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Raúl Masterdik

La Palma: Festivalito – Espacios chicos: espacios diferenciados

  • Refexiones sobre el Festival de Cine Chico

La isla de La Palma -conocida como la "isla bonita-, en Canarias, es uno  de los más hermosos espacios de España. Con 700 kilómetros cuadrados de superficie y dos ciudades principales de 17.300 y 21.000 habitantes (los doce municipios restantes oscilan entre los 2.000 y los 7.500), es Reserva Mundial de la Biosfera, su cielo está protegido al considerarse el mejor espacio del hemisferio norte para contemplar el firmamento, dispone de un parque nacional que ocupa 60 kilómetros cuadrados: el cráter volcánico que dio origen a la ínsula (la Caldera de Taburiente); y ostenta el récord de poseer los más vertiginosos contrastes geográficos de ninguna isla en el mundo: desde las playas de arena negra volcánica bañadas por el Atlántico a la cumbre del Roque de los Muchachos (2.426 metros), donde se encuentra el Instituto Astrofísico que lleva el mismo nombre y donde conviven y trabajan comunidades científicas de todo el planeta.

A esta tarjeta ambiental de presentación, hay que añadirle un entrañable detalle a forma de apelativo, ya que son varios espacios los que se hacen llamar "chico", tales y como el Teatro Chico en la capital palmera o la Plaza Chica en Los Llanos de Aridane. Y es que a los muchos detalles que hacen de La Palma un espacio único en el mundo, hay que sumar su carácter "chico" en casi todos los aspectos de su existencia diaria.

El Festival Internacional de Cine Chico de Canarias – Isla de La Palma o "Festivalito" nació hace ahora ocho años y, llegados a este párrafo, ya es hora de decirlo: este artículo es una defensa entusiasta de que la isla bonita siga siendo el espacio natural para la permanencia de esta iniciativa cultural pionera en Europa en la promoción e impulso del cine digital, independiente y realizado con una patente falta de recursos económicos, pero con una magnífica sobredosis de imaginación y talento para la creación cinematográfica en todas sus vertientes.

Por favor, no permitan que nadie se acerque al Festivalito con prejuicios. El del cine chico es un camino que transita por los impulsos de los profesionales noveles, y, como ocurre con todo en esta vida, los prejuicios nos hacen vulnerables a la hora de valorar la creación artística en su conjunto.

Como no puede ser de otra forma, cerca del cine chico sólo han estado, sólo están y sólo estarán un puñado de personas: un grupo "chico" orgulloso de su apelativo, que no diferente del resto de seres humanos (la reflexión vendría a ser algo así como: no somos diferentes, pero podemos crear estados, situaciones, pensamientos… diferenciados). Al mundo diferenciado del Festivalito está invitado todo el mundo, y sean pocos pocos o muchos pocos los que vengan, bienvenidos sean al Mondo Chico (el más que acertado nombre de una de las secciones del festival).

La invitación que el Festivalito de La Palma ha realizado a todo el mundo mundial se ha traducido en iniciativas nuevas como la puesta en escena de trabajos absolutamente amateurs o los talleres dedicados a quienes siempre han querido iniciarse en el cine y, por una u otra razón, no han podido hacerlo. En este sentido el Festivalito no es sólo un "festival de cine al uso", es decir, para el público en general y para el jurado en particular, sino también un campamento de trabajo totalmente abierto y gratuito a quien quiera aprender a hacer cine, compartir experiencias en cine, realizar un trabajo cinematográfico y, en definitiva, a disfrutar del cine. Todos juntos y, si hace falta, revueltos.

Las características de la "isla bonita" resumidas en los dos primeros párrafos de esta reflexión dejan meridianamente claros los parabienes derivados de que La Palma sea el "plató natural" del Festival de Cine Chico. Alrededor de este evento se ha conseguido congregar a un turismo minoritario y respetuoso con la ínsula, precisamente lo que siempre han defendido los políticos que rigen los designios de este territorio. En un trabajo hecho en cinco días en La Palma, un creador reproducía en un excelente cortometraje titulado "100 kilómetros de razones" cuáles eran los impulsos que iban a hacer que los participantes en esta edición del Festivalito volvieran en alguna ocasión a la isla.

Permitan este juego de palabras: ¡Qué grande es lo chico! El Festivalito moviliza grandes pasiones de creadores y aficionados chicos injustamente tildados de cutres por algunos. De nuevo les pido que lo miren sin prejuicios: hasta en lo que muchos muchos ven algo cutre, muchos pocos contemplamos diversión, creatividad e irreverencia contestataria, es decir, pequeñas revoluciones necesarias en la siempre extraña evolución del arte.

La permanencia y supervivencia de este festival guerrillero en el espacio chico de La Palma es necesario para potenciar los grandes encantos de este lugar y para que quienes vengan a disfrutar de las enormes posibilidades del cine chico lo hagan sintiéndose parte de una pequeña gran familia: la del Festival Internacional de Cine Chico de Canarias – Isla de La Palma, el "Festivalito".

                                                 raul_masterdik@hotmail.com

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