Marynieves Hernández.
Volver a sentir la energía de aquellos pasos
el aleteo que nos alivianaba el camino
volver a los abrazos cargados de esperanza
a las miradas encontradas que tanto nos decían …
al encanto de aquella sonrisa
a la magia de la ilusión
a los sueños quiméricos
al esplendor con que el alma pintaba cada amanecer.
volver aquel silencio en medio de la noche, donde sólo la luna grande y apacible en medio de aquel cielo, parecía existir
a la primavera siempre florida, siempre olorosa
volver a sentir aquella sensación tan particular, tan única, inhalando el perfume de una rosa blanca.
Volver aquel Dios siempre presente, siempre temido, siempre implorado
a la paz del sueño profundo y largo
al éxtasis en la contemplación de las olas bañando las orillas
a la poesía que en medio del sueño, asomaba cauta, tímida, hurgando en la memoria, sacudiendo el corazón.
Volver a cantar sola y sin miedos
a rezar mirando al cielo
a las tardes de estío de andares bajo pinares cuando el sol incendiaba las sombras
Ay! Volver, volver… Volver al llanto por tanto amor, por tanta ilusión, por tanta esperanza, por tantas ausencias, por tanto dolor.
Marynieves Hernández
La Coruña, 23 de noviembre, 2020
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