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Opinión
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En defensa del Hospital de Dolores

Por el pulso que le he podido tomar a la cuestión, parece muy probable que el Cabildo Insular se decida a cerrar una sala de nuestro querido Hospital en las próximas semanas. Al parecer no puede contratarse a personal Técnico Auxiliar de Enfermería para atender a los pacientes actuales, por lo que para “liberar” trabajadores se cerrará una de sus salas, reubicando a los pacientes y a los trabajadores en otras salas del hospital. Como solución, es la más pobre y la peor, porque van a quedarse sin poder ingresar unas dos decenas de personas que lo están demandando. No solo será la disminución de camas totales del centro, sino el enlentecimiento que van a sufrir las solicitudes de ingreso con el alargamiento de la espera para poder hacerlo.

Parece un gran contrasentido cuando nunca en su historia se han tomado medidas como esta, y cuando en este mismo medio hace unos días se anunciaba un aumento de los presupuestos del Cabildo, con un aumento de la dotación económica para el capítulo social. Resulta inconcebible. Y es en sí la  medida más simplona y frívola de aplicar: “recortar”, la cual seguro no llevó ni mucho debate, ni mucha tormenta cerebral: Cortar por lo sano y no complicarse mucho la vida, que se la compliquen otros. En realidad y con más gallardía debería pensarse y aplicarse otro axioma, como sería el de llevar a cabo cualquier otra medida, antes que reducir la capacidad del hospital.

Las camas que se perderían son un bien preciado cargado de utilidad, porque están para aliviar las necesidades de pacientes crónicos y familias de todo el ámbito insular, y que sobreviven con  mayor o menor fortuna en sus domicilios o en otros centros. Si la Palma disponía de un número de camas para crónicos no excesivamente deficitario pudiendo establecer sus necesidades en unas 300-350 camas, el hospital de Dolores ubicaba y atendía a unas 140-145 camas, él solito. Por eso ahora, sí que va a entrar en un déficit apreciable para atender pacientes con estas patologías, máxime cuando la isla no dispone de centros privados (como ocurre en otros lugares) donde prestar asistencia y atención a estos pacientes.

La reubicación de pacientes tendrá también como efecto una disminución de las camas concertadas con el Servicio Canario de la Salud, para enfermos necesitados de recuperación funcional, o de cuidados paliativos con problemática social añadida, a los que nos hemos venido dedicando desde hace unos años hasta el presente, lo cual sí contribuye a liberar camas en el hospital general, el hospital de agudos de la isla

A  todo esto, hay que unir el que ya ha sido cerrada otra  sala con siete camas, al parecer por el mismo motivo, cuando se había “prometido” la contratación exprofeso de tres nuevos Técnicos Auxiliares de Enfermería, un vigilante, así como reforzar el personal enfermero, y contar con médicos consultores especialistas en psiquiatría. Me estoy refiriendo a la Unidad de Salud Mental que mucho se publicitó hace un tiempo en los medios locales, y de cuyo cierre, hace unos meses, no se dio pública información, sino que ha estado silenciada.

El Apurón me publicó otra opinión relacionada con ese  dislate hace ya algo más de cuatro años y que todavía figura en su hemeroteca (“Hospital Nª Sª de los Dolores vestir a un santo desvistiendo a otro” 22/12/2015). No supe en ese entonces, y todavía no sé, cuántos miles de euros  se gastaron en la reforma de una sala de un edificio singular como es el hospital, y tampoco supe, ni sé, quiénes fueron los que autorizaron y firmaron ese desmán. Como dije fui vivo testigo de la promesa pública hecha por un político acerca de la contratación de personal “ad hoc” para esa iniciativa tan mal madurada. Lo que ocurrió es que para atender, no se contrató, sino se desplazó a personal de otras salas, que solo pudieron hacerse cargo de la nueva unidad durante algunos meses hasta que la situación se hizo insostenible por el exceso de trabajo y la dificultad para contratar más personal, resultando que la sala se cerró y se reubicaron los pacientes, fundamentalmente afectos de patología psiquiátrica o psicogeriatrica en el resto del centro, con lo cual hoy no se está dando o prestando la atención idónea a estos pacientes.

No somos nosotros los trabajadores, ni lo seremos, los que debamos dar la cara con los pacientes, familias, y la sociedad palmera, aunque por el sigilo desplegado hasta ahora, fácil es que quieran que nosotros seamos los que carguemos con la publicidad del asunto. No, son otros los que deben dar explicaciones fundadas y consistentes. Los sindicatos también, en los últimos dos años han venido sacando información a los medios en relación con los problemas numéricos del personal y los contratos, pero se ve: No ha servido para nada, no se ha mitigado, ni arreglado nada. El agujero hoy parece que va a hacerse  mayor, si nadie lo remedia. Para mí, desde dentro, el hospital está desprovisto de fuelle y apenas si puede justificar su existencia, pero responsables de esto los hay, no ha ocurrido por azar.

En el Cabildo, y desde hace mucho tiempo creo que se requiere una Unidad de Planificación, para cuestiones que no solo sean las obras públicas, sino que afronte y se enfrente con datos y estadísticas frescas a otras necesidades que tiene la isla; y que  a su vez lo haga con cabeza y criterios de eficacia-eficiencia, en vez de tanta foto glamurosa y tanta celebración del día y semana del mayor, del Alzheimer, del enfermo……que se riega con dinero dado a mansalva, y sin solucionar problemas, sino, como en este caso, aumentándolos.

Amador Javier Camacho Cáceres es médico del Hospital Nuestra Señora de Los Dolores.

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