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Opinión
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Máximo Pérez Tejera

Políticamente incorrecto

  • Después del 20D, hemos entrado en un río revuelto sin ganancia de pescadores

Cuando uno llega a ciertas alturas de la vida, hay conceptos que se hacen muy pesados e incómodos, conceptos que nos han atado o condicionado en muchas ocasiones y a los que hemos sucumbido más por temor que por convicción. Uno de esos conceptos es "Lo políticamente incorrecto" 

¿Qué significa lo políticamente incorrecto? Normalmente entendemos por ello aquellas acciones o expresiones, que al margen de su verdad intrínseca, pueden herir, molestar o levantar ampollas en las personas o colectivos aludidos. Pues bien, ese tópico de la necesidad de ser "políticamente correctos", nos conduce, en aras de una aparente educación, a una pérdida de tiempo, a situaciones hipócritas, que buscan salvar las apariencias y, en definitiva, a una falta de autenticidad

Ningún colectivo ha utilizado con más profusión y desvergüenza la postura de "lo políticamente correcto" que los políticos. Las verdades son adulteradas y veladas de tal forma que se nos las presentan como mentiras y las mentiras se revisten de un vocabulario tan atractivo que parecen verdades deseables.

Hace mucho tiempo que en política no sirve de nada una simple lectura de lo expuesto. Se hace necesario leer entre líneas. El hastío de la hipocresía de la comunicación en la política, nos conduce a buscar nuevos modos de comunicación. Este falso lenguaje nos lleva a detestar lo "políticamente correcto", a llamar las cosas por su nombre y a desenmascarar las argucias dialécticas encaminadas a disfrazar y distorsionar la verdad adecuándola a sus intereses.

A tenor de lo expuesto acabo de ver una película "La gran apuesta" que recomiendo como ejercicio de reflexión frente al discurso que nacionaliza una crisis global y que achaca la culpa de todos los males de España a Zapatero.

Al grano, después del 20D, hemos entrado en un río revuelto sin ganancia de pescadores. Sobre la mesa ha quedado un veredicto tan esperado como controvertido y, como de costumbre, se proponen acuerdos muy diferentes a las posturas preelectorales.

No podemos encontrar otra situación más propicia para el juego de lo "políticamente correcto" que el desesperado intento de maquillar tantas mentiras y argucias dulcificándolas para hacerlas tragables a una parroquia cada vez es más escéptica.

Sr. Rajoy ¿Qué es eso de que declina la invitación a formar gobierno pero no renuncia a su candidatura? Hable usted con el lenguaje de los mortales. Sea políticamente incorrecto. Diga que a usted y su partido no le gustaría cambiar ni un ápice lo conseguido en sus leyes ni en su presupuesto blindado en la agonía de su legislatura. Diga usted que no tiene apoyos, que no le queda otro remedio que ir a otras elecciones y que no quiere poner sobre la mesa para su posible investidura, una oferta clara, en todos sus aspectos. ¿Cuáles son las condiciones y cuántas de las enmiendas que han ignorado en sus distintas leyes aceptarían ahora? Deje usted las generalidades vagas, no haga usted un reduccionismo absurdo, basando su discurso en cuatro ideas porque la mayoría de los españoles somos anti terroristas, unionistas, europeístas y deseamos el progreso. Lo que pasa es sencillamente que no deseamos el progreso de los suyos, sino el progreso de aquellos sobre los que usted cargó el peso de las consecuencias de la crisis, mientras que por los despachos de su gestión se movía una pléyade de desaprensivos con prácticas inconfesables. Debe usted estar contento, a sus votantes parece no importarles la corrupción, ni los porcentajes, ni las contabilidades B, ni los discos duros, ni los investigados, ni los imputados, ni… las letanías. Posiblemente han creído su discurso basado en el miedo, la regeneración prometida y una más que dudosa recuperación económica. No han captado que el discurso es falso y que los comportamientos de su partido forman parte es parte de su razón de ser. Creen que son derechos divinos adquiridos. Tienen la convicción de que la cosa pública les pertenece y pueden manejarla a su antojo y además creen firmemente que pueden manipular la opinión pública buscando un discurso políticamente correcto que en el fondo se muestra cicatero y engañoso.
No diga usted que todavía no tiene apoyos, diga que su política no tiene apoyos porque no representa a una mayoría creíble y porque no ofrece las suficientes garantías de un cambio.

Sr. Felipe González, Sr. Corcuera. Sr, Leguina. Sr. Alfonso Guerra y demás admirados líderes de nuestra juventud. Sean políticamente incorrectos Digan Claramente que ustedes cambiaron a Marx por Gramsci, pero además por un Gramsci descafeinado o demasiado Light. Digan sin miedo que ustedes cambiaron sus chaquetas de pana por bien cortados trajes de Armani. Digan que algunos como el Admirado defensor de los descamisados ha vivido 40 años pegado a un sillón, muy bien pagado y que sucumbió a otras esferas por tener el mismo apellido que un recordado recaudador. Digan claramente que algunos fueron a la cárcel por navegar en las putrefactas aguas de las alcantarillas del Estado, que han callado e ignorado mucha basura a cambio de apoyos políticos, que en su haber se aglutina mucha basura entre la que destaca la poca vergüenza de los ERES, que algunos culminaron su calamitoso mandato indultando banqueros y admitan que todo ello no ha sido por el bien de España como sueltan por las tertulias del momento.

Sr. Pedro Sánchez: sea políticamente incorrecto. Diga usted que lo que tiene detrás no es un partido, que son dos o más. Diga usted que: usted y parte de su generación y algunos mayores, por qué no, estarían de acuerdo de contribuir a desterrar la nefasta política de sus antecesores. Pero diga usted que los poderes fácticos dentro de eso que aún se llama PSOE le están atando en corto. Dígalo rápido porque lo mismo muy pronto le tapan la boca definitivamente. Posiblemente se verá obligado a navegar políticamente en barcos con distinto pabellón, porque su barco ha levantado la popa hundiéndose por la proa y sólo le falta que el peso de las partes dejen oír un crujido frío y seco y se les rompa el amor antes de usarlo. En unas, muy previsibles elecciones, es posible que de su deteriorada nave sólo queden unos botes salvavidas en las gélidas aguas de la política.

Sr. Pablo Iglesias. Usted que comenzó siendo tan políticamente incorrecto que hasta los viejos resabiados, políticamente incorrectos, nos parecía demasiado deslenguado y pensábamos que debería modificar su lenguaje para hacerlo verás, convincente, serio e ilusionante. Si quiere prosperar en el mundo que le toca vivir, es posible que necesite poner un poco de orden en sus neuronas. Este país está lleno de desencantados que buscan líder, pero un líder coherente. No se puede prosperar en política a golpe de timón y no se puede faltar a sus promesas y planteamientos de participación ciudadana, porque, aunque usted y su equipo estén convencidos de que hacen lo mejor, dejarán de tener representatividad cuando a ojos de los votantes se muestren tan endiosados y tan prepotentes como el resto de políticos que hemos sufrido.

Sr. Albert Rivera: Su desafortunado intento de ser políticamente correcto le ha dejado con el culo al aire. Su intento de ocupar el espacio del centro desencantado ha fracasado, y ha fracasado en parte, porque no es un colectivo tan numeroso como se pensaba. La derecha ha ganado demostrando que no le importa la ética, como no le importa a la vieja guardia de la Socialdemocracia Por eso tiene usted un magnífico resultado, que no está mal referido a un supuesto centro ético, pero cuidado, del uso que haga usted de ello, depende que se le escurran como el agua entre los dedos y retornen a sus orígenes a la vista de que no valen para nada. Su No, a todos no convence a nadie. Usted no se atreve a un Si, anteponiendo objetivos claros y concisos. Usted opta por hacerse a un lado para que arranque una legislatura que no sabemos a dónde conduce; o mejor que si sabemos a dónde conduce pero que usted calla por aquello de ser políticamente correcto y porque por encima de su ética están los intereses de una derecha inconfesable.

Nos queda el Rey y otra ronda. Suponemos que será con un interlocutor menos, y ¿Qué le dirán o qué les dirá? ¿Esta la pago yo?

Bueno, la incongruencia está servida, porque lo fácil sería un cuarto de hora con cada uno y que dejen un papelito aquellos que estén dispuestos a presentar candidatura. Después designar por turno de mayor a menor votado y en caso de que nadie lo consiga nuevas elecciones.

¿Y si los resultados son parecidos? …. pues nada, otra ronda que los españoles estamos acostumbrados a pagar.

Vivir para ver.
Continuamos.

 

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