Luis León Barreto. Foto de Jesús Ruiz Mesa.
Mi abuelo me decía que en ciertos lugares de la isla hay pinos de un grosor y de una altura considerables, que probablemente los auritas celebraban al pie algún tipo de ritual, y si en otros países la gente venera árboles como los abetos ¿por qué no iba a ser venerado este pino nuestro, tan fuerte, tan longevo?. Recuerdo los gruesos pinos que mi madre y yo encontrábamos cuando íbamos a visitar a mi abuelo, en los altos de Tinizara, y en lo más escondido de las arboledas había nacientes, fuentes con las cuales calmaba su sed el caminante, en aquellos tiempos de mi infancia en que la carretera general llegaba solo hasta Aguatavar. El camino estaba perfumado por brezos, amagantes, tederas, tagasastes y codesos, toda una floración de plantas endémicas. Emilio Sánchez Ortiz, un escritor a quien visitamos en París cuando trabajaba para el servicio exterior de Radio Francia, dijo que quería volver a Tenerife pues los pinos canarios son los más aromáticos del mundo, por causa de su fragante resina. Cuando se jubiló, Emilio regresó a la isla natal pues los insulares tenemos una fijación con el lugar en que nacimos, añoramos el lugar en que hemos venido al mundo.
Los pinares de La Palma son el distintivo natural de la isla, porque han sabido resistir a docenas de volcanes, a docenas de incendios, de talas dolosas. Siendo tan perseguidos para obtener la valiosa tea, todavía sobreviven de manera espectacular, incluso invaden los terrenos agrícolas abandonados. Recuerdo la tea presente en el suelo de algunas iglesias como en la de Los Remedios, la tea en la fachada del ayuntamiento de Garafía exudando resina cuando le da el sol. Si los bosques de laurisilva del norte, arriba por Los Tilos, nos muestran una exhuberancia que también ha sabido sobrevivir, no cabe duda de que el pinar es nuestro hábitat. Y, curiosamente, Los Llanos de Aridane y Tazacorte deben ser los únicos municipios de la isla que no tienen un solo pino porque cuando se segregó el ayuntamiento de El Paso fue considerable la extensión de terreno que fue cedido a los vecinos.
El norte de La Palma es espectacular, desde Tijarafe a Barlovento se nota que es la parte más antigua de la isla, es un territorio consolidado y por ello se libra de los pavorosos volcanes que siempre brotan en la mitad sur. Ahora lo que urge es que la reconstrucción tras los daños de la última erupción sea realizada con eficacia y prontitud, un amigo informante me insiste en que no se están haciendo las cosas demasiado bien. Manifiesta que urge la carretera hacia Puerto Naos, asimismo es necesario volver a pasar por el lugar mágico en que estaban la plaza y la iglesia de Todoque, en cuya asociación de vecinos hacíamos las lecturas de poemas y cuentos del mes de agosto. Señala mi informante que apremia establecer la conexión El Remo-Fuencaliente, hay que abrir conexiones con las plataneras y con las viviendas afectadas y, en definitiva, hay que aportar todo tipo de maquinaria pesada y que se trabaje con celeridad para que la isla se vaya recuperando, cuanto antes. Mucho es lo destruido y mucho lo que hay que consolidar. Mi amigo informante es algo alérgico a que los políticos se hagan fotos y salgan en las televisiones echándose méritos cuando las palas mecánicas empiezan a moverse sobre las coladas, él me dice que hay que aportar maquinaria más eficiente para abrir con premura las vías tan necesarias, porque sin carreteras no hay progreso.
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Es de agradecer leer en esta mañana de domingo este artículo donde de una manera sencilla y directa se describe tan bien la maravilla de la naturaleza de los bosques de La Palma, cosa que me trae a la memoria, los felices recuerdos cuando allá por los sesenta y setenta, de manera persistente casi siempre en los veranos, los amigos del grupo “Aire libre”, nos pateábamos las imponentes cumbres de la isla, casi siempre guiados por el buen ejemplo del mítico Señor Fariña.
A mi esto hoy se me antoja considerarlo como algo verdadero y real, en contraposición a lo que podemos percibir de la actualidad que nos inunda, habitualmente hecha de medias verdades, medias mentiras, lo mismo da.
Lo principal no es entrar a juzgar la esencia de los hechos, sino de construir “el relato”, cosa que por lo general la mayoría se traga.
Da la sensación de que la gente está mucho más interesada en lo intrascendente y volátil, que en las cosas que de modo irremediable van a marcar su vida, pongamos por caso que la mayoría de los jóvenes le dan mucha más relevancia al quién va a Eurovisión, que cuales artículos de una ley van a tener relevancia determinante en su vida diaria.
Vamos, por decirlo de algún modo a pasar de lo “analógico a lo digital”, y pudiera ser que ello nos conduzca a perder el norte y terminemos tirando piedras al cielo, que como la historia nos ha demostrado, siempre terminan por caer sobre nuestras cabezas.
Al releer este comentario pienso que quizás es que a cierta edad uno ve las cosas con demasiado pesimismo y que la verdad es que cuando uno se hace mayor, no comprende los nuevos paradigmas.
Si esto fuera así, pues mucho mejor, pues es preocuparse sin razón y todos tan contentos.
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