Vendimia en Fuencaliente. Archivo.
Ha llegado agosto
con uvas maduras
y melado rostro.
¡Cuánta remembranza
de aquellos veranos,
de aquellas vendimias
de canto en el alma,
de oro en las viñas!
Mujeres tocadas
con blancas pamelas
de hermosos racimos
llenaban las cestas.
No había carreteras
ni coches ni cooperativas,
sólo gente alegre
que iba y venía
por viejos caminos
y estrechas veredas.
Las bestias cargadas
subiendo laderas
bajo el aire inmóvil
del verano ardiente,
el arriero siempre
silba que te silba.
¿Qué tendría el arriero
que bajo el ardiente
sol de los veranos
silbaba y reía?
Una linda joven
tenía el arriero
que entre canto y canto
siempre lo esperaba
soñando y riendo.
¡Ay agosto, agosto
de luengos veranos!
de uvas maduras
de rostro melado
de lagares llenos
de frutos y mosto,
de aquellos aromas
de aquel embeleso…
¡Benditas las manos
de nuestros abuelos!
Tu encanto ha quedado
perdido en el tiempo,
nos queda el sabor
de aquellos recuerdos,
de aquellos racimos
dorado dulzor,
aurora radiante
constante sopor,
faldas polvorientas
con capa de sol,
zumbido de abejas,
crepúsculos rojos
tardes de arrebol,
pegajoso zumo,
lleno el corazón
de dulces palabras
de besos y amor.
Marynieves Hernández
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