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Opinión
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Recuerdos infantiles sobre D. Eusebio Barreto Lorenzo

A los 50 años de su fallecimiento, mi agradecimiento

Cuando D. Eusebio Barreto tomó posesión de la alcaldía de Los Llanos de Aridane, en 1969, quien suscribe tenía 9/10 años. Había terminado 4º de primaria, que era en esos momentos la única enseñanza obligatoria. Como se decía entonces: “aprender a leer, a escribir, y las cuatro reglas”. No hacía falta más para ser un buen súbdito español. En ese momento, y a esa tierna edad, los niños y niñas de este Valle de Aridane, y de toda la zona Oeste de la isla o pueblos alejados de la capital, tenían casi siempre las siguientes opciones…Si tenías “posibles” (dinero) podías seguir estudiando, previo pago, en los cristianísimos y caritativos colegios privados del municipio, y labrarte un futuro con más perspectivas. Si no era así, y eras niño, a trabajar con tus padres….repito, con 9 años. Si eras niña, a ayudar en las labores del hogar, hasta que un marido te sacara del hogar paterno para llevarte al hogar matrimonial. Ya lo había vivido con mi hermana mayor, que siendo una magnifica alumna en los cuatro años de primaria…no pudo seguir estudiando. No se podía en casa pagar la matrícula del colegio religioso privado. Era lo normal en aquellos tiempos….a 30 años de nuestra “guerra civil” (golpe de estado). Comparándonos con la Europa al norte de los Pirineos, donde su guerra, más destructiva aún, había terminado en 1945 (24 años antes), estábamos obviamente en una situación bastante tercermundista, aunque algunos (Vox dixit) hoy en día digan lo contrario. La diferencia era evidente entre democracias y dictaduras, pues la Grecia de los Coroneles y el Portugal de Salazar eran, junto con la España de Franco, en esos tiempos, el trío en el vagón de cola de desarrollo social de Europa Occidental.

Afortunadamente, un familiar residente en la capital me acogió durante los dos primeros años de instituto en Santa Cruz de la Palma, y sí pude iniciar mis estudios secundarios. Otros amigos no tuvieron esa suerte, y ya empezaron a trabajar y ganarse el sustento a esa edad infantil. Se rumoreaba, se decía, aunque no era seguro, que, tal vez, se abriría un instituto público en Los Llanos de Aridane. De esa época vienen mis primeros recuerdos del alcalde D. Eusebio Barreto. Mirando con retrospectiva, 50 años después, todavía no deja de sorprenderme lo que tengo en la memoria de aquellos años y de su figura.

¿A qué se dedicaba y de qué se preocupaba un niño de 9, 10 y 11 años? De jugar con sus amigos a las diversiones de la época, de asistir a clase, y de hacer los recados o pequeñas ayudas que te demandaban tus padres. Las cuestiones sociales, las ideas de la gente, y menos aún, la política, me eran totalmente ajenas, y más aún en época franquista Y sin embargo, el ruido atronador, constante, agresivo, de la “polémica” que rodeó los años de construcción e inauguración del IES Eusebio Barreto fueron de tal magnitud y relevancia, que incluso llegaba a oídos y mentes infantiles como la mía. Recuerdo con una especie de estupor lo que en determinados ambientes de poder del municipio no cesaban de aventar a los cuatro vientos: alarmismo exacerbado, rabia indisimulada, odio irrefrenable. En mi mente infantil no entendía un carajo: ¿Pero qué cosas tan horribles estaba haciendo el alcalde para que esa gente lo detestara de tal manera? Especialmente en los ambientes religiosos y en la empresa platanera donde trabajaba mi padre, el mitin histérico era constante: “Un montón de gente iba a perder su trabajo por culpa del alcalde, los colegios religiosos se cerrarían, la educación se iría al carajo, las monjitas ya no tendrían de qué vivir, etc. etc. etc por culpa de ese maldito alcalde”. ¡Ah, y pobre del trabajador dependiente de esos poderes que se atreviera a levantar la voz en contra de esa campaña inmisericorde de desprestigio! Las opiniones contrarias, se hacían en baja voz y rodeado de gente de confianza, no fueran a enterarse de su discordancia.

Cuando más avanzaban las obras, más histeria y ataques. Innumerables fueron los intentos para que fracasara o se retrasara el proyecto. La lista de palos en las ruedas del futuro centro educativo público fue inmensa, desde las puramente burocráticas hasta intentar entorpecer la obtención tanto de material de construcción como de mobiliario. Con la perspectiva del tiempo y la madurez de los años, he pensado mucho sobre cuán solo se debió de sentir Eusebio Barreto en su cruzada de culminar su proyecto, y lo más rápidamente posible. Seguro que conocía el apoyo mayoritario de la población, pero era una simpatía silenciosa en su mayor parte. Y los enemigos eran poderosos, constantes e implacables. Hasta en el interior del mismísimo ayuntamiento que presidía había opositores. Las zorras estaban dentro del gallinero.

Más asombroso aún, la campaña de desprestigio, no terminó con los hechos consumados. Una vez inaugurado el instituto, la campaña se focalizó en lograr que fracasara en cuanto al número de alumnos. Y, acorde con los tiempos y al nacional católico machismo imperante, el mensaje iba dirigido hacia los padres con referencia a sus hijas. Al menos, intentaban lograr que las jovencitas del Valle y limítrofes no fueran a un centro público. Cincuenta años pasados, y todavía recuerdo una frase que se convirtió en el slogan de la campaña: “Pero señora, ¿usted está loca?¿cómo va a llevar a su hija al instituto, ahí, con machos y hembras juntos, que le pueda pasar algo a la chica o se puede echar a perder?” Erre que erre, día tras día. Y peor, ataques y bulos con nombres y apellidos sobre algunas de aquellas que dieron el paso y se convirtieron en alumnas iniciales del Eusebio Barrero: que si su vestimenta descarada, que si los vicios que estaban adquiriendo, que si el poco “respeto” que había allí, etc. etc. etc.

Afortunadamente, los poderes fácticos de este valle de Aridane perdieron aquella batalla. Algunas de las posteriores las han ganado. La lucha continúa. Hay que tener muy presente que, en el fondo, aquellos poderes fácticos de antaño, siguen hoy con muy similar ideología: “denostar los servicios públicos, ensalzar los servicios privados, de pago. Que las clases altas partan con todas las ventajas a la hora de educarse, mantenerse saludables, curarse mejor de las enfermedades, divertirse…porque ellos se lo merecen y lo pueden pagar”. En justicia, los que no somos de ahí arriba, deberíamos estar inmensamente agradecidos a D. Eusebio Barreto, y no olvidarlo. No olvidar su tesón, su porfía, su valentía, en aquella lucha casi solitaria que, posiblemente, le costó buena parte de su salud y acortó su vida de forma trágica. Personalmente, yo tengo esos pensamientos muy bien grabados y presentes, a los 50 años de su muerte. Pude seguir mis estudios, y poder cumplir aquello que mi padre, peón agrícola malpagado y analfabeto, me repetía hasta la saciedad: “Hijo mío, ¿tú no ves lo que es tu padre? Un esclavo sin días de fiesta ni vacaciones. Pues si no quieres ser como yo, ESTUDIA”. Gracias a D. Eusebio Barreto Lorenzo, pude cumplir ese anhelo paterno.

Fdo. Tomás Ramos Rguez. Exalumno y exprofesor del IES Eusebio Barreto.

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