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Opinión
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Pedro Triana

Una Isla que languidece

  • La iniciativa privada está abocada al cierre o la dependencia clientelar
  • No hay crecimiento poblacional significativo desde hace décadas
  • El conservacionismo medioambientalista radical es una apuesta suicida

José Angel Rodríguez Martín, prestigioso economista palmero que desarrolla su actividad en la Universidad de La Laguna, ha expresado recientemente en un acto organizado por CC.OO. su opinión sobre la situación social y económica de nuestra Isla.

No es la primera vez que este profesor universitario llama la atención sobre el modelo de desarrollo de La Palma.

Su talante moderado y su lucidez intelectual, los ha puesto a disposición de las autoridades palmeras en numerosas ocasiones para ayudar a buscar las soluciones más apropiadas a la encrucijada económica que padecemos.

Los datos que nos aporta no dejan margen a la duda: Una Isla subsidiada, funcionarizada y envejecida.

A partir de esta dura fotografía de La Palma actual, quisiéramos profundizar en el debate y aportar nuestra perspectiva y nuestras preocupaciones al respecto.

El parón y el envejecimiento demográfico, la paralización de la actividad económica con la caída del consumo, el abandono de la agricultura que incrementa la dependencia exterior y el coste de la vida, los desequilibrios territoriales con sus sobrecostes y desarraigo, el alto coste y a la vez la baja calidad de los servicios públicos y, por todo ello, la extrema dependencia del sector público, hacen que nuestra isla se encuentre languideciendo y necesitando tratamientos de choque.

Ante este escenario socioeconómico, la iniciativa privada está hoy abocada al cierre o a la dependencia clientelar de las administraciones públicas (Ayuntamientos, Cabildo, Gobierno, etc.), de forma que sólo contamos con un tejido empresarial débil, inseguro y sin ilusión para hacer frente a la crisis.

Paralelamente, cualquiera puede constatar que no hay crecimiento poblacional significativo desde hace décadas. Los jóvenes marchan a buscarse la vida en Tenerife o en cualquier otro lugar y pierden toda esperanza de regresar a su tierra.

Podemos añadir que el ligero incremento de habitantes que se ha registrado en las Breñas y el Valle de Aridane ha traído a estos municipios un mayor desarrollo y bienestar. Pero tengamos en cuenta que este crecimiento ha sido como consecuencia del abandono del Norte y del Sur de la Isla y este desequilibrio, malo para todos, se acrecienta cada día.

A la gente se le dice que la Isla se debe conservar inalterable y con sus bellos paisajes intactos. Pero no se le explica que el precio que debemos pagar todos los palmeros por ello, es muy alto. El conservacionismo medioambientalista radical que se defiende desde ciertas instancias para La Palma, es una apuesta suicida que, de seguir prosperando, llevará a La Palma a la cola del desarrollo social y económico de Canarias.

Hoy, las ideas expuestas por José Angel Rodríguez, deberían servirnos para comprender que la mejor conservación de un entorno natural sólo se garantiza en un territorio económica y socialmente avanzado y rico. No así en un territorio que no genera actividad económica de ningún tipo y, por tanto, carece de recursos para el cuidado y preservación óptima de los espacios naturales. Oponerse a la mejora de nuestras carreteras, a la creación de infraestructuras turísticas, a la potenciación de la actividad industrial, a la modernización agraria, etc, es apostar por la Naturaleza, sin duda. Por esa naturaleza, abandonada y asilvestrada, que avanza imparable día tras día hasta rodear amenazante nuestros pueblos y caseríos. 

Hablemos claro: para que los jóvenes no tengan que emigrar y para ofrecer empleo a los que se han marchado, es imprescindible cambiar de modelo. Y debemos tomar una decisión.

La Palma ha sido durante mucho tiempo una isla indecisa, en la que parece que no pasa el tiempo. Esta parálisis tiene un coste incalculable. De hecho, el precio pagado por miles de familias palmeras es enorme: Cientos de proyectos empresariales individuales o colectivos fracasados y, como consecuencia de ello, hacer la maleta y abandonar la Isla.     

Mientras tanto, desde el poder político y desde los medios de comunicación de la Isla se quiere seguir transmitiendo que todo marcha estupendamente y que la Isla es un remanso de paz.

El profesor José Angel Rodríguez alerta de las enormes debilidades del modelo económico instalado en La Palma desde hace años, dependiente de las subvenciones europeas al plátano y de un Estado benefactor que hasta hace bien poco tenía recursos para mantener unos servicios públicos (sanidad, educación, servicios sociales, transportes, etc.) sobredimensionados y costosísimos. La crisis ha descubierto la fragilidad del modelo y lleva a la Isla a un empobrecimiento aún mayor. Es por ello, más necesario que nunca, un cambio de rumbo político, social y económico.  

 

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