancia ha sido Los Verdes de Canarias, ahora integrado en Equo. Y mis convicciones políticas siempre que procurado que se guiaran por los principios de la ecología política. Quizás por mí mismo, y porque siempre he creído en la política como un servicio público, viendo el teatro de nuestra política, he llegado al convencimiento de que estamos asistiendo al final de la política.
¿Final de la política? A algunos les sonará que niego y reniego de la democracia, pero no es así. La política al uso se ha llenado de demagogia, se ha convertido en un espectáculo, en el escenario donde más se miente descaradamente, donde se han buscado trampolines para colocar y recolocar. De hecho, por boca de alguien que no quiero nombrar, por respeto, puedo decir que cuando la moción de censura en el Cabildo, había una gran preocupación en muchos, no tanto porque perdían el poder, sino por aquellos que perdían un sueldo y un puesto de trabajo que creían vitalicio. Pero ésto no debería ser la política. Hasta que no desaparezcan de la escena política toda la clase que ahora ostenta el poder y el contrapoder en la Isla, poco o nada cambiará en las instituciones palmeras.
Para muchos palmeros que nos hemos formado y vivido gran parte de nuestra vida fuera de La Palma y, que en mi caso, han retornado, ver y vivir el circo en el que se han convertido las instituciones palmeras nos llena de desesperación, rabia y hastío, porque somos conscientes que esto es un espejo de lo que vive y siente una gran parte de la sociedad palmera. Una sociedad que dio su voto mayoritario en la Isla a sólo tres formaciones políticas, donde hay otra parte de la sociedad que no cree o no encuentra alternativas políticas al "triunvirato" político que representan PP, PSOE y CC, una sociedad donde pesa la desarticulación social y el resentimiento, alimentada por conductas y pensamientos muy conservadores en un amplio espectro, resignada y, tristemente, convencida de que "esto no tiene solución".
Pero quiero afirmar y creerme con convicción de que la ciudadanía palmera no se lo merece, o, al menos, una parte importante de la sociedad palmera no se merece la clase política que tiene. Pero siendo testigo del espectáculo he llegado a pensar, ¿o tal vez sí? Que tengamos que aceptar que sí tenemos los que nos merecemos es preocupante, porque te lleva a cimas de enquistamiento y resignación. Por ejemplo, que la moción de censura en el Ayuntamiento de Los Llanos se haya convertido en un circo, un teatro, en un espectáculo duele mucho. Y eso es lo que ha sido. Un salón de actos lleno, con "dirigentes" invitados al mismo, un público ávido de "sangre política", de venganza, de revancha… Y en los exteriores había tanta gente que les ofrecieron altavoces para que fueran testigos del espectáculo. Y luego, fiesta, voladores, celebraciones… y todo cargado con des calificaciones y reprobaciones.
Sin embargo, para un palmero retornado que aún quiere creer que este final de la política es necesario para crear otra política (y quizás otra denominación) puede haber motivos para la esperanza y el cambio. Sé que hay una buena parte de la ciudadanía palmera que no se merece este espectáculo en el que se ha convertido la política palmera. Se puede vislumbrar rayos de esperanza para los que aún crean en la política y en las soluciones institucionales y en las alternativas políticas. Como palmero que no puede ejercer el voto en la Isla (por figurar censado en Tenerife), les invito a esos muchos palmeros y palmeras que no se merecen la clase política que gobierna la isla, a que se rebelen y participen en la construcción de alternativas políticas, creíbles y democráticas con clara vocación de servicio público. Por eso, conociendo su trayectoria y su trabajo en Tenerife, mi voto y mi esperanza estaría del lado de Alternativa Sí Se Puede, un proyecto que cada día gana credibilidad y sentido en la isla de Tenerife. Y que espero que también lo pueda tener en La Palma, donde algún día podamos decir que Sí Se Puede.
Francisco Rodríguez Pulido es Profesor de Secundaria.
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maito
Mi mas rotundo apoyo a todo lo publicado por usted don Francisco.CUANDO LA INJUSTICIA SE VUELVE LEY LA REBELION SE VUELVE DEBER,Un saludo
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unpalmeroerrante
Repulsa, fobia,indignación, y falta lo único valido REVOLUCION frente a este asco de pollítica al que nos han conducido.
El juego canario del A.B.C. donde cabe el A+B el A+C o el B+C, es una perverción política y una burla al votante que convierte en una falacia el concepto de democracia.
Mientras no haya conciencia popular profunda y seria de que hay que acabar con este sistema,
no tendremos nada que hacer y todo pasa por no votar a ninguno de los tres y llenar el parlamento de representantes minoritarios que reformen este bodrio de ley electoral.
Un saludo y ánimo porque el problema es viejo pero poco a poco la revolución cobra fuerza y acabaremos venciendo.
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lleon
Interesantes reflexiones que en buena medida compartimos
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