cerrar
cerrar
Registrarse
Publicidad
Opinión
Publicidad

Las Raíces en la Memoria de 1936

Me agradó el reciente compromiso adquirido con la Memoria Histórica por mis compañeros y compañeras del PSOE candidatas y candidatos al Congreso, Senado y Parlamento de Canarias, en Las Raíces, Tenerife, el mismo lugar que albergó un monolito conmemorativo de una reunión del comandante general de Canarias con militares el 17 de junio de 1936 ante la inminente sublevación del Ejército contra el Gobierno de la II República, momento captado por el fotógrafo Adalberto Benítez. El lugar fue declarado conjunto histórico en 1964, el Cabildo construyó en 1956 un monumento-homenaje a Franco, hasta que a propuesta del PSOE el Pleno del Cabildo aprueba su derribo en 2015 para cumplir con la Ley de la Memoria Histórica.

Mucho se ha debatido sobre la manipulación, o no, de la instantánea de Benítez para incorporar a Franco a la foto donde inicialmente no estaba, o sí, o sobre cómo fue posible que una reunión que pretendía un levantamiento militar no fuera detectada por el Gobierno y la inteligencia militar. Y aunque estas disquisiciones no son motivo de este artículo, sí dan pie para recordar que en Santa Cruz de Tenerife el 18 de julio de 1936 se sublevó el Ejército, bajando unos militares desde la Comandancia Militar en la plaza de Weyler por la calle Fermín Galán (hoy del Castillo), hasta el Gobierno Civil, situado en la plaza de la Constitución (hoy de la Candelaria), lo asaltan, y a las cinco y cuarto de la madrugada, el comandante Moreno Ureña penetra en el despacho del gobernador civil Manuel Vázquez Moro, pistola en mano, muy pálido, comunicándole la orden superior de destituirlo y detenerlo. Con él se encontraban el secretario del Gobierno Civil, Isidro Navarro López, y el teniente de la Guardia de Asalto, Alfonso González Campos, que con el cabo Francisco Muñoz Serrano y otros guardias intentaron proteger al gobernador y evitar un enfrentamiento entre las tropas y civiles adictos y contrarios a la sublevación.

Pero se produjo un incontrolado fuego cruzado, falleciendo Francisco Muñoz y el voluntario sublevado Santiago Cuadrado, y la llegada de efectivos militares golpistas hizo que los guardias de asalto y González Campos se rindieran. El coronel Cáceres ocupaba la Jefatura de la Comandancia General en ausencia de su titular, Francisco Franco, que se había trasladado a Gran Canaria al entierro del gobernador militar de Las Palmas, Amado Balmes, fallecido el 16 de Julio en un ejercicio de tiro al disparársele su arma, aunque hubo sospecha, no demostrada, de percance no fortuito. Cáceres sabía que Franco, tras el entierro, no regresaría a Tenerife. El Gobierno, no. Vázquez Moro y González Campos, tampoco. Franco, desde las 14:30 horas viajaba hacia Marruecos en el avión privado Dragon Rapide mientras el gobernador civil estaba preso en su despacho. Cuando el Dragon Rapide aterrizó el 19 de julio en Tetuán, de él descendió un general con fajín rojo y borlas doradas que pasó revista a los militares que esperaban sus órdenes y tomó el mando del Ejército de África, consciente de una guerra en la que morirían un millón de españoles, menos él, que tenía el firme propósito de fallecer a los muchos años calzando las mismas botas con las que voló de Gando a Marruecos.

Al día siguiente, el aviador Juan Antonio Ansaldo viaja a Estoril (Portugal) para trasladar en avioneta a Burgos al general José Sanjurjo, llamado a asumir el mando del Golpe de Estado, pero el aparato se estrella tras el despegue y se envuelve en llamas. Sanjurjo muere, y el piloto, que sobrevive con heridas leves, atribuyó el accidente al exceso de equipaje de Sanjurjo. El general Mola, director y cerebro desde Pamplona del alzamiento militar, se hace cargo del Ejército del Norte, mientras Franco, desde el Sur, llega antes que Mola a Madrid, ganando ventaja en las reuniones de generales de la Junta de Defensa Nacional, que le nombra Jefe del Gobierno, y el 1 de octubre de 1936, a pesar de reticencias de generales como Mola y Cabanellas, es designado Jefe del Estado. La muerte de Mola en accidente de aviación el 3 de junio de 1937 favoreció la consolidación de Franco como Jefe del Gobierno, del Estado, y de los Ejércitos, y antes la de Balmes y Sanjurjo le allanaron su objetivo de mando único mientras viviera. Franco viajó en avión. Hoy otros a caballo. Tomemos buena nota y no perdamos la memoria.

*Exsenador del PSOE por Tenerifejvicentegbethencourt@yahoo.es

Archivado en:

Más información

Publicidad
Comentarios (2)

Leer más

Leer más

Publicidad

Últimas noticias

Publicidad

Lo último en blogs

Publicidad