Después de tantos días sin ti, y a la espera de una conclusión final que determine las causas de tu fallecimiento, quiero alzar la bandera de tu persona, porque hay cosas que no pueden quedar en la trastienda de tu vida.
Has ocupado las páginas de sucesos de diferentes medios. Algunas, escritas con prudencia , otras con cierta prudencia, y en algunos casos te han usado para alimentar el morbo con el que suelen hacer el trabajo los que se hacen llamar profesionales, pero que para serlo al cien por cien , tienen que demostrar que su conciencia y su corazón siempre va en medio de lo que se comunica. Y de eso diste claro ejemplo en tu paso por la radio, detalle por cierto que ha quedado en el olvido, en medio de tantas cosas que han servido de contenido en la noticia. No te mereces ser recordado por los que te desconocen simplemente por ser protagonista de una tragedia que ha desolado el alma de cuantos te queremos. Mereces que se haga mención de tu persona por tu tremenda capacidad de amar, por tu nivel de comprensión hacia cualquiera, por tu sentido de la justicia, y por una inteligencia y un nivel intelectual que ya muchos quisiéramos tener, y sobre todo, por tu arrolladora personalidad que te permitió vivir como tú querías, defendiendo tu autenticidad.
Siempre disipaste mis dudas y apagaste mis miedos, me instruiste a través de tu talento en muchas ocasiones en que mi trabajo lo requirió. Compartimos muchas horas de radio, y trabajaste bajo tus principios a los que hago honor.
El teatro, otro mundo en el que rodaste y desde donde hiciste ver tus dotes para ello, tu sudor derramado en la platanera, con la dignidad que nuestro padre puso también en ello, la hostelería, desde hace años. Me siento orgullosa de que fueras un camarero del que todo el mundo tenía cosas buenas que decir. Me siento orgullosa de ser tu hermana.
Tu educación y respeto hacia los demás parten de una noble base que tanto a ti como al resto de nuestros hermanos, ha sido inculcada por una madre y un padre que han trabajado mucho por nosotros educándonos desde el respeto, la honradez, el cariño, y proporcionándonos un entorno familiar desde el que nos han enseñado a amar de verdad.
Hay algo que hoy quisiera encontrar, saber donde está. Y es aquella novela que escribiste y que tanto te animé a que publicaras. Hoy hubiéramos tenido un recuerdo más de ti, de tu talento, al final creo que la entregaste a unos amigos que están en Francia para su publicación. Nunca se supo nada más.
Cuando estaba triste me decías: -Hermana, léete un libro, un libro te transporta, y de eso si que sabías tú porque leíste cientos y cientos de ellos.
Siempre estuviste en mis momentos difíciles, alimentando mi esperanza.
Te doy gracias por todo el amor que diste a mis hijos, (Tío Pelos) tus sobrinos. Sé que nunca te olvidarán.
Mi querido hermano, TE QUIERO, y lo más que me satisface es saber que todo el mundo dice lo mismo de ti, por eso hoy he querido desde este rincón que me han cedido dejar claro lo grande que eres estés donde estés.
Hasta siempre.
Lucy Gómez
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