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Opinión
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Máximo Pérez Tejera

¿Es La Rosa independentista?

  • Siempre hemos tenido la sensación de que El Pueblo "casco" nos roba

Vista de Mazo.

En La Rosa siempre hemos tenido la sensación de que El Pueblo "casco" nos roba. Y no es broma, es un hecho constatado a través del tiempo. Por robarnos nos robaron hasta la iglesia, cuyos terrenos conocidos como el Solar de San Blas están enajenados en nuestro suelo después de que, vaya usted a saber cuántas intrigas, decidieron no trasladar la ermita existente. Este hecho, fundamental en nuestra historia, nos privó de tener un Casco urbano al abrigo de las laderas de una amplia hondonada, que sin duda, habría sido un magnífico asentamiento para un pueblo más horizontal, ligeramente escalonado, y con posibilidades de ampliación.

El pueblo nos roba, ya sea con alcaldes conservadores, liberales, progresistas, franquistas, centristas, socialistas, o nacionalistas canarios. Y nos roba, porque se atribuye el papel de capitalidad con todos los derechos para disfrutar de los servicios y de las inversiones antes que el resto del municipio, y lo hace incluso cuando los alcaldes son de la Rosa.

El pueblo nos roba porque no se invierte en el barrio lo recaudado en el mismo, y no se reparte equitativamente los recursos en función de las necesidades y el número de habitantes.

Para tener luz eléctrica, los vecinos de La Rosa acometieron una instalación particular que tenía como central la antigua molina, hasta que, muchos años después, llegó el tendido general.

Para tener escuela, los vecinos de La Rosa, junto con los de Monte Breña, fundaron una cooperativa al estilo de la I.L.E. (Institución Libre de Enseñanza) que construyó una escuela que funcionó hasta la generalización de la enseñanza pública.

Para disponer de agua potable, se formaron comunidades para bajantes primero en cemento y después en tubería, esperando durante muchos años la instalación del agua pública.

Para tener teléfono se tuvo que pagar la línea que por supuesto pasó a ser propiedad de Telefónica, que por aquel entonces era de propiedad estatal.

Para poder disfrutar de actividades culturales, compraron un solar y construyeron un salón comunitario (teleclub) hasta que mucho después se dotó a los barrios por parte del ayuntamiento de Centros culturales ligados a las actividades del Corpus.

Como broche final, valga un ejemplo de discriminación actual: vean cómo las aceras a los bordes de la carretera terminan justamente en el límite de nuestro barrio, y, aunque por otros lugares se han acondicionado algunas aceras, en La Rosa no se ha realizado ni un sólo metro.

Todo ello ha sido un agravio comparativo para el barrio, por lo que, en las celebraciones de la "nochada" comenzó a fraguarse un sentimiento barrio-nacionalista de tintes izquierdosos que reivindica la independencia de La Rosa. A este grupo se le ha unido inesperadamente la corriente de la burguesía nacionalista conservadora, otrora no independentista.

 Este reciente giro de timón ha logrado inquietar al "casco", que se aferra inflexiblemente al imperativo legal ante la amenaza soberanista.

La heterogénea base social que se decanta por el separatismo quiere, como es lógico, hacer lo que es primordial para el movimiento: cuantificar su fuerza alegando el principio democrático del derecho a decidir.
Pero, he aquí, que el centralismo prepotente y trasnochado del "casco" se niega a legitimar esa consulta, incluso sin efectos  vinculantes.

Esa metedura de pata, llamémosla intransigencia del "casco", ha caldeado los ánimos y ha provocado intentos "unilaterales" para medir las fuerzas que están poniendo en jaque al centralismo.

El primer intento fue el de llevar las urnas a la calle. Se celebró en noviembre, no el 9N sino la noche del 10N, la cena de San Martín. El plebiscito consistía en poner en una cesta una castaña, símbolo del Sí, y en otra una nuez, símbolo del No. Se publicó una aplastante mayoría de las castañas con más de un 80% de los frutos escrutados, y hasta se premió a la mayor castaña depositada, cuya ganadora silenciamos por consideraciones éticas.

Evidentemente al ser denunciada ante el constitucional de la Villa, la consulta perdió legitimidad y credibilidad por las carencias de censo oficial y mecanismos de control. La causa sigue abierta y recientemente se ha imputado al convocante.

El segundo intento fue convertir a las elecciones locales en plebiscitarias, pero claro, identificar un Sí o un No con el voto a uno de los muchos partidos políticos tiene su miga, llevando incertidumbre a una situación ya confusa de por sí.

Las perspectivas secesionistas también se ven alteradas.Ya no se habla de apoyos del 80% al Sí, debido a los siguientes resultados:

 La Rosa junta por el Sí, 62.
 Ciudadanos por La Rosa 25.
 Socialistas de La Rosa 16.
 La Rosa sí que puede 11.
 Populares de la Rosa 11.
 Radicales Populares de La Rosa 10.

El apoyo al Sí queda por debajo del 50%, lo que pone en duda la legitimidad del bloque soberanista para hacer una declaración unilateral de independencia.

Por otra parte, la proximidad de las elecciones legislativas con cita ya fijada para el 20 de diciembre, entra en escena con ciertas posibilidades de convulsión social

La caída del centralismo tradicional es un hecho por varias razones:

El cambio en la  correlación de fuerzas  modificará las hegemonías.

La  gran coalición defendida por el "cementerio de elefantes" es poco probable dadas las declaraciones del  actual líder socialista que ha iniciando una carrera hacia adelante por la tercera vía.

Un pacto entre la izquierda y la derecha salpicadas por la corrupción no  parece tener buena andadura más aĺlá de evitar el separatismo.

La  falta de legitimidad de la "Rosa" para una declaración unilateral de independencia dará  un compás de espera.

Contando con lo dicho, lo más probable es que entremos en una reforma constitucional, seguramente orientada  hacia una  fórmula federal o cantonal y esta operación dejará a La Rosa sin aceras por un largo tiempo. Y lo que es peor, cuando La Rosa llegue a ser un "Ayuntamiento Feredado" y vaya a construirlas, se vuelva a plantear un separatismo entre: La Casilla, La Rosa Alta, La Rosa Baja, El Linar, El Barrio Chino o Las  curvas de Medina, porque no se pueden poner aceras al campo y en todo el campo queremos las aceras.

Lo que sí se espera de los nuevos tiempos es que el dinero público se emplee de forma más racional, de acuerdo con principios equitativos, y que no desaparezca por las alcantarillas que discurren bajo las aceras.

Vivir para contarlo.
Continuamos.

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