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Opinión
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Marynieves Hernández, Caracas

Un tierno recuerdo

  • La soledad y la tristeza me invadían…

Mary Nieves Hernández, una palmera que vive en Venezuela. Archivo.

La soledad y la tristeza me invadían

cuando a través de la ventana contemplaba

del otoño, aquel cálido día

cuando la lluvia caía.

 
Era entonces una pequeña niña

enamorada

de aquel pequeño  jardín

que mi casa tenía.

 
Las rosas estaban tristes,

amarillos y blancos sus pétalos, marchitos

en el suelo, rodaban por la orilla

cuando la lluvia caía.

 
Abundaban las matizadas dalias

que diversos colores las vestían.

Más fuertes que las rosas parecían

pero doblaban su alargado tallo

cuando la lluvia caía.

 Y aquellos nardos… Tiernos, olorosos

¡Sí pudiera tocarlos! – me decía,

y a través del cristal presentía

que un perfumado efluvio me envolvía.

Pero el nardo, es tan frágil…

Sus pétalos de un blanco nacarado

lánguidos se rompían

cuando la lluvia  caía.

La soledad y la tristeza me invadían,

yo miraba las flores con ternura

quería salvarlas, más no sabía

cómo, y de pena el alma me dolía.

Hoy, desde la lejanía,

como quisiera volver a mirar

aquel pequeño jardín que mi casa tenía

cargado de dalias y rosas amarillas,

contemplar de nuevo con mi alma de niña

las gotas cristalinas que del cielo venían

y al caer en  las flores

sus pétalos rompían.

Que el aroma del nardo

a embriagarme volviera

y en la pureza de mi alma

abrazarlos pudiera.

Sentir que las flores

a pesar de su pena

compartían mi tristeza

y en su llanto amoroso

envolverme querían

con sus pétalos rotos

cuando la lluvia caía.

Marynieves Hernández

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