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Opinión
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Máximo Pérez Tejera

El hundimiento del Titanic

  • A propósito de la similitud con el momento político actual

Desde joven me he interesado por la historia del Titanic. He visto todas las películas y he leído todo lo que sobre el tema ha caído en mis manos, pero lo más impactante fue mi visita al museo monotemático que han hecho en los astilleros de Belfast en Irlanda. Allí, en un modernísimo edificio, se exponen muchas reliquias y se explica la historia, desde los fallos en la construcción hasta los errores humanos de la tragedia.

En todas las descripciones a las que he tenido acceso, se habla del mayor error cometido. Cuando el iceberg se hizo visible entre la niebla, frente a la proa del navío, se tomo la decisión de dar un giro total a estribor salvando el choque frontal, pero impactando lateralmente con el hielo oculto bajo el agua. Se abrieron seis brechas distintas que alcanzaron unos 100m en los cinco compartimentos afectados y propiciaron el hundimiento y la tragedia conocida.

Todas las opiniones coinciden en que si se hubiera mantenido el rumbo directo al iceberg, el choque, aparentemente mayor, tendría sus consecuencias y quizás muertos, pero al ser sólo uno o dos los compartimentos afectados podría mantenerse a flote o por lo menos dar tiempo a recibir ayuda con lo que la tragedia hubiera sido mucho menor.

Y cuento esto por la similitud que encuentro con el momento político que vivimos. En la ruta de los grandes partidos de nuestra joven democracia, ocultos en la niebla de su financiación, apareció el iceberg de la corrupción que dio origen a lo que hoy vivimos, y los capitanes de los navíos, al igual que el Titanic, no le fueron, ni le van de frente al iceberg. Han girado todo lo posible el timón, una y otra vez, dejando abiertas grandes brechas en los fuselajes lo que indiscutiblemente les llevará al fondo del océano.

De nada vale que ahora, con el agua por dentro llegando a la línea de flotación, digan que van a ir de frente al iceberg, porque no servirá de nada, y además nadie empuña el timón para hacerlo con mano firme, quedando todo en un agonizante canto de cisne.

Lo que sí es posible es que se desate el pánico, que los viajeros de primera, cerrando las compuertas a los pasajeros de segunda y tercera, corran desesperados hacia los botes salvavidas, que se peleen, se empujen y no cumplan aquello, antes honorable, de las mujeres primero, ya que muchos quieren que se hundan con los barcos. También es posible que algunos tiren la toalla y salten por la borda, mientras los resignados "violinistas" viajeros de primera en calidad de servidores fieles y atados a su "medio de vida", sigan entonando en las cubiertas en perfecta armonía el………

CeeeeeercaaaaadetiiiiSeeeñoooooor quieeeeeeeroooooomoooooraaaaaar
Tuuuugraaaaandeytieeeernoamooor quieeeeeeeroooooogoooooozaaaaaar

Continuamos.

 

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