Mary Nieves Hernández, una palmera que vive en Venezuela. Archivo.
Hoy miro a tu rostro Canarias,
Más allá del océano
miro tu luna y tus volcanes,
tus caminos ancestrales
me hablan de helechos y de guanches.
Noche y día invoco tu nombre,
con las arenas de tus playas sueño,
en la blancura de sus olas me sumerjo.
Tu gente, tu mar, tu luz, tus senderos silenciosos
palpitan en mis anhelos
hilvanando mis días a la sombra de tu herida.
En mis noches desnudo las semillas del recuerdo.
Un rosario de soledades cuelga en mi pecho.
Cuando el olvido deja caer sus letras sueltas
se afianza la verdad con altura de estrella,
la nostalgia araña en su rugir constante.
Orfebres solitarios de nuestro destino,
labradores incansables de tu grandeza,
canto que anida en las alturas
en los bosques de ramas perfumadas
donde el amor dibuja cada hoja
entre la palidez indiferente
y el arrogante viento del olvido.
Hoy venimos con la patria en los labios,
con el grito de tu vientre entre los brazos
con este amor de fuego en las palabras
desentrañando el sol
como bravos soldados
sobre el mar, sobre los horizontes
sobre la luna que incendia los pinares.
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