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Opinión
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"Feliz Año, Sr. Presidente"

Europa Press.

Un año nuevo comienza para todas las personas que seguimos el calendario gregoriano, prácticamente todo el planeta, pero la ilusión, los nuevos proyectos y la esperanza hacia un futuro mejor, que deben contener el inicio de un nuevo año, son quimeras en muchas partes del mundo.

No hace falta irse muy lejos, para que la desilusión, la incertidumbre y una sensación de futuro incierto, sean lo que sienten, en estos momentos, más de 7.000 personas. Es aquí, en nuestro país, en la isla de La Palma, y en concreto, en el valle de Aridane. Una región que pasó de la abundancia al subdesarrollo en 85 días y 8 horas, sin que la maquinaria de nuestro gobierno autonómico haya hecho lo suficiente, como para revertir esta situación.

Después de un año y veintiséis días, desde que se dio por finalizada la erupción, aún hay personas viviendo en hoteles, en casas de amigos o familiares, en autocaravanas, porque la solución que nos han dado las administraciones, es vivir en contenedores de segunda mano, creando así guetos de libro. Son pocas las ayudas que han llegado a los afectados de forma directa, teniendo que acudir a las pocas ONGs que operan en la zona, Cáritas y Cruz Roja, para recibir una ayuda al alquiler o una tarjeta para comprar bienes de primera necesidad, propio, insisto, de una región subdesarrollada.

Pero, no solo son pocas las ayudas que se han anunciado, sino que, además, hay algunas que nunca llegan. Es el caso de nuestro presidente autonómico, Ángel Víctor Torres, que allá por el 12 de marzo del pasado año, tras nuestra manifestación en la plaza de las cortes, frente al congreso de los diputados, en la que las palmeras y los palmeros reclamábamos la responsabilidad patrimonial, por parte de las administraciones, que sabían desde hacía varios años atrás que la erupción era cuestión de poco tiempo, sin que fuéramos informados en tiempo y forma, como manda nuestro ordenamiento jurídico, cuando el presidente del Gobierno de Canarias, anunciaba a bombo y platillo, una ayuda complementaria de 30.000 €.

Ya han pasado casi 10 meses desde entonces, sin que ninguna persona haya recibido absolutamente nada. Tendremos que recordarle a nuestro Sr. Presidente, que las ayudas no solo hay que publicitarlas, sino que, además, tienen que llegar a los afectados, en lo que depuramos responsabilidades, que en muchos casos pueden ser causa de inhabilitaciones y/o penas de privación de libertad. Porque lo sabían, porque no hace falta ser geólogo para darse cuenta de que, si los eventos cada vez se producían a menor profundidad, desde varios años atrás, eran un síntoma inequívoco de que el magma se estaba abriendo paso hacia la superficie, sin informarnos, sin alertarnos, mientras los habitantes del Valle de Aridane seguíamos invirtiendo nuestro patrimonio y nuestro sudor sobre un polvorín. Tan solo unos pocos privilegiados, familia y amigos de los integrantes del PEVOLCA, conocían la situación real, mientras que a los habitantes del Valle se les trataba como a borregos.

¿Dónde están esos 30.000 € Sr. Presidente? Un dinero con el que muchas familias pueden sufragar unos cuantos meses de alquiler en una vivienda digna, un proyecto técnico para reconstruir sus viviendas o una entrada para comprar un sitio donde reconstruir sus vidas, que no sea un contenedor. ¡Y no será por dinero!, porque para gastar 8 millones de euros en desaladoras, 12 millones para el Buque Tomaso, 40 millones en la carretera de la costa, expropiando a familias que habían salvado su casa, 13 millones en la carretera de La Laguna a Las Norias, 2 millones en un embarcadero inútil, 12 millones en terminar un auditorio y 2 millones en las obras del mercado, no han tenido ningún problema.

Basta ya de mirar hacia otro lado, porque lo que se haga en la isla de La Palma durante los próximos cinco años va a ser crucial para evitar la despoblación y el subdesarrollo social y económico de nuestro entorno. En unos meses llamareis a nuestra puerta para pedirnos el voto, no permitáis que lo hagamos cegados por la rabia y por el dolor.

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