José Vicente González Bethencourt.
El anuncio de BioNTech y Pfizer de datos intermedios de eficacia de su vacuna contra la COVID-19 ha generado unas expectativas muy significativas, no solo en la población en general, también en la bolsa, tanto que el IBEX 35 con ese motivo experimentó hace unos días la mayor subida de los diez últimos años.
Dicha compañía farmacéutica ha hecho públicos unos datos preliminares extraídos del ensayo clínico en fase III que todavía sigue su curso, anunciando unos resultados prometedores con un 90 por ciento de eficacia vacunal. Dicho ensayo consiste en administrar vacuna o placebo a los voluntarios, monitorizando e identificando cuántos positivos se producen de la Covid19, si bien es necesario tener paciencia hasta que acabe el ensayo y puedan obtenerse conclusiones rigurosas.
La Agencia Europea de Medicamentos (EMA), que garantiza la evaluación científica, supervisión y seguimiento de la seguridad de los medicamentos de uso humano y veterinario en la Unión Europea UE, comenzó el proceso de revisión rotativa de la vacuna el 6 de octubre, si bien la evaluación formal de los datos de eficacia todavía no ha comenzado, por lo que resulta muy prematuro asegurar conclusiones definitivas, si bien los resultados son esperanzadores.
Los laboratorios BioNTech y Pfizer publicaron el 9 de noviembre datos intermedios del ensayo de su candidata a la vacuna, si bien hay que recalcar que ni el ensayo ha finalizado ni los datos comunicados son definitivos hasta que se pronuncie la EMA, consistiendo el citado ensayo clínico en la administración de dos dosis de vacuna o de un placebo sin que los voluntarios y profesionales sanitarios que monitorizan su salud sepan cuál de las dos opciones han recibido, para así evitar una errónea interpretación de los resultados, habiéndose conseguido hasta ahora 43.538 participantes de ambos grupos.
El análisis de estos datos preliminares es lo que ha permitido a dichos laboratorios el anuncio de que la eficacia de su vacuna es del 90%, si bien hay que ser cautos y esperar a la finalización del ensayo para llegar a conclusiones sólidas, máxime cuando solo la obtención de la vacuna es lo que podrá parar a esta emergencia sanitaria, social y económica, por lo que desde el inicio de la pandemia numerosos equipos de investigadores se entregaron a una carrera desenfrenada para conseguirla, al tiempo que comenzaron a recibir una financiación que nunca antes habían obtenido.
Una carrera por la vacuna que no es nueva. Recordemos que Edward Jenner descubrió en 1796 la de la viruela gracias a que muchos años antes la escritora británica Lady Montagu, durante una estancia en Turquía, observó que las mujeres que ordeñaban vacas no contraían la viruela porque dichos animales estaban infectados de una variedad más leve, que, al contagiarlas, las hacía inmunes incluso a las manifestaciones más virulentas de la patología. Lady Montagu impregnó agujas con el pus de la viruela que tenían las vacas e inoculó el virus a su propio hijo, después lo hizo incluso a herederos de monarcas europeos, estableciendo así el inicio histórico de las vacunas.
Recientes declaraciones de nuestro ministro de Sanidad han despertado nuevas expectativas al decir que a principios del próximo año pueden llegar las primeras vacunas a España tras firmarse un contrato con Pfizer de veinte millones de dosis con las que se pueden vacunar diez millones de personas (cada persona recibe dos dosis), si bien Salvador Illa advierte que se trata de una vacuna que tiene que conservarse a 80 grados bajo cero para mantener sus propiedades y que la última encuesta del CIS advierte que el 43% de los ciudadanos no piensan vacunarse, si bien no se descarta la obligatoriedad de la vacuna en determinados casos.
En Tenerife la situación se ha complicado mucho, aumentando los contagios y fallecimientos, por lo que el Gobierno de Canarias aprobó el jueves nuevas medidas restrictivas para contener la propagación del virus (BOC 13 noviembre). En cualquier caso, la mejor vacuna ahora somos nosotros mismos, aumentando la protección y la cautela, ventilando espacios cerrados, con lavados frecuentes de manos, manteniendo la distancia entre nosotros, evitando los contactos, y usando mascarillas, que por fin bajan de precio.
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