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Opinión
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Máximo Pérez Tejera

Semblanza de una "señora"

  • Reflexiones a propósito de la Justicia

Hemos tenido una semana un tanto agitada a nivel de información. El panorama nacional se divide con opiniones muy contrapuestas donde todo parece confundirse. Y en medio de todo ello "la ceguera" sigue imperando. Unos siguen buscando un líder que de una imagen distinta de un partido destrozado, otros confunden las ideas de una necesaria reforma con lo que pudiera convenirle a ellos en su caída, mientras el funcionamiento de una "señora", de la que nos forjaron de pequeños un alto concepto, trae al país de cabeza.

Cuando éramos niños copiábamos en nuestros cuadernos de tapas azules su silueta. Era una idealización antigua de su función social. Se dibujaba alta, esbelta, de lacia melena y blanca túnica. Sostenía con una mano una regia espada símbolo de su fuerza y su castigo, portaba en la otra una balanza, interpretada como el equilibrio y la equidad, y completaba el cuadro, una venda sobre los ojos como símbolo de la imparcialidad. Al parecer la señora se las trae consigo misma, ya que en su nombre se han hecho las más altas acciones de la humanidad y los más crueles crímenes y villanías. Tiene muchas definiciones y muchos cometidos, pero quizá la más conocida es la que hace referencia a sus bondades distributivas, sintetizadas en la virtud de "dar a cada uno lo que le pertenece". Desde siempre se le suponía poder y bondad, siendo deseada, temida, querida y respetada.

Ha llovido muchísimo desde entonces y como todos los conceptos de las cosas importantes, se van cambiando, remodelando y adaptando a las vivencias y las circunstancias, y lo cierto es que hoy, la pobre mujer ha perdido muchas de las cualidades que por educación o intuición le atribuíamos.

Hace tiempo que un Sr. llamado Pacheco hizo unas declaraciones que escandalizaron a media España, pero hoy media España (en privado) hace comentarios que escandalizarían al Sr. Pacheco. Si a mí, por ejemplo, me mandasen hoy a dibujarla, le quitaría de inmediato la venda y la dejaría como la versión griega original, pues creo que no hace falta taparle los ojos porque, en el fondo y en líneas generales, en nuestro entorno y en estos momentos, creo que a esta señora también la ha afectado la "ceguera" (elapuron.com. 24/06/14) y es victima de sus consecuencias.

Es la pandemia de ceguera la única justificación posible del panorama que nos brinda, ya que el espectáculo que está dando le está haciendo perder el respeto, la elegancia, y el saber estar. Esta señora está mostrando sus peores modales, está dando de sí misma una visión un poco barriobajera, de mirada corta o nula, que predispone a los ciudadanos en su contra. Así, despojada de sus atributos positivos, propicia voces que exigen otros ropajes y otros comportamientos, pues no se considera admisible que en su seno, los que creemos justos sean vituperados, los llamados a defender acusen, los encargados de acusar defiendan, los corporativismos afloren con virulencia y que aparezcan declaraciones "ad hoc" (hechas para un fin concreto) que ponen en duda su fundamental principio de imparcialidad.

Otra posibilidad recurrente es pensar que se trata de una mujer maltratada por ese triángulo matrimonial que forma con el ejecutivo y el legislativo. Pensar que está terriblemente enamorada de sus esposos, que padezca el síndrome de Estocolmo. Que sea masoquista acostumbrada a los tortazos, o que sea ambiciosa y busque mas poder al lado de los que verdaderamente lo tienen.

Y el poder, siempre el maldito poder "que ahora se llama de las castas" ¡Cómo sucumben los medios frente a ellos! ¡Cómo los comunicadores y los contertulios sirven a las necesidades de sus estómagos! ¡Peligra la marca España! dicen, como justificación de sus opiniones injustificables y no son capaces de ver que, como peligra la marca España, es siguiendo sus tesis que nos presenta como un pueblo subdesarrollado e ignorante, hasta el punto de decir que personajes cultos no saben lo que firman.

Dentro de toda esta barahúnda, lo más significativo, a nivel general, es ver como vamos teniendo que cambiar nuestro vocabulario. Se dice que no se respeta el derecho a la "presunción de inocencia" y no es verdad. Todos tenemos respeto por los veredictos de esta señora, pues es fundamental en nuestro ordenamiento del Estado. Se respeta muy mucho la presunción de inocencia, pero se está viciando la semántica de las palabras, se está propiciando la necesidad de expresiones nuevas. Creo que hoy debemos hablar de presunción de "no culpabilidad" que ha venido a significar algo completamente distinto de la presunción de inocencia y una no implica necesariamente la otra.

En resumen, un panorama desalentador que reclama a gritos una reforma seria. Reforma de su estructura y su organización, Reforma del Código Penal, y Reforma de las Instituciones que garanticen una mínima independencia no matando del todo a Montesquieu. Y como la culpa del inmovilismo lo tenemos los ciudadanos, florecen movimientos de participación que reclaman con el suficiente ímpetu estas y otras reformas, y no nos equivoquemos, esperamos enterrar a esta señora para ver si resucita al tercer día y sentarla a la "derecha o a la izquierda" del Padre que dicen que la posee en grado sumo, porque, al margen de "la lateralidad" , este país tiene hambre y sed de ella, y aunque no seamos hartos completamente, que por lo menos vivamos un poco más satisfechos.

Seguimos.

 

 

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