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Stein, Heidegger y Husserl: de la amistad a la distancia

Nos lo cuenta Carlos Ros en su escrito sobre Martin Heidegger y Edith Stein: se conocieron en 1916 en casa de Husserl. Stein dirá que Heidegger era más bien retraído mientras no se hablara de filosofía y todo lo contrario cuando esta disciplina entraba en la conversación. De la buena relación de los tres nos dará cuenta la propia Stein: un día en que acudió a casa de Husserl, los tres se dieron un largo paseo conversando sobre la obra de Rudolf Otto, “Lo santo” (1917). Para Edith “fue maravilloso”. Más adelante, al valorar la filosofía de su condiscípulo, Stein asegurará: “Es la filosofía de la mala conciencia” (junio de 1931).

Edith Stein tuvo el número 44074. El próximo 9 de agosto, se cumplirán ochenta años desde que fuera gaseada hasta la muerte dos días después de haber llegado al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau en 1942. Veintiséis años antes había precedido a Martin Heidegger como ayudante de Edmund Husserl. Se llevaban 32 años de diferencia con el maestro y, sin embargo, desde 1913 a 1918 sus vidas se juntaron en una relación intelectual y de trabajo fecunda. A los ojos de Husserl, Stein era especialmente brillante. Por eso, dirigirá la tesis doctoral de aquella joven. Después, tras la obtención de Summa Cum Laude por su reflexión sobre la empatía (1916), Stein dejará su trabajo para convertirse en la primera ayudante del padre de la fenomenología, a pesar de que estaba tan mal pagada que tuvo que acudir a la ayuda familiar para sostenerse.

En 1918, Heidegger sucede a Stein como ayudante de Husserl. El que luego será célebre autor de “El ser y el tiempo” no tuvo ningún reparo en utilizar los materiales de Husserl ordenados por su predecesora para publicarlos (1928) sin citar la labor de sistematización hecha por su colega femenina. Resulta curiosa la relación de Heidegger con las mujeres judías. Durante un breve periodo de tiempo fue amante de Hanna Arendt, también brillante filósofa judía, que era alumna suya. Más adelante, veremos a Heidegger votando por el partido nazi y afiliándose al mismo. En 1933, año en que Stein escribía una carta al papa Pío XI advirtiéndole sobre el carácter destructivo del movimiento nacional socialista, Heidegger aceptaba el rectorado de Friburgo con una alabanza a Hitler ya en el poder.

¿Por qué dejó Stein el discipulado de Husserl, el más influyente filósofo vivo de su época? La lectura de “Investigaciones lógicas”, publicadas por Husserl cuando Edith era todavía una niña, atrapó el interés de la joven filósofa al leerla en 1912. Para ella fue el acceso a un pensamiento que se distanciaba del, a su juicio, excesivo idealismo dominante en la filosofía desde Kant. Pero cuando en 1913 Edith decide viajar a Gotinga para conocer personalmente a Husserl, este publica el primer tomo de “Ideas relativas a una fenomenología pura”. Pronto Stein inicia la tesis doctoral sobre la empatía, bajo la dirección de su maestro. La culminará en 1916, tras haber prestado su servicio de guerra como enfermera en Austria. Muy sintéticamente, durante los años 1916 a 1918, mientras ayudaba en todo al maestro, Stein fue encontrándose cada vez más incómoda con el pensamiento de Husserl. A su juicio, volvía a poner el yo y su capacidad de conocer en el centro de toda la filosofía. Esa visión, probablemente discutible, se alejaba del lema inicial de la fenomenología: la vuelta a las cosas mismas. Edith, marcada por su experiencia como enfermera de guerra, proponía una visión más realista que, a su entender, estaba en los fundamentos del método fenomenológico: dar un paso atrás para ver las cosas mismas sin los prejuicios con los que habitualmente nos acercamos a la realidad.

Pero para que Stein inicie su propio camino como filósofa, también incidieron cuestiones personales. Lo cuenta muy bien Berta Gómez Santo Tomás, en artículo en El País, en octubre de 2020: “La relación entre la discípula y el maestro se rompería poco después de que éste le ofreciera dirigir un seminario para principiantes, con la triple condición de no cobrar por ello, no obtener reconocimiento académico y, lo más grave, renunciar a postularse para la cátedra.” Una misoginia tan evidente y nada argumentada debía chocar con una mujer que, desde su primera juventud, había apostado por los movimientos feministas apoyando el sufragismo y que, posteriormente, usaría el método fenomenológico para presentar la condición de la mujer, la persona, la comunidad y el estado. Su libro “Una investigación sobre el estado” es publicado el mismo año (1925) en que aparece “Mi lucha” de Adolf Hitler. Frente al totalitarismo del nazismo inicial, Stein cree en las personas y las relaciones que establecen, sin convertir a la comunidad en una superestructura dominante, sino más bien en una construcción que las personas hacen desde el amor y la solidaridad.

La historia de aquella relación filosófica tendrá los tintes dramáticos del siglo XX. Heidegger, que ha publicado “El ser y el tiempo”, es paulatinamente reconocido como filósofo de éxito con cierto tono antisistema. Ha dejado atrás su fe religiosa y acabará afiliado al partido nazi. Husserl, por su parte, acabará siendo destituido de su labor en la universidad, mientras asiste con asombro al itinerario de su discípulo. Heidegger, que ha roto con Husserl y con todos sus amigos judíos, no acude al entierro del maestro. Stein, siempre brillante, ha tomado el camino de la humildad. Convertida al catolicismo, se hace religiosa carmelita. Desde el convento, en Colonia, preguntará a una colega por los últimos días de su maestro Husserl (m.1938), unos meses antes de que fuera trasladada a Holanda ante la presión antisemítica de los nazis. También preguntará por la actitud del que fuera su condiscípulo, Heidegger, enredado en su silencio cómplice. Este último, en cambio, no querrá saber nada de ella ni del maestro cuando los oscuros tiempos de Europa se despeñaron por el abismo.

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