Rosa Pulido, economista y diputada por La Palma.
Me van a permitir que hable desde mi propia experiencia como persona con discapacidad. Creo que nadie podrá negar que, las personas con discapacidad, hemos sido históricamente poco valoradas. Muchas veces infravaloradas por los gobiernos, otras por la sociedad y, en ocasiones, incluso por las propias familias.
Pues la discriminación no es siempre un acto perverso e intencionado, realizado con el propósito de dañar a alguien, que también se puede dar, sino que la simple invisibilidad, el no tener en cuenta al otro, el mero lenguaje utilizado, el desconocer las normas legales vigentes -y no digamos ya su incumplimiento- son formas de discriminación.
Se nos discrimina desde el lenguaje, donde mucho de lo peyorativo, insultante, despreciativo o estigmatizante está vinculado con discapacidades, me refiero a los términos, inválido, paralítico, subnormal, retrasado, cojo, manco o minusválido, para referirse a personas con discapacidad.
Nos discriminan también cuando desde las Televisiones públicas se permite que en programas humorísticos se imiten las formas de hablar, de mirar, caminar o de moverse, propias de personas con discapacidad para provocar la risa.
Se nos discrimina con las barreras arquitectónicas y de la comunicación que impiden nuestra integración y nuestra vida autónoma en todos los ámbitos de la sociedad. Este es un campo, en el desgraciadamente aún queda un gran camino por recorrer. Como ejemplo de ello nos basta mirar el propio edificio del Parlamento de Canarias o muchos edificios públicos en la isla de La Palma que claramente incumplen la normativa de accesibilidad y eliminación de las barreras físicas y de la comunicación y donde determinados espacios de reuniones, no sólo no son accesibles, sino que no son tan siquiera practicables.
Se nos discrimina en el trabajo, incumpliendo las normas legales que amparan el empleo de personas con discapacidad; o en el transporte con vehículos con barreras que nos imposibilitan se utilización, o la ausencia de horarios fijos e insuficientes para los trayectos de aquellas guaguas que si son accesibles, como ocurre en la isla de La Palma.
Se nos discrimina en la educación, cuando no se imparte una educación inclusiva alegando que no hay recursos económicos para asumirla; o en la salud, incumpliendo las prestaciones que garantizan la rehabilitación y el acceso a la calidad de vida a las personas con discapacidad, por motivos presupuestarios.
Se nos discrimina cuando se abandonan, o no se atienden, a las familias con escasos recursos económicos y con personas con discapacidad a su cargo; e incluso en la cultura popular cuando se sigue practicando el prejuicio y la indiferencia.
Todo ello son formas de discriminación que aún permanecen en nuestra sociedad y que las personas con discapacidad seguimos sufriendo en nuestro día a día. Y son los poderes públicos los que deben arbitrar las medidas necesarias para revertir esta situación.
Y en este proceso, no basta sólo con crear una Comisión Permanente sobre la Discapacidad en el Parlamento de Canarias, que sirva de foro de estudio y debate para el seguimiento de políticas relativas a la discapacidad y de elaboración de nuevas propuestas a favor de las personas con discapacidad, dado el papel transversal de estas políticas en relación al resto de las políticas de la Comunidad Autónoma.
Comisión que espero sea una realidad en la próxima legislatura, pues sería un importante paso, pero que de poco valdría si no se pone en marcha, a su vez, un Plan Canario para la Accesibilidad Universal, que tenga también carácter transversal y que cuente con una ficha financiera que haga posible el cumplimiento de lo recogido en la legislación existente sobre esta materia. Esto es, un plan que incorpore recursos y compromisos presupuestarios plurianuales firmes, que garantice la consecución de los objetivos de accesibilidad fijados en el Plan y permita realizar campañas de sensibilización social sobre esta problemática que afecta cada vez a más personas.
Nieves Rosa Pulido Rodríguez,
Economista y diputada por la isla de La Palma
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Janto
Buen artículo.
Menciona como muestra de inadecuado el edificio del Parlamento de Canarias pero, estando allí de diputada ¿no pudo hacer nada para solucionarlo?
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Indiano
Las personas capacitadas tambien han sido poco valoradas. El enchufismo, el amiguismo y las normas burocraticas lo han impedido. No siempre, todo el mundo tiene derecho a ocupar un lugar en la sociedad, algunos lo consiguen por meritos, otros no son valorados.
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carlosm
Muy buen y necesario articulo
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est
creo que TODOS los ayuntamientos tienen al menos un arquitecto. Y estos no se ocupan de estas cosas, eso si que lo veo MUY grave
deberían explicarse públicamente (y los políticos, como ella. exigirles que hagan su supuesto trabajo)
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tempestad
Rosa, te conosco desde hace tiempo y estoy deacuerdo en todo lo que tu escribes es mas hay edificios, que aunque no sean publicos, tienen esas dificultades de accesibilidad no solo para personas como tu, con algun tipo de minusvalia, sino para las propias personas que tienen que acceder a esos edificios y no se facilita el poder llegar. Gracias por escribir tus viviencias que en definitiva son las de todos bien por una minusvalia, por tener una edad no tan joven, por algun accidente etc……..
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pumuky
Es triste pero cierto lo que nos dice Nieves Rosa. Tengo un amigo que dice que él es comprador de escaparates. Esto quiere decir que se acerca a un escaparate y si ve algo que le gusta, tiene que llamar al dependiente de turno para que le saque la pieza de ropa en concreto y poder apreciarla de cerca, porque debido a las barreras arquitectónicas (véase un simple escalón) no puede acceder a la tienda para comprarle un vestido a su mujer, o unos tenis para sus hijos… Ya no digamos que pueda salir a comer o cenar con su familia porque no puede acceder a casi cualquier restaurante o a tomarse unas copas porque no puede entrar a casi ningún bar…
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apurando
Algo resulta evidente: apenas se ven por la calle a personas con problemas de movilidad y, salvo que seamos una excepción, deben existir, tanto por enfermedad, como por accidentes como por haber llegado a edades en las que la maquinaria empieza a fallar.
¿Es que no les gusta salir, pasear, ir a tiendas, a la compra? ¿No será que terminan por abandonar ante las enormes dificultades que han soportado cuando lo han intentado?
Deberíamos tener la posibilidad de desplazarnos en silla de ruedas durante unas horas para ver nuestra ciudad y pueblos desde otra perspectiva, que, a buen seguro, resultaría enriquecedora.
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Cabritaloca
Rosa, siempre fuiste una gran persona, y algunos no lo hemos sabido ver, por eso al leer tus palabras me siento avergonzado.
Perdona mi indiferencia, perdona el haber rehuido los saludos, perdona mi falta de humanidad.
Y gracias por hacerme creer que pueda ser mejor persona cada día.
Y por supuesto gracias por tu labor política en favor incluso de los que tanto tiempo te ignoramos.
A partir de ahora mi admiración y mi cariño.
Gracias por tus duras palabras.
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