Marynieves Hernández.
Hoy miro a tu rostro Canarias.
Más allá del océano
miro tu luna y tus volcanes,
tus caminos ancestrales
me hablan de helechos y de guanches.
Noche y día siento el arrullo de tu nombre,
con las arenas de tus playas sueño,
en la blancura de sus olas me sumerjo.
Tu gente, tu mar, tu luz, tus senderos silenciosos
siempre palpitantes
hilvanando mis días a la sombra de tu herida.
En mis noches desnudo las semillas del recuerdo.
Un rosario de soledades en el pecho.
Cuando el olvido deja caer sus letras sueltas
se afianza la verdad con altura de estrella,
la nostalgia araña en su rugir constante.
Orfebres solitarios en nuestro destino,
labradores incansables de tu grandeza,
canto que anida en las alturas
en los bosques de ramas perfumadas
donde el amor dibuja cada hoja
entre la palidez indiferente
y el arrogante viento del olvido.
Una vez más venimos con la patria en los labios,
con el grito de tu vientre entre los brazos
con este amor de fuego en las palabras
desentrañando el sol
como bravos soldados.
Sobre el mar, sobre los horizontes
sobre la luna que incendia tus pinares
fortalecidos nuestros corazones,
fortalecidos de lucha y desamparo,
sagrado pétalo que ha dorado el pan
con hilos de una raíz huérfana
conquistando cada paso, forjando amaneceres
siempre con la esperanza puesta en tu cielo,
en el racimo esplendoroso de tu vientre
dulces uvas, sagrado elixir de tu ramaje.
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