Mary Nieves Hernández, una palmera que vive en Venezuela. Archivo.
Atardecer
de arenas y volcanes
atardecer
de azules y de mar
atardecer
de barcas que navegan
en aguas de cristal.
Pescadores
de cuerpos dorados
que echando sus redes
se escuchan cantar.
¡Inmenso horizonte!
Gaviotas que pasan…
Rocas que se pierden
en charcos de sal.
¡Crisol de amapolas!
Ramajes de plata
entre los azules
de cielo y de mar.
Trémulo va el sol
cansado de andar.
Las nubes de seda
arropan su adiós
y surge un hechizo
que inunda el lugar.
La brisa marina…
La luna en su andar
dibujan utopías en el mar.
Las rocas calladas,
el ave dormida,
las olas golpeando las almas…
La espuma en las piedras,
las algas que oscilan,
el cielo
farolas de oro
comienza a colgar.
Y nosotros
de fulgores embriagados
con la piel empapada,
febriles los ojos
alzamos los brazos
queriendo alcanzar
el dulce horizonte
que pronto se irá.
Marynieves Hernández
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PedroLuis
Dibuja la brisa
la raya en la mar
tormenta en el este
calma la otra mar.
Si miras al frente
América está
lejos de verdad
muy cerca al soñar.
Sueños que se miran
sueños que se van…
Abrazos.
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