Pocas fiestas provocan tan agrias controversias como el Toro de la Vega celebrado ayer en la localidad vallisoletana de Tordesillas; su eco, bien amplificado por televisiones, radios y periódicos, redes sociales… ha dividido a los ciudadanos en dos bandos irreconciliables.
Así, en la trinchera de sus partidarios, se sitúan quienes ven la fiesta como una ancestral celebración, en honor al santo patrón de la villa; que muestra el valor, la gallardía y el coraje de sus mozos enfrentados al mítico animal, noble y poderoso; es un ritual de muerte y también de vida; el sacrificio y la fertilidad. En la trinchera de enfrente, sus detractores, quienes en ese evento taurino no ven sino un abyecto espectáculo, cuyo involuntario protagonista es un animal que es "asesinado" (Sic); un mero ensalzamiento de la peor crueldad humana, donde el sadismo y la mezquindad de una población cerril se regocija con el dolor y el sufrimiento del toro.
A partir de aquí, y gracias a las redes sociales, entre unos y otros se instaura un nuevo ritual: la recíproca lapidación a través de la palabra, más bien puras imprecaciones y exabruptos. Intentaré, con medios limitados y escasos méritos, acercar un debate sosegado y desapasionado, difícil tras ver las imágenes de "Rompesuelas".
En el fondo de esta polémica no se pueden obviar las visiones distintas, distantes -y muchas veces antagónicas- de dos mundos: el rural y el urbano. El desdén de la clase burguesa -e intelectual- ante el quehacer del campesino; el desconocimiento del medio rural; sus códigos de conducta; su proverbial aislamiento, lejos de los apremios de la ciudad. El urbanitas no sabe diferenciar el trigo de la cebada. Mientras, el campesino no era capaz de entender lo que es una sala de cine, o un ateneo literario. El hombre de campo ha mirado con cierta desconfianza- y burla- la pretendida ilustración de la ciudad; en reciprocidad, el urbano se ha burlado del pardillo de campo, el mago en Canarias.
La relación del hombre con el animal no es ajena a esa distancia entre uno y otro mundo. El campesino ha estado siempre en cercana relación con los animales, fundamentalmente por una cuestión de mera supervivencia; y en su aislamiento llega a su personalización, concediéndolos casi alma. "Milana Bonita", así se dirigía el entrañable Azarías a la cría de grajo en la novela "Los Santos Inocentes", de Miguel Delibes, novelista que ha detallado, como ninguno, la vida en los pueblos y campos de Castilla y la dependencia del hombre con los animales. Igualmente, y para centrar el tema, la asociación o binomio entre fiesta y animal forman parte del tradicional acervo cultural del campo, y se establece en correspondencia con variados factores: ámbito geográfico, ecológico, tradición campesina o ganadera… estando por lo general esas fiestas pautadas o ritualizadas. Fiestas que se pierden en el arcano de los tiempos.
Centrándome en los festejos taurinos, parto de una premisa: no me gusta la lidia tradicional del toro y su muerte final. Reconozco unos valores culturales y antropológicos que no comparto, pero que poetas, de sensibilidad infinita, como Federico García Lorca y el mismo Miguel Hernández ensalzaron en poemas ya eternos y completos trabajos sobre la tauromaquia. Y menos me gusta el Torneo del Toro de La Vega donde lo visible es que un toro es perseguido, alanzado por pedestres y ecuestres paisanos y, ya agotado y en agonía terrible, se le mata de un puntillazo, para alborozo y alegría de los participantes. No entiendo qué hay de viril en la muerte a lanzazos de un animal.
Siendo una tradición incuestionable, ancestral, socialmente aceptada en la villa castellana, la considero un fósil cultural, reflejo de un pasado del que conviene alejarse, donde los toros (y otros animales: burros, gallos…) pagaban con su vida las frustraciones, rencillas, enconados dolores y los conflictos de una masa popular sin voz ni voto. El panem et cirquem de Juvenal que se reinterpreta en pan y toros, con que halagar las bajas pasiones del pueblo llano y, de esa manera, lograr un alejamiento de otras aspiraciones mayores, apuntalando un atraso muy rentable. No creo justo apuntar a Tordesillas como centro de la crueldad con el animal. El mapa hispano se tiñe de celebraciones donde, de una u otra manera, se acaba con su sacrificio.
En otro orden, y saliéndome de la fiesta taurina, resulta muy fácil demonizar el maltrato animal desde una perspectiva urbana y bajo el regodeo en la paradoja, pues mientras unos matan los animales, otros se los comen como nuggets, coronadas en papel sus cabezas. Obviamos que es carne extraída con el sufrimiento del animal, desde su nacimiento hasta su sacrificio; y si alguien tiene alguna duda, una visita a una granja de pollos la despejará. Nuestra visión urbana de los animales que consumimos se ha "aseptizado", como el sufrimiento ajeno en general: lo que no se ve no duele, y lo que vemos nos impacta; y claro que nos hieren las imágenes del toro alanceado y su final en la vega del Duero, pero no vemos -o no queremos ver- otras imágenes que nos enfrentan a esa realidad; preferimos saborear una loncha del jamón sin plantearnos el previo sacrificio de cerdo.
Volviendo al Torneo, planteo si esa fiesta genera algún valor (no hablo en términos económicos) o, por el contrario, es solo desvalor. Me inclino claramente por la segunda idea. La muerte de un toro a lanzazos para diversión de un pueblo no puede ser ya considerada cultura. Su visión genera amplio rechazo a nivel nacional e internacional. Los tiempos son otros y las sensibilidades también, y se debe transitar para armonizar ambos. Siendo el Torneo una tradición que goza de protección legal, como Espectáculo Taurino Tradicional, creo que hay que revertir la situación, y cambiar la legislación, como ya se hizo en tiempos pretéritos, con la prohibición de su alanceo y muerte; lograr que se diluya y quede como un recuerdo para estudio de antropólogos, igual que otras tantas tradiciones felizmente superadas.
Una ley contra el maltrato animal es una vía, y urge. Hacer pedagogía es otra: persuadir que esa fiesta es cruel, que carece de sentido, que esa diversión de muy pocos miles de aficionados genera el dolor de muchos cientos de miles de personas, quizá millones; que Tordesillas, La Villa del Tratado, no puede ser eclipsada por este anacrónico torneo.
Y que "Rompesuelas" sea el último Toro de la Vega.
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DOSDEMAYO
¿Y con el arrastre de Ganado no sufren los animales que realizan un terrible esfuerzo ? ¿También habrá que prohibirlo?
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Pintao
Sr. Apurando, no pongo en duda en absoluto sus puntos de vista, tan sólo me llamó la atención que nombrara a Dinamarca, pues creo que no tiene nada que ver ni con los cetáceos, ni con las focas, puesto que Groenlandia, donde sí existe el aprovechamiento económico de las pieles. Cierto es que fue colonia danesa y que sus escasos habitantes son de origen esquimal aunque tienen total autonomía, sólo conservan a la reina danesa como cabeza del estado, pero eso también sucede con algunos países de la Commonwelth con la reina de Inglaterra.
El hecho de que los festejos con toros no sean bien vistos por la mayoría de europeos, no significa que no existan practicas criticables en otros lugares y que cuenten con repudio, como la caza del zorro en Inglaterra.
Cierto es que si no existieran las corridas de toros, por lo tanto el interés económico de criar toros bravos, no existirían.
Comprendo que haya gente que justifiquen las corridas y hasta que en España sea la Fiesta Nacional y que según en que ambientes no se me ocurriría criticarlas, pues no me gusta meterme en líos.
En este caso, que se trata de exponer opiniones libremente, si que me gusta ser sincero y decir lo que pienso.
Para mi, los festejos con toros en las fiestas populares las considero restos de costumbres bárbaras y atávicas que no tardarán en encontrar una o`posición en la gente pues no están a la altura del mínimo respeto a los animales, y lo entiendo en tanto todavía nos falta un empujón hasta que la mayoría termine por entenderlo.
Por eso mismo se legista para evitar el sufrimiento animal en los mataderos.
Las acorridas me parecen algo atávico y falso donde se hace espectáculo con animales nobles como los toros, que se les somete artificialmente a unas condiciones donde se ven obligados a luchar por su vida y todo ello para el divertimento general.
Entiendo que haya gente que no esté de acuerdo con esta idea, pero yo respetando sus argumentos no los comparto.
Quizás el hecho de haber vivido una parte de mi vida adulta en el extranjero me hayan contaminado en tanto a la opinión acerca de los toros, que por otro lado veo que poco a poco en España también cada vez hay más gente que las aborrece. Quizás no sería así si en vez del norte de Europa hubiese vivido en Algeciras. Eso lo entiendo y por eso traté de explicar el porqué sucede así.
De todos modos entiendo sus argumentos que comparten muchas personas en Canarias.
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apurando
Señor Pintao, debería abrir el enlace que adjunté: http://cort.as/8Lg3.
La muerte de focas a palos para no estropear las pieles es, principalmente, en Noruega y Canadá (por lo menos eso dice Mr Google), aunque parece que recientemente Noruega se está desmarcando de tal práctica.
La caza de Ballenas con supuestos fines científicos es en Japón y Noruega.
Puedo entender, aunque no me gusta nada, el asunto de las corridas de toros, porque, entre otras cosas:
-La vida que llevan tales bichos es mucho más deseable que las que lleva el ganado destinado a carne o leche,
-La lidia no les causa más sufrimiento del que tendrían viviendo libres en la naturaleza y muriendo sea por depredadores, sea por enfermedades y lesiones, sea por hambre… ¿No muere asfixiado el pescado que nos comemos? ¿No cocinamos los mejillones echándolos vivos al vapor de las ollas?
-Si no existiera la lidia, hace tiempo que habrían desaparecido tan magníficos animales. Y con su desaparición, también habrían desaparecido esas enormes extensiones en las que crecen los cuatro años anteriores a la lidia, y de las que se aprovechan otra buena cantidad de animales y plantas.
Sin embargo, bastantes festejos populares con toros buscan que el sufrimiento del animal se alargue lo más posible: ¡Eso no!
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Pintao
Sr."apurando", sin poner en duda en absoluto sus amplios conocimientos, me atrevo a apuntar que no es Dinamarca la que caza cetáceos (ballenas, delfines) sino Noruega o Japón.
Si Vd. se refiere a la sangrienta caza de focas, sobre todo de cachorros, no es en Dinamarca sino en Groenladia donde esto sucede además de en Canadá, donde se cazan por las pieles y es un asunto generalmente muy protestado por la opinión pública. Los naturales de esos lugares no las matan para divertirse, sino para aprovechar las pieles. De todos modos no deja de ser antigua y bárbara el método que emplean, aplastándole la cabeza.
Si Vd. (generalmente persona muy ilustrada e informada), quiere decir que Groenlandia es Dinamarca, creo que hace algunas decenas de años que ya no lo es, aunque mantiene algunos lazos con la antigua metrópoli, pero de hecho no lo es ni pertenece a la U.E.
Yo entiendo a las personas que encuentran alguna justificación al asunto de los toros, a mi juicio peor que los de las focas, pues lo hacen por diversión. De todos modos siempre consideran que cuentan con razones suficientes para ello. Así es la cosa.
Quizás sea yo el que este equivocado, pues no es nada raro que pueda meter la pata, pero que le vamos a hacer, uno tiene que arriesgarse a opinar si quiere participar en estos foros.
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apurando
En Dinamarca consideran tradición cultural la matanza de cetáceos, delfines incluidos ( http://cort.as/8Lg3 ) y los niños participan a tope: Lo que hay que leer y ver.
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Pintao
Reconozco que me ha parecido inteligente a la vez que interesante el artículo anterior. No sólo por relatar el hecho en si que ha ocupado bastante espacio en los informativos.
Trataré de explicar como entiendo yo la causa de que se produzca la controversia entre defensores y detractores de dichos festejos.
Cada persona si es sincera ha de admitir que la opinión que tiene acerca de las cosas está motivada por las circunstancias en las que ha transcurrido su vida.
Como mis circunstancias personales han estado mediatizadas por los asares de la vida, y en mi caso en los años sesenta éramos muchos los que emigrábamos para buscarnos la vida y eso hizo que pasara unos cuantos años repartidos entre la Europa del Norte y el Africa Occidental, no me puedo sustraer al hecho de que dos realidades tan dispares me hayan ayudado a entender el porqué de algunas cosas.
El tiempo no ha pasado en balde y no es lo mismo lo que se opinaba en el siglo XVII que en el XXI, ni es lo mismo los paradigmas que han ido cambiando en unos lugares del globo que en otros.
Hay cosas que se explicaban en el siglo XIX en el Mundo Occidental, que hoy no se le ocurren sostenerlas a nadie.
Lo mismo que existen hechos en Africa que no caben que los naturales defienden con uñas y dientes y se sienten muy ofendidos si se les cuestionan, con el argumento de que no les entendemos, sin embargo se considerarían barbaridades a los ojos de un europeo.
La medida del avance que España va llevando a cabo en el desarrollo social y cultural en general, lo podemos medir cuando vemos que la contestación a ciertos hechos va aumentando, pues si que nos afecta que estamos instalados desde hace algunos años en una globalización cultural.
Me gustaría que leyéramos artículos en periódicos de los que consideramos países desarrollados acerca de eventos como el toro de la Vega. Aseguro que a mi me dan vergüenza ajena, pero entiendo que haya gente que diga que lo que pasa es que no nos entienden ni tienen cultura para percibir la sublime emoción que les produce estos festejos ancestrales de un alto valor cultural.
Hasta tan tarde como 1.865 la mejor sociedad española consideraba que la esclavitud que se practicaba en Cuba, una querida parte de la madre patria a la sazón, era algo respetable y digno de precerbar, que no pocos reproches ocasionó el hecho de prohibirla, siguiendo el ejemplo de otros países americanos.
Sin pretender comparar en absoluto una cosa con otra, sino por mostrar algo que demuestra que no todos los países tienen la misma opinión de las cosas.
Pongamos un ejemplo más fresco en el tiempo. Ayer comentaba la Tele el vergonzoso hecho del trato degradante de la policía húngara con los refugiados sirios que pretendían cruzar para llegar a Austria huyendo de una guerra donde lo han perdido todo. Pues bien para una gran parte de la opinión pública húngara, estos refugiados no merecen atención, pues vienen sucios y sin afeitarse y además son musulmanes. Si acaso merecen que se les tiren bocadillos a través de la alambrada como si fueran perros, y ayer los bocadillos se transformaron en gas mostaza y chorros de agua. Saben que gran parte de ellos son niños, pero lo más seguro es que ni siquiera les han cambiado el pañal y además son musulmanes. Pues bien supongo que ese sea la manera de pensar del gran parte del pueblo húngaro con su presidente a la cabeza.
O sea que lo de las opiniones es un asunto que va por barrios, pero sin duda el tiempo va cambiando las conceptos, pero es un asunto que no sucede de la noche a la mañana
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escarabajo
La misma teoría que los que defienden al crimen del toro de la vega .. " que los demas no tenemos ni idea.."
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GALVA
POTEMOS NO TIENE NI PAJOLERA IDEA DE LA NATURALEZA DEL GALLO DE COMBATE…
Bueno…Es que son así, postulan, y son ignorantes supinos…..
Hay brecha cultural campo-ciudad….La gente del campo y de los Pueblos son mucho mas cultos que los urbanitas…..
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escarabajo
Esas diferencias entre el mundo Rural y el urbanita ya no la veo. Los agricultores estan industrializados, mecanizados e hipeglobalizados. Tienen gps para sus animales, para la metereoligia, para vender online…. No es excusa la brecha cultural hoy en dia, ya no estamos en la edad media aunque en esto lo parece.
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JoseTano
En este país esperpéntico en el que vivimos, se denomina cultura a cualquier cosa.
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