cerrar
cerrar
Registrarse
Publicidad
Opinión
Publicidad

Reluciente encuentro poético para llenar los bolsos de versos

El sábado pasado por la mañana, justo antes de que el cielo se nublara y el viento virara a más frío, tuvo lugar en Los Llanos de Aridane la Mesa Redonda «El estado de la Poesía escrita por mujeres hoy», en el que cuatro poetas de distintas generaciones y de distintos lugares, moderadas por Manuel Francisco Reina, autor del libro “Mujeres de carne y veros: antología poética femenina en lengua española del s. XX”, se reunieron y compartieron su tiempo para reflexionar sobre la poesía escrita por mujeres y en muchos casos rescatada del silencio de las páginas más íntimas.

Acercarse a las poetas para quien adora la poesía es derribar varias barreras: la del narcisismo, pues le obliga a salir de sus propias líneas para maravillarse de las hermosas palabras de otras; la del conformismo, porque además le obliga a arriesgarse para lanzarse al vértigo de bocas sensuales o bocas tan llenas de vida que digan lo que digan le harán emocionarse y viajar a través de los versos a lugares muy próximos o tal vez a rincones recónditos; y quizá también la de la avaricia, pues es a través de otros como de repente se revela el sentido de algo que ansiándolo para tan solo uno mismo nunca acabaría hallándose. El arte ha de ser compartido y compartiéndolo nace.

En la sala Espacio Cultural Real 21, casi todos los asientos de la fila posterior fueron ocupados, pero los de la fila primera y segunda quedaron desiertos. No obstante, en cuanto la mesa redonda se inició, los nombres de las poetas admiradas y reconocidas con elogiosas palabras por cada una de las autoras que iban dándose la palabra, tomaron asiento entre los espectadores, y así al final del acto el aforo quedó completo y tuvimos el privilegio también de haber conocido a Francisca Aguirre, Remedios Sánchez, Julia Uceda y muchas más otras, que gracias al reconocimiento de sus propias compañeras y del moderador, fueron componiendo un nuevo marco histórico donde la poesía escrita por mujeres es un lienzo repleto de colores y tonalidades diversas que se complementan, haciéndose en él destacar cada una de ellas por la presencia y cercanía de las otras.

Si una poeta deslumbrara por su forma de observar cada viruta del aire y cada detalle del cielo esa sería Juana Castro, que leyó un hermosísimo poema de cuando siendo joven en los veranos cordobeses les leía libros en voz alta a las mujeres, mientras cosían y tejían siempre con alfileres, dedales y en silencio, escuchándola además entre puntada y puntada. Si una poeta deslumbrara por la magia reluciente que desprenden sus dedos al acariciar las páginas del libro posado en su regazo, esa sería Elsa López, quien recitó un poema de amor que lograría horadar el más duro corazón con su aterciopelada voz y su sensibilidad desmedida.  Si una poeta hiciera vibrar la atmósfera por la sensual forma de contar y traspasar la piel con versos inspirados frente a una tumba de una maestra en un cementerio de un pueblecito de la España vacía, esa sería Raquel Lanseros, con su belleza reflejada en cada una de sus letras. Y si una poeta alzara el vuelo con valentía enarbolando la bandera del amor como un acto de futuro, esa sería Cristina Angélica, pureza joven preparándose para labrar los versos en los que en un futuro se hallará madurando al compás de la rima. Y entre tal elenco, Manuel Francisco Reina, relatando anécdotas fascinantes, amenizando con grandes dotes este ciclo de reivindicación de la poesía escrita por mujeres que él supo iluminar con sabio conocimiento, con su sincero halago para cada una de ellas y una esmerada intervención que dejaba patente su apasionado romance con la poesía ya escrita por mujeres y aquella que aún está por llegar.

Los actos de poesía no suelen congregar a mucha gente, pero lo que sí consiguen es condensar la historia, el arte, la literatura, el amor, la guerra, los sentimientos, en un familiar recital a plena luz del día. Una lástima que no acudiera más gente a degustar este encuentro de poesía, porque cuando uno sale de allí la imaginación hace cabriolas, lo aprendido remueve una dulce emoción en el paladar de la razón y el regreso al mundo exterior parece hacerse de un modo más tierno, sutil y en efervescencia por dentro.

Para Luis Cernuda la poesía tan afín a la música y a lo inusitado (“existencia de una realidad diferente a la percibida”), debía ir acompañada de un “algo alado o divino” para aureolarla (“tal el nimbo trémulo que rodea en punto luminoso”). Y así parece que sucede, pues se percibe en las pupilas del que exhala poesía una reluciente mirada, se intuye en la voz del que recita con pasión el delicioso pulso que adquiere su corazón y se visualizan destellos en la más trágica obscuridad porque la poesía destila hermosura de un modo a veces tan incomprensible, que consigue ser irrepetible.

Gracias por este ciclo de poesía que nos hace arribar a otros puertos, que me llevó en volandas a mi tierra a través del acento de una poeta cordobesa recitando con nostalgia. Gracias por extender los poemas allá donde siempre haya alguien que pueda desenrollar sus más profundos mensajes ocultos, para quizá convertirlos en lugares de culto.

Archivado en:

Más información

Publicidad
Comentarios (0)
Publicidad

Últimas noticias

Publicidad

Lo último en blogs

Publicidad