Mary Nieves Hernández, una palmera que vive en Venezuela. Archivo.
Ella, la tan querida,
la de arrullos infantiles
mimos y pasos tambaleantes,
la que guardamos crecida de amor
en la memoria
Camino de vigilias
oliendo recovecos
repasando juegos
desenterrando palabras
un pájaro en el aire
una ilusión ganada
otra perdida
"La casita"
tenía jardín con luna propia
un ciruelo en el huerto
donde solían posarse las estrellas,
una mata de hierbabuena
con hojas de otoño perfumado,
techos de teja
y paredes blancas.
En los caminos empedrados
crecían geranios de todos los colores
La leña hacía crecer amapolas en la chimenea
y al calor de los tizones
iban naciendo historias
de brujas, de hadas
o aventuras de indianos
mientras afuera crecía la noche
con silencio de invierno
y el canto de los grillos
profundizaba nuestros miedos.
Se ha quedado sola "la casita"
llena de trastos y cosas inservibles
sin lumbre ni cenizas tibias,
¡como sombra que no hace el sol!
los pensamientos que un día escribiera
ya no están en la gaveta
¿Qué habrá sido de ellos?
¡Tiempo inexorable que todo nos quitas!
hasta lo más querido
hasta lo más sagrado
lentamente, a hurtadillas…
y esta nostalgia cada día más dolida
"La casita" se nos va haciendo más distante
por eso se acentúa su recuerdo
en el jardín
ya no crecen las dalias
ni la verbena que sembró la abuela
ni aquellas rosas amarillas
que hacían doler el alma
cuando la lluvia caía.
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Marynieves
Sublime es mi contento, Pintao, por tan lindo comentario. Alentadoras palabras que escapan de un corazón generoso, con una sensibilidad capaz de libar el más sutil dulzor que, entre palabras y versos, sabe descubrir con exquisita sutileza.
Reciba mi afectuoso saludo.
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Pintao
Profunda poesía cargada de añoranza. Me parece sublime el poema, Belleza en las palabras y en los pensamientos. Sublime.
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