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Opinión
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Reflexiones sobre las actuaciones de los políticos palmeros

Decir la verdad es una manera de empatizar y construir relaciones fuertes y duraderas. Decir la verdad nos hace más humanos, más cercanos y nos permite relacionarnos más y mejor con las personas a las que queremos o con las que tenemos un proyecto en común. Y ciertamente, decir la verdad es el valor fundamental de una personalidad honesta; con mayor motivo deberían estar comprometidos con la verdad quienes se han postulado para dirigir las instituciones del Estado.

Sin embargo, hoy la verdad está en crisis y los bulos y las mentiras están a la orden del día entre nuestros políticos. Desde mi punto de vista, los políticos que nos han gobernado en Canarias en los últimos años, Coalición Canaria (CC), Partido Popular (PP) y Partido Socialista (PSOE) nos han ocultado la verdad acerca de ciertos proyectos relacionados con la gestión de la política hidráulica, entre ellos, la instalación de plantas desalinizadoras en todas nuestras islas, con independencia de que estas tengan agua suficiente, como es el caso de Tenerife, La Palma, la Gomera y el Hierro.

Ninguno de los partidos políticos mencionados, se han pronunciado en contra de las desalinizadoras ni se han molestado en explicar a sus ciudadanos cuáles son aquellos recursos naturales que proporcionan agua a nuestras islas. El agua de la lluvia puede dar lugar a escorrentías cuya agua puede ser almacenada en presas para utilizarse posteriormente en la agricultura y también se puede infiltrar en el subsuelo. Perforando el terreno mediante galerías obtendremos agua barata y de calidad.

Nuestros gobernantes nos hablan constantemente del cambio climático, el cual ha dado lugar a años secos y a la disminución de las lluvias, lo que conduce, según ellos, a una disminución de las infiltraciones y por tanto, del agua de los manantiales. Sin embargo, no nombran la lluvia horizontal, el principal factor que da lugar a las infiltraciones en nuestras islas. La lluvia horizontal, conocida como efecto Foehn, el cual se origina cuando una masa de aire es obligada a ascender al encontrar una montaña; esto hace que se enfríe, y que el vapor de agua que contiene se condense, y genere nubes y precipitaciones.

En Canarias encontramos este efecto en todas las islas occidentales debido a los vientos alisios frescos y húmedos, de recorrido marítimo, que soplan de manera regular de este a oeste desde las altas presiones subtropicales hacia las bajas presiones ecuatoriales.

En la isla de La Palma, la masa de aire procedente de la vertiente de barlovento es obligada a ascender. Cuando esta masa supera la dorsal volcánica de la isla (Cumbre Nueva-Cumbre Vieja) desciende por la otra ladera de la montaña (sotavento, zona de El Paso) dando lugar a una cascada de nubes, claramente perceptible desde el Valle de Aridane.

La isla de La Palma, parece entonces dividirse en dos mitades climáticas. Tiempo nuboso, fresco y húmedo a barlovento, con abundante vegetación, mayor pluviosidad y, a sotavento, tiempo seco y despejado. Por tanto, la orografía de la isla y los vientos alisios hacen que actualmente en La Palma, según el Consejo Regulador de Aguas, el agua infiltrada es cuatro veces más que el agua que se consume.

Sin embargo, siendo Barlovento el pueblo con mayor pluviometría de Canarias su alcalde quiere también una desaladora. Si el agua infiltrada no se aprovecha aumentando el volumen de las galerías, esta se pierde en el mar. Los ciudadanos nos preguntamos entonces, por qué nuestros gobernantes, antes de poner desaladoras, no perforan para conseguir el aumento de agua de las galerías, no perforan el túnel de trasvase, no ponen cierres hidráulicos en las galerías para extraer solo el agua que se necesita, no arreglan las redes de distribución, Canal LP1 y otras vías de distribución, como las municipales, para así evitar pérdidas de hasta un 50% de agua.

Si nuestros gobernantes no realizan todas estas obras para obtener agua barata y de buena calidad, está claro que lo que quieren es que el agua escasee y así mantener los precios . Esto no lo digo yo, lo dijo Don Marcos Lorenzo, hoy Vicenconsejero de Cohesión Territorial y Aguas, del Gobierno de Canarias cuando era alcalde de Tijarafe y pronunció estas palabras “al Consejo Insular de Aguas en la isla de La Palma lo controla un lobby para asegurarse el precio del recurso hídrico”.

Por otra parte, Don Sergio Rodríguez Fernández, actual presidente del Cabildo de La Palma comentaba, cuando era alcalde de El Paso, que había que perforar el Túnel de Trasvase. Estos políticos que han defendido públicamente unas ideas y hoy defienden otras nos están demostrando que traicionan la verdad según el puesto que ocupen dentro del partido.

Por otra parte, Don Juan Felipe San Antonio, vicepresidente del Cabildo y consejero de Aguas del Cabildo de La Palma, comentó en una entrevista, que si se aumenta el caudal de agua pública siendo esta más barata que la privada entonces los ciudadanos no compran la privada, no haciendo así ningún esfuerzo por ahorrar el agua. Esta persona tan iluminada, concluye que no hay que malcriar a los ciudadanos o mal acostumbrarlos. ¿Con qué legitimidad y autoridad moral puede hablar en el parlamento o en los órganos de gobierno del cabildo, sedes de la democracia, aquel político que no es creíble ni fiable, que utiliza las artimañas de la palabra para ocultar la verdad?

Una de las expresiones que sin pronunciarse se piensa y se cultiva en el mundo de la política, es el llamado patriotismo de partido, al punto de considerar que uno deja de ser patriota político si no comparte y defiende la línea de pensamiento que el líder del partido marque en cada momento, aunque sea contradictoria con la que ha mantenido en momentos anteriores.

Con el realismo de un lenguaje correcto y sincero, a tal comportamiento, lúcida e irónicamente, se le puede calificar de incompetencia; teniendo claro que un incompetente puede, por una acción casual, acertar alguna vez. El sociólogo Laurence J. Peter, fue de los primeros en atestiguar la proliferación de la incompetencia política. Su tesis es conocida como “el principio de Peter”. Tal principio afirma que, en una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta llegar a un nivel en que se vuelve “incompetente”.

Esto lo estamos viendo claramente en la política, en la que si un militante de partido, es obsequioso con el líder (denominado vulgarmente “pelota”) y además consigue votos , es recompensado con un ascenso , sin que nadie se haya parado a pensar si tal militante está preparado para desempeñar otras funciones diferentes.

Desde este principio es fácil explicar por qué tantos puestos importantes en la política son ocupados por individuos incompetentes para desempeñar los deberes y responsabilidades de sus respectivos puestos. Una buena parte de la sociedad canaria y concretamente de la sociedad palmera, está harta de la política del fango, de la mentira y, efectivamente, en estos momentos, hay motivos para que ese hartazgo se manifieste y perdure en el tiempo.

Por ejemplo, carretera LP2 sin terminar, Fuente Santa que se descubrió desde el año 2005, sin que se realice un centro termal tan necesario para reactivar la economía de la isla, una buena gestión del agua tan importante para abaratar costes en la crisis del plátano y otros tantos proyectos relacionados con el bienestar ciudadano sin ejecutar.

Harry G. Frankfurt, profesor de la Universidad de Princeton, sostiene que nuestra sociedad soporta de continuo grandes dosis de charlatanería, mentiras y otras formas de tergiversación y engaño sin que, de momento, se haya escandalizado. Para él, los charlatanes son impostores y farsantes, cuyo objetivo cuando hablan es manipular las opiniones y las actitudes de quienes les escuchan; su preocupación es persuadir a la audiencia; les resulta indiferente si lo que comunican es falso o verdadero. Su argumentación se centra casi en exclusiva en el valor o no de la verdad, y no en el valor o la importancia por encontrarla.

Si no somos capaces de cambiar, si continúan las mentiras como forma de hacer política, se augura la existencia creciente de un pesimismo difícil de superar. En la isla de La Palma, en aquellos proyectos que podrían generar riqueza y bienestar para sus ciudadanos, los partidos políticos que han gobernado nuestra isla, CC, PP y PSOE siempre se han pronunciado siguiendo la misma línea, es decir, no llevándolos a cabo.

Siempre han defendido sus poltronas y cuántos sillones quieren ocupar; más les valoraría la sociedad si se preocuparan por aquellas cosas que interesan a la vida diaria de los ciudadanos que por sus egoístas intereses. Se dice que en tiempos de crisis en cualquier pesebre nace un “mesías”. Sin embargo, la ciudadanía palmera se debe preguntar, si en estos momentos donde CC, PP y PSOE están actuando como un mismo partido sin defender los intereses de los ciudadanos, sino sus propios intereses y los de su partido, es necesario que surja una nueva opción política.

Desde mi humilde opinión creo que es imprescindible una opción política que de verdad se interese y defienda los intereses de La Palma y de sus ciudadanos y no sus poltronas. Los ciudadanos que amamos la libertad y despreciamos la mentira, no podemos soslayar la asunción de responsabilidad ni permanecer resignados y pasivos ante el arbitrio poco sensato de estos políticos que han dejado a nuestra isla en el abandono y la miseria.

Como dice la Constitución, el poder pertenece al pueblo, a todos los ciudadanos y la crítica, la acción y el compromiso por un cambio constructivo mediante el voto democrático, son el mejor estímulo para la esperanza y el progreso de La Palma. Aunque todavía falta mucho para las elecciones, debemos ir pensando que en nuestra mano, en nuestro voto, tenemos el poder de cambiar la futura política en la buena dirección y no apoyando con nuestro voto a quienes nos han estado engañando durante tantos años.

Para ello, necesitamos nuevas opciones políticas, un partido que sea ético, que sus líderes no cambien de opinión cuando ocupan puestos en el cabildo o en el gobierno de Canarias respecto a cuando eran alcaldes de un pueblo o estaban en la oposición. Los ciudadanos debemos luchar e intentarlo, pues solo fracasa el que no lo intenta; esa es la responsabilidad del “oficio de vivir”, como escribió Pavese en su diario: “Vivir es un oficio y nadie nos lo enseña. Quien tiene convicciones debe vivir con ellas ; si las traicionamos, ¿qué nos queda? ¿recostarnos en el escepticismo o en el pesimismo?; esta actitud solo beneficia a los que viven “para sí” y no “para los demás”. Hay que empezar a darle a nuestra isla y a nuestros pueblos el sentido de cambio y progreso que se merecen.

 

*Antonio Lorenzo Hernández,  Catedrático de Fisiología Animal Universidad de La Laguna.

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