cerrar
cerrar
Registrarse
Publicidad
Opinión
Publicidad

Antonia Pérez Guerra, "Antonita", en el recuerdo

Lo malo de ser viejo –que es diferente de estar viejo, cosa que no requiere edad- es ver cómo familiares, amigos, compañeros…van desapareciendo de nuestro horizonte vital para morar en el recuerdo.

Aquellos días y años en que convivíamos, ahora son solo maravillosas vivencias de juventud. Hoy, en Santa Cruz de La Palma, una amiga entrañable ha pasado a ser parte de ese recuerdo: Antonia Pérez Guerra, “Antonita” para todos los que la queríamos. Me vienen a la memoria días inolvidables en que Antonita, su esposo Raúl Galván Escanaverino y sus hijos Antonio y Raúl formaban una familia feliz que, desde su casa en la Acera Ancha veían pasar la vida en la Calle Real de la “Villa del Apurón”, desde las pandorgas carnavaleras a los enanos lustrales que hacían una parada allí mismo para mostrar a los ojos asombrados de los niños –y de los grandes- su mágica transformación.

Hoy, de ellos, solo queda Antonio, que ha formado una nueva familia continuidad de aquella, y que esta mañana me llamó a La Gomera para darnos la triste noticia de que, todos, hemos perdido a Antonita físicamente, aunque siga aquí, en nuestra memoria.

Mi esposa y yo nos hemos puesto a repasar viejas fotos palmeras. Encontramos de nuevo  el alegre grupo que, para el carnaval de 1969, formábamos unos señores de bombín y capa negra entre los que estaban, además de Raúl, mis dos compañeros del profesorado del Instituto, Cándido Marante y Antonio Figueroa con sus esposas, Antonita, Menchu y Pepita, todas ellas lindas cabareteras de sombreritos con imponentes y curvadas plumas, mostrando, entre pícaras y turbadas, sus contorneadas pantorrillas mientras fumaban, entre toses por la falta de costumbre, olorosos cigarrillos mentolados en largas boquillas. Otras veces el disfraz era de floristas y de caballeros de “capa y sombrero”, pero esta vez de copa.

No faltaban fotos de la Bajada de la Virgen de 1970, solemnes trajes largos para ellas y smoking, pajarita y clavel en el ojal para nosotros.

Toda esa parafernalia de vestidos y vestiduras las dejábamos de lado cuando Juanita, timple en mano, nos marcaba el rumbo a todos cantando las canciones de parrandeo de moda en ese momento, como la del “mi limón, mi limonero” o el que buscaba “la escalera y la manguera” para apagar no sé qué fuego.

Si pienso en esos bulliciosos saraos me viene a la mente el baile más popular en las fiestas de entonces. Curiosamente, ese ajetreo belinguero debería, en aquel Santa Cruz de La Palma, que ser sacro, y no báquico y profano. Lo digo porque el canto más popular y que más parejas arrancaba al baile era el “Coro de Astrólogos”, obra de Félix Duarte para la Danza de los Enanos de 1960.

Desde remotos confines 

hemos venido soñando, 

sobre las ondas del mar, 

y a la Virgen de las Nieves 

nuestra loa le ofrecemos 

porque con fervor queremos 

verla en su trono reinar 

Garantizo que sobre las tablas del piso alto del Real Nuevo Club Náutico de La Palma poníamos todo nuestro fervor y nuestro esfuerzo en prolongar al máximo aquellas noches entrañables.

Francisco Javier González 

La Gomera a 26 de septiembre de 2022. 

Archivado en:

Más información

Publicidad
Comentarios (0)
Publicidad

Últimas noticias

Publicidad

Lo último en blogs

Publicidad