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Quedémonos en casa

Noticias de cetáceos y monstruos marinos en La Palma

Ballena en Fuencaliente. www.luismimarlo.com

En los últimos días los avistamientos de cetáceos en las costas de La Palma ha sido noticia y novelería. La prensa y las redes se ha encargado de ofrecernos imágenes espectaculares. Posiblemente el “silencio” del coronavirus también ha llegado al mar. Los barcos están amarrados en los puertos, descansamos del trasiego, su ruido “infernal” y contaminación. Los cetáceos y monstruos marinos nos saludan y aplauden con sus saltos y bellísimos “surtidores” en unas más limpias aguas marinas.

Históricamente las aguas bravías del océano Atlántico envuelven leyendas en el contorno marino de la isla canaria de La Palma y se cuentan historias que, con el transcurso de los años, han pasado a la anónima cultura popular.

En la antigüedad clásica nacieron rela­tos, mitos y leyendas del temeroso e enigmático océano desconocido con frontera última en las Columnas de Hércules. Leyendas escritas y por nacer aguardan las abismales colinas de las profundidades marinas.

La leyenda de San Borondón nos traslada sobre el lomo de la ballena Jasconius, que sirvió de confortable bajen para las misiones del fraile irlandés, por el mar desconocido del “no más allá ¡”. Miedos y mitos que el Renacimiento fue, poco a poco, borrando de la memoria colectiva que estaba cargada de temor de siglos y de diferentes culturas y tiempos.

El mar sigue arrojando a las costas de La Palma parte de los misterios que encierra que el hombre jamás podrá dominar. Historias y relatos de monstruosos y fieros seres marinos y de osadas aventuras de pesca que se van recogien­do y convirtiendo en leyendas, que el pueblo repite y las acrecienta con el transcurso de los años.

Monstruos en los azulejos de Delft, siglo XVI.

Monstruos en los azulejos de Delft, siglo XVI.

Los cetáceos muertos y varados en las pequeñas calas de la isla llamaban el interés y la curiosidad de los palmeros. Antonio Salgado Pérez (1938) en el Diario de Avisos del 25 de abril de 1988 dice que las gentes de la isla se trasladaron, en “los albores de 1923”, a ver una ballena muerta en la zona de La Cangrejera en el municipio de Villa de Mazo y que “Llegaron desde todos los puntos. No sólo desde la Banda -denominación popular del valle de Aridane-, sino desde Tijarafe, Puntagorda, Garafía, Barloven­to, a pie, en carretas, a caballo, a pela de los mayores”. La sana novelería del palmero ante lo no usual hizo que las gentes se movilizaran. De inmedia­to, en una isla que habla y escribe la historia popular cantando romances y décimas, el hecho se convirtió en pícaros y satíricos versos populares que se fueron repitieron.

Desde la Banda han venido

señoritas de abanico

represen­tando buen tipo

con zapatillas de hebilla

y reloj atravesado

La gente muy apresura­da

bajaba la Cangreje­ra

todo el mundo acompañando

la muerte de la ballena.

Según Salgado un mes duró la novelería y cuando la ballena era esqueleto se hicieron del espinazo banquitos y sillitas con respaldo y que para el dentista, de la ciudad, fue la mandíbula superior del cetáceo. Aún hoy se guardan en La Palma vértebras de grandes cetáceos como: “sentaderas de telar, tablones, bancos y sillas”, que con esta frase; y de carrerilla, la recuerda el mazuco Ramón Barreto que se lo decía su padre.

Se cuenta que una familia de Villa de Mazo tomó posesión del impresionante animal como si fuera suyo. Mientras otros no lo entendían así y se llegó al punto que les fuera reclamado judicial­mente lo que se habían llevado a su casa. De nuevo el poeta ciego, en este caso Blas Cabrera, le preparó los siguientes versos a su hermano que se había llevado “una espina de pescado”.

Al pobre Pedro Cabrera

me lo tienen condenado

por una espina de pescado

que se halló en La Cangrejera.

Esta no era la única ballena que había varado en las costas de Villa de Mazo en el siglo XX y el poeta volvió a recoger la historia popular en una décima, que reproduce el mismo autor en el artículo referido; y una variante, con tres décimas más, publicada por el recordado Santiago Fernández Castillo (1947-1990) en Calidoscopio de coplas palmeras, en el que va relatando las miserias que se vivieron en la isla en ese año y el anunció de mal presagio que los palmeros vieron con este hecho.

En 1902

cuando encalló la ballena

anunciándonos la pena

de aquel año tan atroz.

En el nos recuerda Dios

nuestras penas cometidas

y la penas merecidas

el castigo nos mostró

pero de ello nos libró

agradezcamos la vida

Recordemos “aquel año tan atroz” de 1902. Un pavoroso incendio forestal arrasó los montes de la isla y en Garafía, el municipio más afectado, el poeta volvió a cantar diciendo:

San Antonio se quemó

es porque era de palo,

pero del que estaba en el cielo

pocos fueron sus milagros.

Porque cuando Dios no quiere

no hay santo que ponga mano

San Antonio se quemó

y San Roque y San Bernardo

Historias relatadas por anónimos poetas. Relatos y sucesos recogidos por la prolífera prensa insular.

En 1906 a unos 100 metros del litoral de El Puerto de Tazacorte fueron capturados dos tiburones, uno de ellos de 17 metros de largo y el otro de 13. El periódico palmero El Insular, el 30 de junio, da cuenta de ello diciendo que uno de estos tiburones tenía en el vientre 10 cabezas de atún, una langosta, un saco, una cuerda de ocho varas, un rollo de alambre e infinidad de peces. Por el contrario el otro tenía restos humanos de una mujer que fueron entregados al alcalde de mar para que diera parte a la autoridad judicial. La razón de encontrarse tiburones en esta zona lo justifica el cronista al abuso de pescar con dinamita y el arrojar cabezas de albacora por aquellas inmediaciones.

La pesca con dinamita se ha tomado, hasta tiempos relativa­mente recientes, el crudo pago a la osadía humana de arrancar del mar por la fuerza sus frutos y prendas preciadas. En 1899 el periódico palmero La Justicia, el 3 de agosto, publicaba una crónica donde se dice que el pescador Manuel Triana, de Villa de Mazo, cuando se hallaba pescando “tuvo la mala ocurrencia de intentar arrojar al agua un cartucho de dinamita”, perdiendo la mecha y rápidamente explotando, “ocasionado al incauto pescador la pérdida de ambos ojos y un brazo”, además de lesiones en el pecho.

La mar tenebrosa y las calamidades públicas. Misterios encerrados entre monstruos marinos que una vez son ballenas, tiburones y en otros casos es la avaricia que no respetando a la naturaleza se cobra en sangre y dolor humano. Leyendas y realidad de la mar que envuelve misterios y tradicio­nes de La Palma.

* Cronista Oficial de la ciudad de Los Llanos de Aridane (2002), miembro de la Academia Canaria de la Lengua (2009) y de la Real Academia Canaria de Bellas Artes San Miguel Arcángel (2009)

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