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Camino de la Navidad en la Isla de La Palma

Es el reflejo de la bondad que está en el corazón de toda persona

El mes de diciembre tiene cuatro semanas, que no son iguales sino diferentes las tres primeras de la última. Nos acercamos a la Navidad y con ella la vida nos cambia, es el reflejo de la bondad que está en nuestros corazones, aunque no siempre para bien.

Todavía no he conseguido adivinar por qué cada año, cuando se acercan los primeros días de diciembre, se apodera de mí una pequeña prisa de preparar las figuras del nacimiento con ilusión y amor. Son ya muchos años en que cada vez que veo el almanaque, señalando el mes de diciembre, me empieza una gran alegría y una Navidad expresiva que me llena de amor.

La Navidad ocupa el centro no sólo del mes, sino del año, y a prepararla nos dedicamos todos con intenciones y matices variadísimos. Nos encontramos con que las personas comenzamos a movilizarnos: Hay que comprar. Tengo que regalar. Que no se nos olvide nadie…

Así ocurre que los días transcurren en un ir y venir, de un lado para otro, con bolsas, paquetes, prisas. Lo importante es hacer las compras… Regalar y más regalar, regalos que a su vez recibimos también nosotros. Nos recuerda el deseo más profundo que habita en nuestros corazones.

A toda esta marabunta de prisas, agobios, lo malo, lo doloroso, es que la mayoría de nosotros no tenemos tiempo ni para pararnos a dar una moneda o algo más… a “pobres” personas que encontramos en las esquinas de los supermercados y más sitios. Y ahí está el contraste: unos como locos, de un lado para otro, y otros, sentados o de pie, esperando que alguien le tienda una mano o le dé una limosna.

Navidad… otra más en los catorce pueblos de nuestra Isla de La Palma, en nuestras vidas. Ojalá que ésta sea diferente, dando testimonio y que podamos celebrarla con pleno sentido, limpios de corazón.

Cuatro semanas para organizar la venida y el resto para celebrarla en el amor cristiano. Para celebrar la venida de Jesús. Las cuatro semanas de Adviento tienen por objeto hacernos elevar las miradas hacia el futuro. De este modo, nos disponemos a conmemorar con una fe más viva.

No necesitamos derrochar sino ayudar a otros. La gente más feliz no es la que tiene lo mejor, sino la que hace mejor con lo que tiene, y entre todos a celebrar esta gran fiesta, a la preparación de la Navidad, y en la misa de la noche del 24 de diciembre, una Nochebuena para toda la humanidad y que Cristo nazca en el corazón de este venidero año 2019.

ESCRIBE: Miguel Pérez.

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