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Perdidos en el tiempo

Cañones de Las Nieves.

Un paseo dominguero por el incomparable entorno de Las Nieves, después de un invierno lluvioso, me permitió disfrutar como otras veces de un paisaje luminoso repleto de una variada gama de matices verdes de pinos, palmeras, frutales y otras variedades vegetales que enriquecen el paraje que muchos guardamos en nuestra memoria, esa memoria llena de recuerdos de días de la festividad de la Virgen, con quioscos, mesones, olores de la parrilla y tantas cosas.

Y al subir hacia el morro por detrás de la casa de ejercicios por el corto sendero con escalones incluidos, llegué al punto más alto del mismo donde como siempre pude contemplar el hermoso contraste del azul del mar con los barrios más al oeste de Santa Cruz de La Palma al fondo, los barrancos, el azul del cielo y el verde del paisaje que mira a la cumbre y como no, los recios cañones que como unos testigos más del pasar del tiempo en este bello rincón de nuestra isla, descansan como actores mudos de batallas en una historia que quedó en el olvido; sobre todo para los responsables políticos de nuestro tiempo; y por un instante vinieron a mi imaginación las posibles gestas que podrían haber protagonizado estos silenciosos y férreos centinelas del lugar y recordé esos desfiles de las milicias del siglo XVIII que en los veranos un grupo de hombres amantes de nuestra historia, tan bien saben representar en la calle Real, evocando aquella época en que La Palma tenía que ser defendida de ataques piráticos y de otros filibusteros de aquellos siglos, defensa en la que de seguro habrían intervenido nuestros amigos los cañones de Las Nieves como todos los conocemos, pero que lástima que nada ni nadie me supieran informar del origen de estos cañones, de su antigüedad, de su procedencia, de por qué están ahí en Las Nieves, de cómo y cuándo llegaron hasta allí, y un largo etcétera de preguntas que me asediaban y sobre todo, sea cual fuere el pasado más o menos glorioso de estas armas, sin duda estos sólidos protagonistas de mi artículo merecen, en mi opinión, que se les trate con la dignidad que nuestro patrimonio necesita, qué menos que ya que están donde están, algún tipo de rótulo nos informe de sus datos identificativos más básicos, como por ejemplo cuándo llegaron a La Palma, por qué están donde están, en qué episodios de nuestra historia insular participaron.

En cualquier país que se precie, se cuida su patrimonio, se protege, se usa con fines didácticos para las jóvenes y no tan jóvenes generaciones, se rentabiliza turísticamente, se embellece el marco que los acoge, en una palabra se dignifica, incluso en aquellos que alguien podría considerar tercermundistas, ya que el patrimonio forma parte de nuestra historia, de nosotros mismos, y es realmente vergonzoso el estado en el que encuentran estos objetos, y máxime encontrándose en un entorno tan emblemático y hermoso como lo es el santuario de la patrona de la isla.

El Santuario de Las Nieves dede el Morro.

El Santuario de Las Nieves dede el Morro.

Otra administración ya sea local, insular, autonómica o estatal pondría en valor unos bienes históricos como estos que ocupan este artículo (no se si en este caso tendría también competencia el Ministerio de Defensa). Habría que dotar al lugar donde estén de unos medios que sirvan para embellecer y servir de marco a estos cañones, tanto en el acceso al emplazamiento que presenta cierta dificultad para personas con problemas de movilidad, como en la ubicación de los mismos que si se decidiera que es donde están actualmente, habría de dotar a estas armas de unos soportes adecuados, así como habilitar y mejorar el sitio en sí, que tendría que tener unos mínimos de seguridad tanto para los cañones como para quienes los visitan.

Una vez más en esta isla, donde sus responsables que visitan ferias internacionales de turismo, que presumen de legado histórico, de potenciar el turismo temático y de calidad, han caído en la desidia y en mi opinión están atentando contra nuestro patrimonio histórico al ignorarlo como si de una chatarra más se tratase. ¡Qué pena¡

Creo que tanto los palmeros como los que visitan esta isla merecemos algo más de calidad, de cuidado con nuestra historia, pues la imagen que se ofrece en este caso concreto es bochornosa.

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