Madre

Con los ojos cerrados
navego hasta tus brazos.
Entre vaivenes de besos
siento  latir  tu corazón cansado.
No hay tiempo ni distancia
que borre aquellos cantos
que en noches de vigilia
mi cuna dibujaron,
 ni las tibias caricias
que mis fríos calmaron.
Como blanca paloma
arrullaste mis sueños,
me enseñaste caminos
de esperanzas y vuelos.
Aún tengo en mi boca
el sabor de las mieles
que tus pechos dejaron,
y en mi piel, en mi piel
el dulzor de tus manos.
¿Cómo olvidarte madre?
¿cómo esperar un día
para decir te quiero
si cada aliento tuyo
es esa flor que beso?
Es la estrella que miro
es la sombra que anhelo.
Hoy, como siempre madre
bendigo tu existencia,
tu abnegación, tu risa,
el brillo de tus ojos
la luz de tu mirada,
tus besos, tus caricias
tus manos de oro y seda.
Tu corazón cansado
 de tanto amor crecido
adornará mi pecho
cuando ya te hayas ido.